Bessent, el nuevo ministro de economía

Después de una semana de negociaciones con todo el equipo económico de Argentina deambulando por EEUU, finalmente el gobierno de Trump salió al rescate de un programa económico que da muestras de no tener arreglo. Estaba convenido que este acuerdo se diera a conocer el martes durante la visita de Milei a Trump, debido a la inestabilidad extrema de la economía argentina. Este “auxilio” implica la compra directa de pesos a través del Banco Santander, como un arbolito cualquiera, pero por parte del tesoro estadounidense, y un swap de 20 millones de dólares anunciado antes de lo programado. El gobierno de Milei logra así la fantasía de un peso estable antes de las elecciones, aunque quién sabe hasta cuándo puede durar en medio de escándalos de corrupción, vínculos con el narcotráfico, una economía quebrada y un presidente en el cenit de la disociación protagonizando un recital.

Las intervenciones del Tesoro estadounidense en el mercado financiero argentino, controlando el precio del peso, son un paso más en la bancarrota financiera de este gobierno, que además afectará los intereses nacionales a largo plazo. Pero sobre todo implica un salto de calidad en el tipo de intervención de EEUU en la política local y regional, que evidencia su interés por ganar control en América Latina para desplazar la influencia de China y la dependencia económica que Argentina mantiene con el gigante asiático.

Caputo, el ministro de economía de Argentina, ahora en el rol de secretario de Bessent, fue a pedir la escupidera yanki y negociar lo que sea para evitar la devaluación antes de las elecciones. Un cortoplacismo absoluto, propio de la especulación política del gobierno que ve derretirse el apoyo político que supo tener.

El acuerdo, que obviamente no se ha hecho público, es decir que desconocemos los términos y condiciones que EEUU impondrá a Argentina por estas intervenciones, fue el manotazo de ahogado del gobierno de Milei y Caputo que no paran de aumentar los niveles de endeudamiento y de dilapidar las escasas reservas en dólares que tiene el Banco Central. Por otra parte, es probable que ni siquiera exista un acuerdo formal sino compromisos, extorsiones y  promesas, ya que Trump suele ser ambiguo y cambiante en lo que exige en las negociaciones. A esta característica personal se le suma que está atravesando críticas internas, tanto por el sector sojero norteamericano, como por el votante conservador que usa la gorra de “American First”: ambos sectores se oponen a una ayuda financiera para Argentina. También ha recibido críticas del Partido Demócrata, oposición a Trump, que se pregunta con un gran cinismo por qué EEUU debería rescatar al gobierno de Milei mientras se recorta el presupuesto norteamericano. Algunos incluso presentaron un proyecto para que se prohíba el uso del Fondo de Estabilización Cambiaria para rescatar a Argentina y a los inversores internacionales. Esto demuestra que si Trump avanzó con el “rescate” es porque tenían algo claro: si no había una ayuda de EEUU, el gobierno de Milei estaba acabado. Y eso implicaría una pérdida de control regional que en el marco de la disputa con China pesó más que el ruido interno.

Sin embargo, es evidente que el esquema económico de Milei es insostenible: necesita un refuerzo externo de 20.000 millones de dólares cada 6 meses. Este esquema partió de hundir el salario de les trabajadores y el pueblo, aumentar la jornada laboral total para poder llegar a fin de mes y beneficiar a los sectores económicos más concentrados del país. Y hoy no se puede sostener sin rescates externos.

La intervención de EEUU


Bessent explica la ayuda económica a Argentina desde su importancia geopolítica en la guerra económica contra China. De hecho, el monto del swap anunciado es equivalente al que Argentina tiene comprometido con el gigante asiático. Por eso hay quienes sostienen que podría tratarse de un intercambio de monedas, en el cual EEUU le exigiría al gobierno de Milei que use ese swap para pagar la deuda con China, reemplazando así su dependencia económica de un país al otro. Una hipótesis alternativa es la que sostiene que la ayuda en realidad beneficiaría a los aliados de Bessent, los ricos gestores de fondos como BlackRock, Fidelity, Pimco e inversores como Stanley Druckenmiller y Robert Citrone, que apostaron fuerte en Argentina y que si la economía se hunde podrían verse afectados. Estos posibles objetivos del rescate acordado no se contraponen. Lo que queda claro en cualquier caso es que si los Estados Unidos se convierten en el sostén del precio del peso, se renuncia a una herramienta de soberanía y se pone el país a tiro de una colonización económica directa de los monopolios norteamericanos que lo deseen.

Es que dejar en manos de una potencia como EEUU la política cambiaria y la sostenibilidad de los bonos, implica en los hechos que puedan forzar movimientos que beneficien a los capitalistas de sus países. Básicamente, pueden generar que los precios de las empresas bajen fuertemente para poder adquirirlas como baratijas y luego generar la suba de sus precios, para venderlas o para quedarselas y aumentar sus negocios. 

Además, de acuerdo con las declaraciones de Bessent en el programa «The Ingraham Angle» de Fox News Channel, a EEUU le interesa no solo alejar a China del continente sino también las llamadas “tierras raras” que hay en Argentina: es decir, el uranio y el titanio. En este marco tampoco es casualidad el tirón de orejas que Trump le hizo a Macri y Torres (Gobernador de Chubut y principal lobista de la explotación de uranio en la provincia) para que sostengan al  gobierno aunque sea por un rato más.

Crisis financiera y política

En este escenario, es claro que la crisis política y la crisis financiera se retroalimentan y potencian. En este marco, el mayor de los problemas que tenemos es la falta de una intervención directa de la clase trabajadora en la crisis para imponer condiciones a los capitalistas.

La responsabilidad de las direcciones peronistas en permitir que este gobierno siga haciendo estragos sobre la clase trabajadora y el pueblo es patente. Esto es visible tanto desde la dirigencia peronista que garantiza la gobernabilidad y los jueguitos parlamentarios, como desde las burocracias sindicales que no han hecho nada para enfrentar este brutal avance contra nuestra clase. ¿No es acaso urgente la necesidad de una verdadera recomposición salarial para el conjunto de la clase trabajadora? ¿No es acaso necesario que se conquiste – como en otros siglos- la jornada laboral de 8 horas y se termine con la dura realidad del pluriempleo? ¿No es acaso imperioso detener el endeudamiento al que este gobierno está sometiendo al país?

Fuera EEUU del país, no a la injerencia imperialista.
Ni un peso al FMI, no al pago de la deuda externa.
Fuera Milei, no se puede esperar a 2027.

PRC, 13/10/25.

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