El gobierno de Milei es un gobierno que pretende rediseñar la relación de fuerzas entre las clases sociales, centralmente atacando todos los puntos de acumulación que surgieron del argentinazo de 2001 y 2002.
En la rebelión popular de 2001-2 la clase trabajadora ocupada y desocupada puso un límite certero a la burguesía que venía implementando un plan de saqueo y empobrecimiento generalizado.
La rebelión popular, con sus límites programáticos terminó generando una institucionalización de movimientos y luchas que se expresaron en la cooptación estatal que llevó adelante el kirchnerismo.
Durante los 90s se fueron acumulando fuerzas, luego de fuertes derrotas en los primeros años del menemismo. Esos diferentes movimientos que se fueron desarrollando terminaron en una síntesis de lucha en 2001, que combinó las formas de lucha previa y la movilización generalizada para enfrentar al gobierno de De La Rúa.

El gobierno de Milei retoma la línea histórica del menemismo y la dictadura militar en términos económicos y políticamente se encuadra en la nueva derecha neofascista que esta etapa del capital ha producido, con un sesgo de subordinación al imperialismo norteamericano y a las fracciones concentradas del capital financiero así como a los monopolios capitalistas locales y extranjeros.
En los primeros meses de gobierno se han producido una serie de ataques y de respuestas parciales que comienzan a trazar el camino de la resistencia.
Los movimientos que se han ido activando al calor de los ataques de Milei van desde el movimiento piquetero y las organizaciones sociales hasta el movimiento de la cultura, pasando por las asambleas y los cacerolazos de diciembre enero y ciertas respuestas sindicales, en estos momentos está ingresando en dinámica el movimiento estudiantil universitario.
Las movilizaciones de masas y las luchas sectoriales
Las dos movilizaciones convocadas por la CGT, tanto ante la corte suprema como en el marco del paro general de 12 horas, la movilización del 8 de marzo en el marco del paro internacional de mujeres y el 24 de marzo, han sido las movilizaciones más grandes hasta el momento y muestran la potencia que tiene el movimiento general si lleva adelante acciones unificadas. El gran escollo para que esto ocurra son las direcciones peronistas que tienen una estrategia de frenar el movimiento de resistencia y evitar que se generalice como es necesario ante la magnitud del ataque del gobierno.
El peronismo en general tiene una estrategia de esperar y tratar de capitalizar electoralmente el estrago social que está dejando el gobierno. Esta estrategia en el fondo condena a la clase trabajadora a consolidar peores situaciones de vida y un derrumbe de sus derechos conquistados históricamente a través de la lucha colectiva.
El desarrollo de cacerolazos y asambleas vecinales tuvo un momento importante en diciembre y enero, y jugaron el rol de movilizar a un activismo con disposición a enfrentar al gobierno y sus medidas. Este movimiento incipiente no ha logrado generalizarse ni tener ascendencia territorial real. El proceso de desarrollo de este movimiento tampoco va a ser lineal, no escapa a las generales de los reflujos de cualquier movimiento. Pero es importante que haya aparecido a menos de un mes de gobierno, retomando la experiencia histórica del argentinazo y trazando una posibilidad de organización muy potente.
El movimiento piquetero ha ido profundizando las acciones de lucha, en un marco más general de unidad que incluye acciones nacionales de todas las organizaciones. El ataque a las organizaciones sociales es global, desde la no entrega de alimentos para comedores, hasta el congelamiento de los Potenciar Trabajo, las bajas, y la persecución mediática.
La última jornada nacional de lucha, plantó sobre la 9 de julio un desafío concreto al gobierno, enfrentando el protocolo represivo de Bullrich y sosteniendo durante más de 2 horas el corte, resistiendo el avance de la policía y mostrando disposición a la lucha. Este movimiento tiene una presencia en la política argentina muy importante desde 1997. Como en todos los movimientos hay diferentes corrientes, pero en las últimas jornadas se ha expresado una política de frente único entre todas las organizaciones que es importante profundizar y desarrollar para enfrentar al gobierno.
El movimiento de mujeres y disidencias protagonizó la joranda del 8M en un nivel de masividad que este movimiento no veía teniendo desde la lucha por la legalización del aborto. Es importante la continuidad de las medidas de este movimiento en función de las amenazas que el Gobierno de Milei implica para los derechos conquistados y su retórica conservadora y retrógrada en relación a las cuestiones de género.
Finalmente el movimiento obrero organizado, los sindicatos, han llevado adelante medidas sueltas y aisladas en función de conflictos de sector. La UOM, ATE, UTA, CTERA han realizado medidas de distinta envergadura, pero todas fuera de un marco general de plan de lucha.
El deterioro del poder adquisitivo y la amenaza de la reforma laboral, son suficientes para desatar un movimiento general de les trabajadores. La lucha por el paro general y la continuidad en un plan de lucha desarrollado desde cada lugar de trabajo es fundamental para no dejar avanzar al gobierno. Las conducciones peronistas de la CGT y la CTA vienen frenando este proceso, por eso las campañas por la necesidad de las medidas de fuerza es fundamental en todos los lugares de trabajo.
Tanto el 23 de abril, como el 1° de mayo, como el paro general convocado para el 9 de mayo son instancias muy importantes en el camino de la resistencia. La participación con consignas por la continuidad del plan de lucha, por el enfrentamiento al gobierno hasta que caiga el plan de ajuste y las reformas antiobreras combinada con la lucha por una salida a la crisis que sea en favor de la clase trabajadora.
Ningún movimiento se desarrolla en forma lineal ni inmediata. La paciencia en la construcción es absolutamente necesaria, también los es la claridad de objetivos: superar las trabas de las direcciones que quieren esperar, el plan de lucha con paros generales y movilizaciones en forma progresiva pero decidida, la recuperación de nuestras herramientas sindicales, el desarrollo de organismos que puedan generalizar la lucha (como por ejemplo podrían ser las asambleas populares), la necesidad de que este gobierno sea derrotado, y que la salida no puede ser nuevamente la tibieza de no hacer nada. La política del Kirchnerismo de no enfadar a los poderosos o a la derecha, es en parte responsable que hoy nos gobierne Milei. Es hora de ir por todo, es hora de plantear una salida obrera, popular y socialista.
PRC, 18/04/24.