Análisis de las Elecciones en Francia: ¿Un freno a la Ultraderecha?

En las elecciones legislativas del 7 de julio adelantadas por la crisis del gobierno de Macron, en Francia, ocurrió lo que nadie esperaba, una fuerza de “izquierdas” salió primera, esto cuando todo indicaba ganador al partido de ultraderecha Agrupación Nacional (AN) comandado por Marine Le Pen.

Los últimos comicios dejan el panorama electoral de la siguiente forma, en primer lugar el Nuevo Frente Popular (NFP), en segundo lugar Juntos de Macron y en tercer lugar Agrupación Nacional (AN) de  Le Pen.

La coalición de “izquierdas” llamada Nuevo Frente Popular (NFP) salió victoriosa en esta pelea electoral. Su nombre no es casualidad, intenta recuperar el espíritu del Frente Popular del 30’ de Bloom, busca construir un discurso de espíritu antifascista y de izquierda radical. Pero esto no va mucho más allá de lo estético y discursivo. Si analizamos los partidos integrantes que van desde Francia insumisa de Jean-Luc Mélenchon, pasando por el Partido Socialista, Partido Comunista Francés, hasta el Nuevo Partido Anticapitalista de cierta orientación trotskista, se ve a las claras que es un rejunte de fuerzas que buscó en muy poco tiempo la unificación a cualquier costo para conseguir un triunfo electoral, por sobre cualquier acuerdo programático claro y a largo plazo.  

Esto no es una suposición, una de las consignas que en sus carteles se vio fue: “On S’engueulera Plus Tard” «Discutiremos más tarde». Esta cuestión a pocos días del triunfo electoral ya se está mostrando como un problema. Veamos por qué.

El sistema de gobierno francés se compone de dos figuras fuertes, el presidente -en este caso Macron- y el primer ministro, que es elegido por el parlamento. En general, quien tiene la mayoría en el parlamento designa el primer ministro, el cual es nombrado luego por el presidente.  Y aquí el problema, el NFP ganó, pero no tiene la amplia mayoría, aun así reclama que se designe un primer ministro de su fuerza, a lo cual Macron se niega argumentando que nadie tiene mayoría absoluta. Por lo tanto, el NFP tendría que negociar con Macron para formar gobierno. Sumado a esto el NFP no se pone de acuerdo en quién debe ocupar el cargo de primer ministro.  

El programa que han prometido aplicar es de reformas, lo que llamamos programa “mínimo”, (es decir que no es opuesto al capitalismo sino que se trata de conquistas concretas que el propio sistema puede otorgar), pero significativo para las masas. Los principales puntos son:

  • Aumento de salario mínimo e indexar los salarios a la inflación, 
  • La anulación de la reforma jubilatoria que aumenta la edad jubilatoria de 62 a 64 años, 
  • También el restablecimiento del Impuesto sobre las Fortunas (ISF) que Macron suprimió al comienzo de su primer mandato en 2017 para atraer inversores y evitar la salida de ricos que se domicilian en el extranjero para pagar menos impuestos.   

Se verá en el transcurso de las semanas la capacidad de negociación del NFP. Es difícil aplicar este programa (que, repetimos, es “mínimo”) negociando con sectores macronistas o con los ultraderechistas de AN. 

EL NFP no deja de ser un frente meramente electoral y que representa a sectores de la burguesía. El NFP no tiene ni busca una estrategia revolucionaria para las masas ni empoderarlas para este camino. Los frentes populares, es decir frente entre sectores de la clase obrera con sectores de la burguesía reformista, se han demostrado a lo largo de la  historia estériles a la hora de quitarle el poder a la burguesía, es una táctica que termina poniendo a les trabajadores detrás de la agenda posibilista de la burguesía y les reformistas. Si no se ataca a estos sectores agresivos del capital con una política agresiva por parte de los sectores revolucionarios y las masas, no hay posibilidad real de vencerlos. 

Para enfrentar estos sectores es necesario levantar frentes con independencia de clase, que no trancen en ningún aspecto con los sectores de la política burguesa.  Frentes amplios, que abracen todos los sectores dispuestos a lanzarse a pelear contras las hordas fascistas, pero con un programa claro de defensa de los intereses de la clase trabajadora y el pueblo pobre, que ataque directamente a los sectores del capital que avanzan por el aniquilamiento de las condiciones de vida de la clase, pero que busque a su vez la necesidad de tirar abajo el sistema capitalista en su conjunto.

La victoria del NFP es positiva en el sentido de haber puesto un freno a la ultraderecha fascista en el terreno electoral, pero es un freno temporal y que de no avanzar en el combate a la ultraderecha, bien podría ser revertido. Remarcamos esto porque el triunfo se da en el campo electoral. A los sectores de ultraderecha se los vence realmente en las calles, con la organización y la movilización obrera y popular. Francia viene de años en donde sea por el precio de los combustibles, la reforma previsional (aumento de la edad jubilatoria) o el gatillo fácil en los barrios pobres, la población se movilizó masivamente con importantes medidas de lucha. Pero la difusa delimitación programática y la ausencia de una organización política de la propia clase obrera francesa con capacidad de incidir con fuerza en estos procesos de lucha, hace que la irresolución de los grandes problemas económicos y sociales, lleve agua para el molino de los neofascistas. A la luz del análisis histórico de los grandes procesos de crisis y lucha de clases reciente, es que señalamos esta falencia. Para que una y otra vez las resoluciones políticas de las luchas no vayan ni para la ultraderecha ni para los que sostienen un capitalismo “de buenos modales”, es necesario un programa que afecte los intereses capitalistas en favor de la clase obrera.  

PRC, 03/08/24.

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