¿Qué pasa cuando la bronca se convierte en acción? ¿Qué puede suceder cuando lo que se pone en cuestión es la vida de los dueños de todo? Las preguntas que aparecen cuando alguien, un día, decide matar a un CEO.
«SIMPLEMENTE SE LO MERECÍAN»
La escena es clásica, casi de película: el 4 de Diciembre, el CEO de la aseguradora de salud más importante de Estados Unidos, Brian Thompson, es asesinado por un tipo joven, encapuchado, cuando está a punto de entrar a una conferencia en el hotel Hilton de Manhattan. Las balas portan un mensaje: «deny» «defend», «depose» («denegar», «defender», «deponer»), las tres palabras con las que la millonaria compañía de seguros rechaza sistemáticamente los reclamos de las personas cuya salud, o vida, se lleva el negocio de la medicina privada cotidianamente.
El asesino es Luigi Mangione y cuando la policía lo encuentra lleva en la mochila un manifiesto de solo 262 palabras, escrito a mano y muy conciso: «A los federales, seré breve (…) Para ahorrarles una investigación prolongada, dejo en claro que no estoy trabajando con nadie. Esto fue bastante trivial: algo de ingeniería social elemental, diseño asistido por ordenador básico, mucha paciencia (…) mi tecnología está bastante bloqueada porque trabajo en ingeniería, así que probablemente no haya mucha información allí. Me disculpo por cualquier conflicto o trauma, pero tenía que hacerse. Francamente, estos parásitos simplemente se lo merecían”.
«FREE LUIGI»: CUANDO LA VIOLENCIA SE SIENTE LEGÍTIMA
El asesinato llevado adelante por Luigi Mangione no solo no generó el repudio que uno hubiese podido imaginar en un país donde la ultraderecha ganó con Trump las últimas elecciones hace poco, sino que despertó un fenómeno de solidaridad e identificación inmenso. En TikTok, la gente publicó videos del recorrido que hizo al escapar por Nueva York y en Spotify empezaron a aparecer listas de reproducción dedicadas al sospechoso. Una vez arrestado, donantes anónimos aportaron miles de dólares para su defensa a través de varias actividades de recaudación de fondos en línea. El trabajador de McDonalds que delató a Luigi a cambio de una recompensa fue objeto de un repudio generalizado. «Free Luigi» (liberen a Luigi) se volvió muy rápidamente consigna y también remera, buzo, póster, taza. Y las ventas fueron tan explosivas que Amazon decidió prohibir los productos que hacen referencia a este hecho… porque la supuesta libertad de las redes y los mercados tiene límites de clase bastante claros, y entre CEOs se cuidan las espaldas.
Las razones de esta identificación son obvias y el propio Luigi las incluye en su manifiesto. Estados Unidos tiene el sistema de salud más caro del mundo pero ocupa el lugar número 42 en esperanza de vida. United Health, la empresa más grande de Estados Unidos por capitalización de mercado, tiene ganancias multimillonarias solo superadas por Apple, Google y Walmart. El CEO de la empresa, a quien Mangione eligió como blanco,contaba con un patrimonio de 42.9 millones de dolares y ganaba cerca de 10 millones de dolares al año.
Mientras tanto, una investigación reciente realizada por Commonwealth Fund, un instituto de políticas de salud, arrojó que al 45% de los adultos asegurados en edad laboral en EE.UU. se les cobró por algo que pensaban que debería haber sido gratuito o cubierto por el seguro, y el 17% de los encuestados dijo que su aseguradora les negó la cobertura de la atención recomendada por su médico. Incluso ya había surgido un movimiento de protesta hace unos diez años cuando a Jenn Coffey la empresa le negó el tratamiento que le indicaba su médico contra el cáncer de mama y una afección neurológica potencialmente inhabilitante, obligandola a vender sus pertenencias y organizar colectas para pagar ella misma la medicación en un momento en el que su enfermedad ya no le permitía trabajar.
En un mundo donde la salud es un negocio millonario y la vida de la mayoría es despachada con tres palabras, no es difícil entender la sensación de injusticia colectiva que el manifiesto de Luigi pone sobre la mesa: la violencia cotidiana existe, está a la vista hace rato, y la promueve la sed de ganancias de las empresas.
YA VAS A VER…
El asesinato fue realizado con un arma no registrada, no comprada, no vendida: un arma fabricada por partes con una impresora 3D. El mensaje que parece dejar este método es tan conciso como el manuscrito: esto lo puede hacer cualquiera.
Y ese es el mensaje que parece haber llegado a miles de personas cuya bronca contra la desigualdad venía bastante invisibilizada, en un momento donde la burbuja de las redes y los medios parece vendernos consensos que no son tan sólidos. Muy poquito tiempo después del arresto de Luigi, aparecieron carteles de «se busca» con los nombres de otros directores ejecutivos en la ciudad de Nueva York. Ya hay productos con la inscripción «Make CEOs Afraid Again» («Hagamos que a los CEOs tengan miedo de nuevo») en clara alusión al slogan de campaña de Trump «Make America Great Again». En las calles de Manhattan, hay pintadas con la cara de Luigi Bross (el hermano de Mario) apuntando con un arma en plena referencia al tío Sam bajo la leyenda «¿Who`s a next?» («¿Quién es el próximo?»).
Los multimillonarios accionistas de las grandes empresas multinacionales también parecen haber sentido este cambio de aire. Philip Klein, director de Klein Investigations, una empresa basada en Texas que se había encargado de la seguridad de Brian Thompson cuando dio un discurso a principios del 2000, manifestó su sorpresa por el hecho de que el ejecutivo no tuviera seguridad durante este viaje. Y afirmó que luego del asesinato comenzaron a lloverle llamadas con pedidos de seguridad para los grandes ejecutivos de varias empresas: «Las compañías deben despertarse y darse cuenta de que sus ejecutivos podrían ser perseguidos y atacados en cualquier parte».
A nivel económico, las acciones de UnitedHealth Group se han desplomado casi 20% desde el asesinato de Thompson y los precios de las acciones de los otros proveedores de seguros médicos de Estados Unidos también sufrieron una baja. Todo esto tuvo un impacto general en la bolsa de valores: al cierre del martes 17/12/24, el Dow había caído 1,564 puntos desde el 4 de diciembre, de los cuales 804 correspondían a UnitedHealth Group.
EL PROBLEMA DEL PODER
«No es una cuestión de conciencia, sino claramente de juegos de poder. Evidentemente, soy el primero en afrontarlo con una honestidad tan brutal». Así cierra el manifiesto de Luiggi. No es un problema de conciencia: ya sabemos que hay injusticia, explotación, desigualdad, las padecemos todos los días. El punto es cómo podemos actuar como clase trabajadora para no seguir perdiendo en esta lucha de poder.
Luigi pasó a la acción. Sin ir más lejos, nuestro país tiene larga historia de mártires vengadores del pueblo como Simón Radowitzky o Kurt Wilckens, ejecutores de Ramón Falcón y de Héctor Varela respectivamente. Falcón, a cargo de ordenar ametrallar un acto por el 1° de Mayo en 1909; Varela, coronel a cargo de reprimir a los obreros de la «Patagonia Rebelde» en 1921.
Pero más allá de las simpatías, la salida individual tiene sus límites: atrás de Thompson van a venir otros CEOs y, pasado el impacto de la noticia, la maquinaria capitalista va a seguir acumulando ganancia a costa de la salud de millones.
Ya en 1902, Lenin discutió contra la violencia individual aislada señalando que exhortar al terrorismo, a que individuos sueltos o grupos que no se conocen entre sí organicen atentados contra ministros o zares, tenía límites muy claros. Un ministro es sustituido por otro, las personas cambian, las acciones generan más o menos adhesión, pero no se logra con ellas una transformación de aquellas relaciones sociales que se buscaba enfrentar. Para dar vuelta realmente este modo de producción que sostiene los lujos del 1% de la población a costa de los padecimientos del 99% restante, es necesaria la acción colectiva, organizada, revolucionaria: «Todo socialista que piensa extrae de esta verdad la siguiente conclusión: hay que actuar en tropel con mayor energía, audacia y unanimidad» (Lenin, 1902).
Aún así, el pasaje a la acción de Luigi y la recepción popular de este hecho no dejan de ser significativos en este contexto, porque cambian momentáneamente la escena del supuesto consenso capitalista que nos venden todos los días. Muestran que la bronca existe, que está diseminada e invisibilizada, pero que es grande y masiva. Muestran que la violencia puede ser considerada legítima cuando es en respuesta a la violencia cotidiana, sistémica, planificada, que se lleva vidas todo el tiempo con el único objetivo de enriquecer a una minoría que sabe perfectamente lo que hace. Muestran que también sus vidas, y no solo las nuestras, pueden estar en juego. Y muestran que el miedo, de a ratos, puede cambiar de bando.
PRC, 19/12/24.