El paro general del jueves 10/04 y la movilización del miércoles 09/02 convocado por la CGT y las CTAs en apoyo a jubiladxs es una instancia que todxs lxs laburantes tenemos que aprovechar para agitar la huelga en nuestros lugares de trabajo, movilizar y hacer sentir la bronca que venimos masticando todos los días. Motivos sobran: salarios a la baja, cierres de plantas, despidos, jubilaciones que no alcanzan la mínima supervivencia, declaraciones presidenciales homofóbicas y fascistas, represión, represión y más represión. Todos los días nos despertamos y el gobierno ya nos dio un nuevo motivo para salir a pelear.

Por supuesto, el paro llega tarde y demasiado “suelto”. Las conducciones de las centrales sindicales hace rato que no responden a los intereses de lxs trabajadores y se acomodan a los distintos gobiernos de turno. Este caso no es diferente: a Milei lo están dejando gobernar. Y esto es importante decirlo una y mil veces: lo dejan gobernar las burocracias que no hacen nada para organizar la bronca que hay en la clase trabajadora; lo dejan liderar los gobernadores provinciales que aplican el ajuste en sus territorios; lo dejan gobernar en el parlamento, donde le votan todas las leyes, todos los endeudamientos, y no son capaces siquiera de investigarlo cuando se da un escándalo internacional y una estafa masiva como la de Libra.
Pero el hecho de que las cúpulas sindicales se hayan visto presionadas para llamar al paro es importante porque es el resultado de la movilización popular, que, cuando se queda sin los canales institucionales para expresar la bronca, encuentra otros modos de hacerse sentir. Este paro no existiría sin la marcha de jubilados e hinchas del 12 de marzo, y las que siguieron; no existiría tampoco sin la enorme marcha del 1F luego de las declaraciones de Milei en Davos; o sin la resistencia que vienen llevando adelante los jubilados que están vivificando todos los miércoles el recuerdo de Norma Pla. Es por eso que tenemos que leerlo como una victoria, porque lo impusimos bajo presión, y ahora tenemos que hacerlo sentir. Cuando en la tele o en redes comenten la cantidad de millones que se pierden en un día de paro general, lo que tenemos enfrente es una confesión: sin trabajadorxs no hay riqueza. ¿Imagínense lo que podemos hacer si nos organizamos y sostenemos un verdadero plan de lucha?
Nuestro lugar en las calles
Dentro de los sectores clasistas, combativos, o revolucionarios, se está dando un debate que muchas veces hemos cursado cuando se dan movilizaciones o paros generales de este tipo. ¿Qué tenemos que hacer ese día?
Lo primero que queremos decir es que estos debates son siempre tácticos. No se trata de ceder o sostener los principios de la independencia de clase que defendemos todos los días en nuestras militancias cotidianas, y que vamos a seguir defendiendo. Y por eso no debemos debatirlo como si se jugara un abandono de principios en tal o cual decisión, porque de hecho puede ser que tomemos decisiones diferentes en contextos diferentes y eso está bien. Partimos de saber quién es la burocracia sindical y qué rol juega. Sabemos también que la dirigencia peronista, que defiende el régimen tal cual está y constituye sólo una oposición electoral y declamativa, suele intentar “abrazar” a los sectores en lucha en estas ocasiones, para capitalizar la bronca electoralmente y luego desoír esos mismos reclamos cuando gobierna. Esos son sus juegos, sus tácticas, y es importante dejarlas claras para no comerse la curva. Pero lo que nosotrxs tenemos que pensar es qué nos conviene colectivamente, qué sirve más para organizar a nuestra clase e incidir en esta ocasión.
En este marco, en aquellos sindicatos donde existan expresiones antiburocrácticas o combativas, creemos que es importante estar presente dentro de las columnas de los sindicatos, agrupados y agitando la bronca, la necesidad de un plan de lucha más sostenido, su continuidad. Volcar la agitación sobre la base movilizada. Esto no implica obviamente regalarse ni buscar que te expulsen: en cada lugar, en cada espacio de trabajo, hay que medir la relación de fuerzas. En algunos casos podemos darnos la política de agitar a viva voz que “con esto solo no va a alcanzar”. En otros, será simplemente conversar con lxs compañerxs de al lado, no con el dirigente burócrata sino con esxs compas que genuinamente estaban esperando la medida y se movilizan porque quieren pelear. Si consideramos que la recuperación sindical es una de las tareas más importantes dentro del movimiento obrero, sacar a los agrupamientos antiburocráticos de sus columnas no nos parece hoy la mejor forma de lograrlo. Frente al descontento genuino que hay por abajo, debemos mostrarnos como opción viable, cercana y no sectaria.
La columna independiente, que busca expresar un polo clasista y combativo dentro de la marcha, puede ser una táctica que complemente lo que planteamos para los espacios sindicales más organizados. El agrupamiento de las organizaciones de izquierda y revolucionarias, de los distintos espacios de lucha, puede ser una referencia para aquellxs compañerxs que no tengan condiciones para dar esta pelea en sus columnas, o no tengan sindicato con el cual marchar (recordemos que gran parte de la población activa labura en la informalidad), para los sectores de trabajadorxs desocupadxs, para estudiantes cuyos centros no movilizan y para mucha gente que va suelta. Pero no consideramos que para nutrir esta columna independiente sea necesario retirar a lxs compas que tienen condiciones de dar una disputa o construir referencia dentro de sus columnas gremiales.
Por otra parte, tras la idea de la “columna independiente” muchas veces se nombran cosas diferentes. Una columna independiente fue la que el 1 de mayo del año pasado fue a la convocatoria de la CGT (que hacía años no marchaba este día) para agitar ahí la necesidad del paro, consiguiendo incluso cierto apoyo o tímidas sonrisas de muchxs compañerxs que estaban dentro de las columnas que dirige la burocracia. Esa forma de la columna independiente, que va a la misma convocatoria e intenta incidir, agitar, mostrar los límites de la burocracia y las ganas que hay de pelear, es la que nos parece más acertada para este momento. Ir a la misma convocatoria no implica necesariamente “diluirse”: aún sabiendo qué juego están jugando ellos, podemos buscar la forma de organizar nuestras fuerzas y agitar que hay que ir por más. La otra modalidad de la columna independiente, la que pone un punto de encuentro diferente y realiza un acto aparte, nos parece equivocada en este momento porque nos aísla y puede generar que nos perdamos la posibilidad de dirigir la bronca contra las propias cúpulas sindicales, como pasó cuando muchos sectores del clasismo estaban en un acto propio a varias cuadras mientras otros laburantes estábamos bajando del atril de la CGT en aquel histórico 7 de marzo del 2017.
Con esto solo no va a alcanzar…
Derrotar a este gobierno y enfrentar a las patronales que lo bancan porque quieren cambiar la relación de fuerzas que tenemos como clase trabajadora, herencia de todas las luchas pasadas, no se va a resolver en un solo paro. La burocracia lo sabe, por eso evita por todos los medios llamar a medidas escalonadas, sostener la organización de lxs trabajadorxs en el tiempo, generar espacios genuinos de deliberación y participación que puedan escapárseles de las manos. Pero nosotrxs también sabemos cómo podemos presionar: si la movilización del 1F, si la del 12 de marzo y las que siguieron fueron las que generaron este paro, tendremos que seguir saliendo a la calle, seguir desbordando a los que dejan gobernar, y seguir inventando los canales para organizarnos contra los ataques del gobierno de Milei y los gobiernos provinciales.
PRC, 05/04/25.