Ante el triunfo de Milei, ni un paso atrás.  

Sin dudas, este domingo 19 fue una jornada difícil para buena parte del pueblo trabajador por el triunfo de la fórmula ultraderechista Milei-Villarruel. En este contexto, millones votaron a Massa con la expectativa de que eso podía frenar al neofascismo. Eso no ocurrió: La Libertad Avanza ganó por 11% de diferencia. Ahora es momento de levantar un frente único de resistencia.

Lo primero que debemos combatir es el miedo

Lógicamente, el domingo, muchxs compas sientieron desánimo, o incluso miedo, frente a un candidato vencedor que expresa lo más rancio de la política burguesa. Un neofascista que reivindica la dictadura, las posiciones misóginas, anti derechos en general, que ha tirado “propuestas” como la venta de órganos, la privatización de la salud y la educación, la dolarización, etc. Sin duda, estas perspectivas pueden augurar un futuro oscuro. Pero tenemos que saber que todavía no perdimos nada y que va a depender de nosotrxs que así siga siendo. Ganaron una elección, sí. Pero casi medio país está en contra de estas ideas y otrxs tantxs lo estarán cuando vean lo que implican. Por eso, aún podemos plantarnos en un fuerte: no pasarán.

Como dice el dicho, “el miedo no es buen consejero” y lo peor que podemos hacer como clase es paralizarnos por temor a lo que viene. Es cierto que en estos últimos años costó salir masivamente a la calle (debemos remontarnos al 2017 con el robo del atril, el 2×1 y el Congreso de la reforma previsional). Pero también es cierto que calaba en muchxs compas la orientación de que “no es momento de reclamar”, “hacer paro es hacerle el juego a la derecha”, “hay que tener paciencia” y otros gestos desmovilizantes que desorganizan, que hacen perder la confianza en las propias fuerzas, que nos debilitan y fueron planteadas muchas veces por la dirigencia peronista. En provincia de Buenos Aires es el propio gobierno de Kicillof el que castigó a la docencia por hacer paro con “faltas injustificadas”; entre otros ejemplos. Si alguna conclusión debemos sacar de todo esto es que quedarse en el molde no sirve. Lo único que nos fortalece es la lucha colectiva.

Evidentemente se precipitan tiempos para hacer memoria y recordar las enormes experiencias que nuestra clase trabajadora supo dar, aún en tiempos más difíciles. Tenemos una historia muy poderosa atrás nuestro. Desde la semana roja, la patagonia rebelde, la reforma universitaria, las huelgas de la construcción, el 17 de octubre, la resistencia a la “fusiladora” del ‘55, el Cordobazo y todos los “Azos”, las madres, las abuelas, los hijxs, las movilizaciones por el fin de la dictadura, los escraches a los genocidas, la resistencia a las privatizaciones, la carpa blanca docente, las enormes luchas en Cultralco ó General Mosconi, el Argentinazo del 2001 (que parió toda una nueva camada de militancia política), las fábricas recuperadas y las luchas obreras por la recuperación sindical del clasismo, las comisiones internas combativas, los choferes del “sesentazo”, la recuperación del Sutna, las resistencias al extractivismo, la lucha de los pueblos originarios, la enorme marea verde… Nos sobran ejemplos para ser optimistas en la capacidad colectiva del pueblo trabajador en crear y recrear formas de lucha y resistencia para defender lo conquistado.

Por eso, frente a la desazón o la incredulidad que puedan generar los hechos consumados, decimos: “mano tendida al compañerx, puño cerrado al enemigo”.

No hay un 55% de neofascistas

Que hayan logrado ganar una elección, no significa que estemos frente al ascenso de una fuerza social neofascista movilizada. Ya hemos dicho (ver acá) qué es y cómo surge esta corriente política, que es internacional y que nacionalmente se expresó en LLA. No tienen al momento cuerpos orgánicos sociales en donde haya tal inserción social, no cuentan con sectores del sindicalismo, ni del movimiento estudiantil, ni siquiera cámaras empresariales que de conjunto apoyen el proyecto ultraderechista. Es importante señalar que tampoco es cierto que haya un 55% que elija como primera opción a esta fórmula vencedora, pues el bolatoje mismo (ya dijimos acá) es una trampa de la democracia representativa para construir mayorías y legitimidades donde no las hay. Sin ir más lejos, Milei es el segundo presidente electo con menos votos en la instancia de las elecciones generales (sólo superado por Kirchner en 2003).

Sí hay bronca y enojo con la situación social y política que atravesamos.

Sí hay descreimiento y una gran crisis de representación en los políticos tradicionales.

Sí hay una pobreza estructural y altos niveles de trabajo informal que hacen casi imperceptible la presencia de derechos sociales ganados históricamente por la clase para grandes sectores del pueblo, como son los laborales o una salud y educación pública gratuita y de calidad.

No hay un 55% que ideológicamente está a favor de la dictadura, ni de la pérdida de derechos para las mujeres, ni que quieran vender órganos, entre otros aspectos ideológicos explicitados por Milei. Existen neofascistas convencidos, sí. Pero no son todxs lxs que lo votaron.

Por eso es un error enojarse y culpar a esos sectores del pueblo trabajador que apoyaron al candidato de oposición frente a un presente que tiene poco y nada que ofrecer. En todo caso, se trata de comprenderlo, de encontrar el modo de interpelar, para que cuando este nuevo gobierno no pueda dar respuesta a las grandes demandas obreras y populares -como ocurrirá-, en lugar de desmoralizarse, se unan a la pelea.

Preparemos la resistencia en defensa de los intereses de la clase trabajadora

El triunfo de Milei y Villarruel abre una nueva coyuntura en Argentina. La llegada a la presidencia de La Libertad Avanza acompañada del Macrismo y sectores del peronismo, como Randazzo, pone al conjunto de la clase trabajadora en una situación de alerta.

El programa de LLA es un programa reaccionario y ultraliberal. Las amenazas vertidas contra todes les empleades del estado, las ideas de privatización de empresas públicas o de las jubilaciones, la apertura unilateral del comercio, son todas medidas que apuntan a castigar aún más a la clase trabajadora.

El ajuste económico que preparan, “los tiempos de shock”, siempre han redundado en despidos, disminución de salarios y aumento de las ganancias patronales. 

Todo el programa de Milei está enfocado en mayor poder para las patronales. Gritan libertad y la presentan como una consigna universal, pero la libertad que defienden es la libertad de los patrones de imponer sus condiciones sobre toda la clase trabajadora.

Por eso atacan a los sindicatos, hoy dirigidos por una burocracia inmovil y con dirigentes ricos en gremios donde los sueldos son de pobreza. Por eso atacan las conquistas de los movimientos populares que han tenido dinamismo en los últimos 30 años, como los Derechos Humanos o el feminismo, pero también los movimientos medioambientales y el movimiento piquetero.

Nuestra clase, nuestra lucha

No es la primera vez que la clase trabajadora deba enfrentar una situación defensiva y de resistencia. 

Todo lo que hoy tenemos en términos de derechos políticos, económicos y sociales son producto de luchas heroicas, de intervenciones directas de la clase trabajadora en la realidad nacional.

La memoria de esas luchas son fundamentales en el contexto que se abre. Ni la última dictadura cívico militar, que llevó adelante un genocidio violento contra nuestra clase, pudo diezmarnos. Las huelgas generales de la CGT contra esa dictadura genocida evidencian que hasta en los momentos más duros la clase obrera puede y debe luchar con sus métodos.

En este partido que recién empieza, debemos llevar adelante una fuerte campaña por la deliberación conjunta de la clase trabajadora. Los espacios públicos tienen que ser utilizados para discutir y resolver de conjunto formas de organizar la resistencia.

Por eso, es desde ahora que debemos discutir en cada lugar de trabajo, estudio y barrio, cómo vamos a defender las libertades democráticas, el derecho a huelga y a protesta, cómo vamos a defender más y mejor educación pública y gratuita, más y mejor hospitales y salitas, cómo vamos a defender el salario. La lucha contra el neofascismo no se da en las urnas cada cuatro años: tenemos que llevarla todos los días, a todos lados. Por eso es urgente echar a todo dirigente que nos diga que “hay que esperar” y recuperar nuestras herramientas de organización (sindicatos, centros de estudiantes, etc). Es urgente que todos los sectores, espacios y compañerxs sueltos que estemos dispuestos a enfrentar el ajuste en curso y el venidero, comencemos a juntarnos, discutir perspectivas, construir instancias de coordinación, sin hegemonismos ni autoproclamación, para poder crear espacios de organización para todxs aquellos que, aunque hoy sientan bronca o miedo, mañana lucharán contra el neofascismo codo a codo.

No hay recetas, tampoco misterios. La historia de nuestro pueblo habla por sí sola. Recoger las mejores tradiciones de las luchas pasadas para construir las que están por venir. Como dijo el Che “la única lucha que se pierde es la que se abandona”. ¡No pasarán!

PRC, 20/11/23.

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