El gobierno de Macri llega al año, en medio de una crisis capitalista de escala internacional que no encuentra salida. Se enmarca, también, en la ola abiertamente derechista que se despliega en América Latina, con el golpe de Temer en Brasil y el triunfo electoral de Trump en EEUU como íconos y representantes más explícitos de la burguesía. Descargar desde acá.
El gobierno de Macri expresó las aspiraciones de la clase capitalista local, después de haberse agotado la experiencia kirchnerista.
Al asumir, sin perder tiempo, la nueva gestión desató la devaluación, eximió y redujo impuestos a la burguesía exportadora y avanzó con los tarifazos de los servicios públicos. El salario de la clase trabajadora se desinfló aún más, los despidos se desencadenaron, al tiempo que las ganancias capitalistas se dispararon.
Los kirchneristas nucleados tanto en el FpV, en la CTA, la CGT y en los llamados movimientos sociales no hicieron más que ir de crisis en crisis sin dar ningún tipo de lucha consecuente contra el gobierno que vino a profundizar el ajuste.
Es que, al no cuestionar la estructura capitalista del sistema, sus planes eran más o menos los mismos. Así, el kirchnerismo, que prometió resistir y volver, sigue hundiéndose más y más después de la derrota electoral.
Este escenario facilitó en gran medida el desarrollo de la gestión macrista. La colaboración de la burocracia sindical, que protagonizó una nueva entregada, aceptando un vergonzoso bono de fin de año a cambio de abandonar los reclamos sentidos por nuestra clase, fue clave.
En este tiempo, importantes sectores de la clase trabajadora y del pueblo trabajador han dado masivas demostraciones de disposición a la lucha.
Las jornadas de lucha de los estatales de comienzo de año contra los despidos, la masiva movilización del 24 de marzo, las importantísimas marchas educativas, la enorme concentración dirigida por la CGT con motivo del 1º de mayo, las gigantescas convocatorias bajo la consigna “Ni una menos”, la masividad de la “Marcha Federal”, etc.
Más allá del rol vacilante, burocrático y limitado de sus conducciones, han puesto sobre la mesa la voluntad de lucha del pueblo, y han condicionado, de cierto modo, tanto al gobierno como a la burocracia sindical, que no quieren a la clase trabajadora en las calles.
Los sectores clasistas y de izquierda debemos poner en pie un frente único de la clase trabajadora, basado en los organismos con independencia de clase que hemos podido recuperar, como el SUTNA, junto al movimiento de mujeres, que viene protagonizando una experiencia unitaria y grandes luchas.
Las movilizaciones masivas a las que hemos asistido (teniendo en cuenta que empiezan a visualizarse grietas entre los sectores capitalistas más beneficiados y los menos beneficiados, al tiempo que el gobierno se propone incrementar las ganancias avanzando sobre los salarios y las condiciones laborales) y las experiencias de organización y lucha independientes de importantes sectores de nuestra clase ponen como una tarea de primer orden levantar una referencia de lucha que despliegue una pelea consecuente contra el ajuste del gobierno y presentar una perspectiva independiente para la clase trabajadora.