Un país arrasado. Tenemos que sacarlos ya

El gobierno de Javier Mieli continúa su política económica de subordinación del conjunto de la sociedad a la renta financiera y el extractivismo exportador como modelo económico. Un país arrasado que sólo es pensado en función de que unas pocas empresas hagan negocios, se apropien de los territorios y la renta financiera, y que deja en la pobreza a millones.

Así y todo, el gobierno de Milei cuenta con el apoyo de lo más encumbrado de la burguesía que actúa en el país que banca su plan de guerra contra la clase trabajadora, sus organizaciones y sus derechos. Los diferentes sectores de la burguesía se van reconvirtiendo en importadores o especuladores con bonos de deuda, mientras suspenden y despiden trabajadores, y se paralizan sectores económicos.

Pero estos esquemas económicos de renta financiera van encontrando sus límites en la realidad material de una economía en recesión y, sobre todas las cosas, de una deuda del estado impagable que no es más que una sangría permanente de recursos hacia ese mismo capital concentrado.

Tanto los 65.000 millones de dólares de deuda con el FMI, la deuda externa con acreedores privados y otros organismos, como la deuda en pesos con bancos y entidades financieras, totalizan una cantidad impagable y explican la política de ajuste que el gobierno lleva adelante en todas las áreas del estado en pos del tan agitado “equilibrio fiscal”.

El ajuste lo paga el pueblo trabajador

Está claro que la prioridad única de este gobierno es ese negocio financiero. De esta forma se garantizan altos niveles de rentabilidad en dólares para quienes entran en la timba de papeles de deuda del estado, pero aún así, sectores del capital financiero ven el límite de estas rentabilidades enormes,saben que de fondo hay una crisis de pago posible y por eso el gobierno se ve forzado a imponer encajes mayores par inmovilizar el dinero de los bancos, algo así como un principio de corralito.

Pero estos intereses enormes que paga el estado contrastan con la miseria de las jubilaciones y con la negativa a disponer de presupuesto para discapacidad, el Garrahan, educación y salud pública o para las rutas.

Este modelo se basa también en deprimir el salario: hace mucho tiempo no estaba tan bajo el sueldo de las y los trabajadores. Y esto se expresa en el aumento de la jornada de trabajo de la mayoría de la clase trabajadora, que compensa esa caída del poder adquisitivo con el pluriempleo. Para redondear un ingreso que llegue a fin de mes ya no se labura 8 horas: se suman varias horas más luego del laburo principal o se trabaja los fines de semana, haciendo uber, agarrando changas, vendiendo productos, etc. Cada vez son más les que tienen un segundo o tercer empleo. La pelea por las 8 horas que alguna vez dimos como clase hoy bien podría volver a ser una consigna.

Lo mismo ocurre con las jubilaciones y pensiones en niveles mucho más dramáticos, pues han sido llevadas a niveles de indigencia, lo que se combina con recortes en las prestaciones de medicamentos por ejemplo. Por eso, la dignidad se hace calle todos los miércoles, con les jubilades que movilizan al congreso desafiando las patotas armadas de Patricia Bullrich y Milei. Esas fuerzas de seguridad que ya han cometido crímenes filmados en las represiones, como el intento de asesinato de Pablo Grillo, se encoluman tras la ideología neofascista del gobierno agrandando el conflicto. Es así que generar en la calle las condiciones para defendernos de sus operativos se nos plantea como una necesidad urgente, porque abandonar la calle no es una opción, como cada miércoles se hace evidente.

Elecciones, grieta y después

Las elecciones provinciales y las nacionales de octubre no van a cambiar gran cosa. La estrategia del peronismo para enfrentar a Milei es un camino de derrota y frustración para la clase trabajadora. Las constantes apelaciones al “nos vemos en las urnas”, la rosca, la falta de cualquier propuesta realmente antagónica al gobierno de Milei hacen que sea una situación vacía, apelando a ser votados sólo porque no son Milei.

Pero ¿qué propone el peronismo? ¿Qué dice sobre la deuda externa? ¿qué dice sobre el FMI? ¿qué dice sobre esas fuerzas represivas que están castigando al pueblo cuando se moviliza? ¿Qué hacen, por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires con los salarios de docentes y estatales?

La realidad es que la dirigencia del peronismo está entre la gobernabilidad, el respeto a este gobierno de mierda y la falta de propuestas que expresan un cambio verdadero de situación. Porque para derrotar a Milei no sólo hay que movilizar y llevar adelante acciones de la clase laburante que muestren el poder que realmente tenemos como pueblo trabajador, sino que además hay que plantear abiertamente que tenemos que repudiar el extractivismo y la deuda externa, no votarla en el congreso como hicieron durante el gobierno de Alberto Fernandez.

En ese marco, el voto al FIT-U expresa una salida programática diferente en las elecciones y por eso los llamamos a votar, sabiendo los límites que tiene la política electoral. Lo que llamamos a votar es un programa de clase, el único que no defiende los intereses de la burguesía, en el marco de las elecciones que nada van a resolver de fondo.

La lucha de la clase trabajadora

Partimos de la convicción de que es la clase trabajadora la que puede resolver esta situación pero para ello tenemos un problema muy grande, que es la complicidad de las direcciones sindicales con el gobierno o con los gobiernos provinciales propiciando el inmovilismo y la desconfianza en la fuerza que realmente tenemos.

La ausencia de los sindicatos en la lucha por las jubilaciones, la falta de medidas de fuerza por el salario que se encuentra absolutamente deprimido, es muy evidente mientras diferentes luchas sectoriales se van expresando desde abajo contra despidos, contra el cepo a los salarios, en fin, contra este modelo de miseria para el pueblo.

Por eso la tarea de recuperar nuestros sindicatos es fundamental, así como propiciar la organización en los lugares de trabajo, para desbordar a estas direcciones burocráticas que se ubican del lado de las patronales y no del lado de las y los trabajadores.

Tenemos que abonar en el seno de la clase trabajadora la perspectiva de derrotar al gobierno, no en las urnas como propone el peronismo, sino en las calles, con la movilización general de la clase trabajadora, como hemos hecho tantas veces en la historia de nuestro país. Y además tenemos que hacerlo con una perspectiva, no solo para cambiar caras y apellidos, sino para imponer un programa de clase que parta de desconocer la deuda externa con el FMI, revertir todas las leyes y decretos de Milei y destinar los recursos a salud, a educación, a un salario mínimo vital y móvil equivalente a la canasta familiar. La plata está y es muchísima: sólo hay que sacársela a los capitalistas.

PRC, 19/8/25

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