En una nueva demostración de las reservas de lucha que tiene nuestro pueblo trabajador, unas dos millones de personas en el país y otro tanto en distintas ciudades del mundo salimos a las calles en contra de la orientación antiderechos, conservadora y rancia del gobierno de Milei.
Rapidez de reflejos
Tras los dichos del presidente en Davos el pasado el 23 de enero en contra la comunidad LGTBIQ+, la igualdad de género, los derechos de las disidencias, la Educación Sexual Integral y los derechos que hemos conquistado gracias a múltiples luchas en nuestro país durante los últimos años, distintos colectivos de la comunidad convocaron a una asamblea abierta en Parque Lezama. Ese sábado 25 de enero la iniciativa prendió rápidamente, despertando el interés de miles de personas que sobrepasaron cualquier expectativa inicial. El componente «autoconvocado», es decir sin que grandes estructuras ni personalidades promuevan el encuentro, quedó como una marca distintiva. Esto no es una novedad, el movimiento de lucha en el último tiempo se viene mostrando más ágil de reflejos que las clásicas estructuras del movimiento de masas, cuyas direcciones están mucho más pendientes de la rosca con el gobierno, proyectando las elecciones o tranzando con el programa de ajuste.
El sujeto político que dió el primer paso esta vez fue desde el transfeminismo, el colectivo LGTBIQ+, uno de los que históricamente más ha sido ninguneado y atacado, gritando «¡basta!» y logrando aglutinar tras de sí a distintos sectores políticos (sobre todo la izquierda y parte del peronismo), sindicales (sectores en lucha como trabajadorxs de salud y sitios de memoria), movimientos sociales, etc.
Esa histórica asamblea de Lezama logró, en solo una semana, mantener las reivindicaciones del colectivo en agenda, que más actores políticos salgan a pronunciarse a favor, y que incluso las burocracias sindicales de las CTA y parte de la CGT llamen a movilizar. Todo esto a pesar del ridículo, pero insistente, desfile de funcionarios oficialistas en los medios masivos tratando de explicar que Milei no es homofóbico, que la marcha «es política» (obvio que sí), que la ideología de género promueve la perversión en las infancias permitiendo que las personas se persivan de otra edad entre otras tantas barbaridades insostenibles. En nada más que una semana, remarcamos, se convocó a este #1F masivo, federal e internacional.
1F Jornada histórica
Cuando decimos que este 1° de Febrero fue histórico no exageramos. Ya hemos sido testigos y partícipes de las movilizaciones de masas que durante el primer año del gobierno neofascista de Milei inundaron las calles. Eso no es lo nuevo. La novedad es el sujeto, la perspectiva. Bien puede entenderse como un nuevo capítulo de la marea feminista que logró conquistar el aborto legal seguro y gratuito. Bien puede pensarse como un paso más allá: la consolidación de las diversidades sexo genéricas como sujeto social de peso en el movimiento de lucha en el país, que como todo sujeto político tiene sus reivindicaciones y perspectivas. Una batalla ganada por la línea transfeminista -a la que adherimos- dentro del feminismo, planteando con claridad que las personas travas, travesti, trans, no solo existen sino que sobre todo luchan y resisten como parte de la clase explotada por el capitalismo patriarcal. El planteo es contundente: el neofascismo (ver acá), las derechas, nos odian porque nuestra existencia es la prueba de que hay vida más allá de la hetero-cis-mono norma, ese encasillamiento mezquino y opresor que nos ofrece este capitalismo en decadencia; es la demostración de que existen otras formas de vincularse, de amar, de construir redes, solidaridad, familia; que el capitalismo por más que insista en encasillarnos (y así lo hará hasta que no lo reemplacemos por otro sistema social) y oprimirnos, hay existencias que se les escapan.
Todo eso se vio el sábado masivamente en las calles, con epicentro en la ciudad de Buenos Aires, pero también en decenas de ciudades de todo el país. Estudiantes, jubilades, trabajadorxs, partidos políticos, organizaciones sociales. Incluso sectores oportunistas como la UCR, que viene jugando un patético papel de lamebotas del gobierno en el parlamento, o (sectores de) la CGT, que vienen haciendo la plancha con la excusa de que «la gente no quiere luchar» o que directamente transa con Milei.
Similar a lo que fue la primer marcha universitaria en Abril del año pasado, cientos de miles de personas marcharon por su cuenta con carteles y pancartas. Insistimos en remarcar este aspecto de la movilización, más allá de las columnas que siempre estamos en las calles, porque es un factor a tener en cuenta a la hora de analizar las fuerzas reales con las que contamos, caracterizar con claridad cuál es la predisposición a luchar, hasta dónde y de qué modos ayudar a que avance el movimiento. Frente a la crisis de representación, asambleas abiertas, democracia directa y de base, el debate amplio y presencial, bien pueden convertirse en las formas a las que apostar para que se profundice la participación política del pueblo trabajador.
Desafíos y perspectivas
Tenemos aún por delante el debate sobre cómo y por qué seguir. No sólo para enfrentar, resistir y frenar los embates del gobierno, sino también para ponerle nombre a la minoría social que se beneficia de estas políticas económicas y retrógradas, la burguesía. Esa clase social minoritaria, que vive en el lujo y la opulencia, en sus barrios cerrados o en torres de lujo, es la clara beneficiaria y por eso sostienen a este gobierno.
Frente a cada reclamo, frente a cada ataque, ligar la lucha y la resistencia a la necesidad de enfrentar al capitalismo en su totalidad, planteando la socialización de la producción y la riqueza en forma planificada para lograr una sociedad igualitaria que permita el libre desarrollo de todes. Hoy esos ataques tienen que ver con la estigmatización de las disidencias sexo genéricas, achicar la asistencia sanitaria, los despidos (tanto en el ámbito público como el privado), por la explotación de los recursos naturales. La transversalidad del ataque pro patronal que encarna este gobierno requiere, en principio y como mínimo, de avanzar en la coordinación por abajo de todas las luchas y seguir presionando a las centrales sindicales con la perspectiva del paro general con plan de lucha.
Pero ¿Por qué decimos «coordinación por abajo»? Porque se ha demostrado una y mil veces que los acuerdos entre dirigencias, entre cúpulas, entre aparatos y a puertas cerradas, no logran articular mucho más que un par de «encuentros» o «plenarios» que reunen a cientos de activistas, alguna que otra marcha o acto, pero no logran realmente trascender y echar raíces en cada sector (de trabajo, de estudio, barrio, etc.). Es necesario que sea, como fue en Lezama, como se hizo en el Bonaparte o se viene desarrollando con los despidos en Linde Praxair, entre lxs propixs implicadxs directxs en el conflicto, quienes le ponen el cuerpo en lo cotidiano, sean sujetxs políticos de esa unidad entre sectores. Con este método construir un programa claro, sintético y que aglutine a todos los sectores, tareas de cuidados y autodefensa, etc., etc. Por supuesto que habría que pensar en instancias de delegación y coordinación, pues es imposible la deliberación permanente entre miles, pero esa coordinación debe hacerse sobre la base de mandatos de base elaborados en cada lugar. De este tipo de unidad, superadora de la unidad de acción en la calle, es que podremos fortalecernos y oponerle una salida obrera y popular al ataque neofascista.
¡El neofascismo en Argentina no pasará!
¡No a los despidos!
¡Por la unidad de todas las luchas!
¡Fuera Milei!
PRC, 05/02/25.
