El conjunto de medidas de ajuste brutal a les trabajadores y concesiones a los grandes empresarios del gobierno de LLA generó una ola de repudio masivo en la población, quienes rápidamente nos organizamos para movilizar con los sectores combativos el 20 de diciembre, a apenas 10 días de la asunción de Javier Milei. Esa misma noche, retomando parte de las tradiciones de lucha que heredamos del Argentinazo, en CABA y en varios sectores del Conurbano se comenzó a oír el repique de las cacerolas. Esos cacerolazos, espontáneos y autoconvocados comenzaron a tomar forma de Asambleas Populares, organismos que también supimos construir en el 2001.
Con composiciones heterogéneas, distintas experiencias de activismo confluyen en estos espacios que, de a poco van tomando la forma de instancias de deliberación y coordinación de la lucha popular contra el DNU, la ley Ómnibus y el protocolo represivo.
Es al calor de este proceso que surgen las asambleas de los distintos barrios de CABA, en el Norte, Sur y Oeste del conurbano bonaerense. Particularmente en Oeste, se comenzó a dar un interesante proceso de confluencia de las asambleas de Laferrere, Ciudad Evita, Ramos Mejia, Ituzaingó, Morón, Moreno, Hurlingham, Merlo, Padua, General Rodríguez y Ciudadela, las cuales pusieron en pie la Coordinadora de Asambleas del Oeste donde se trata de consensuar desde acuerdos políticos hasta criterios de cuidado en las movilizaciones. En el mismo proceso, cada asamblea fue votando a mano alzada sus delegades para esta coordinación, además de definir el curso de las acciones locales (cacerolazo, asamblea, volantedas, festivales, cita para movilizar) en rechazo al plan del ajuste del gobierno.
Consideramos que este proceso es muy auspicioso, ya que recoge elementos de dos de nuestros mojones de lucha más recientes: el Argentinazo del 2001 y el proceso de movilizaciones del 2017 que culminó en las jornadas del 14 y 18 de diciembre de ese año contra la reforma previsional. Frente a un gobierno que viene por todo, el reflejo de la clase fue resistir, por eso entendemos que hay que hacer los mayores esfuerzos por profundizar la organización de los espacios asamblearios, tratando de acercar los debates a cada vecino y vecina, invitándoles a participar activamente.
La necesidad de estabilizar estos espacios de organización debe estar por delante de cualquier aparatismo, figuretismo o autoproclamación. Es en la experiencia que la clase desarrolla su conciencia y las organizaciones revolucionarias debemos aportar a esa experiencia sin obstruirla. Las asambleas populares pueden constituir un punto de apoyo estratégico para la organización de la lucha frontal contra el gobierno y las patronales. En la medida que se desarrollan, coordinan y van llevando una agenda de tareas que arrancarán por la agitación y movilización pero que pueden ser mayores si el proceso se profundiza.
¡Plata hay!
Impuestos a las grandes fortunas para las necesidades populares
Que la crisis la paguen los patrones
Abajo el DNU y la Ley Ómnibus, el protocolo antiprotesta, antipiquetes y antihuelga
¡No pasarán!
