En el marco de su crisis, los capitalistas necesitan aumentar la explotación de la clase obrera y trabajadora. A eso vienen los gobiernos derechistas que se abren paso tras la gobernabilidad garantizada por los llamados populismos. Macri, detrás de los Kirchner, en Argentina. Temer, después del gobierno del PT, en Brasil. Y para coronar y darle nuevos bríos a este proceso de recambios gubernamentales, Trump a la cabeza del gendarme del mundo capitalista.
Es evidente que estos gobiernos se proponen continuar y profundizar un proceso de ajuste sobre la clase trabajadora que viene en curso hace mucho. Las políticas anunciadas por el magnate yanqui son más que elocuentes, en relación hacia la persecución de los inmigrantes y hacia las mujeres, hacia la tortura, y en relación a las reformas sociales en áreas como la salud. Pero esta política derechista ya se topó con masivas movilizaciones callejeras.
En Argentina, el proceso también es furioso. A la inflación, los tarifazos, y los salarios a la baja, se suma con fuerza el plan de una nueva oleada flexibiladora de las condiciones laborales para reducir los costos de las empresas y el gobierno, con los trabajadores como variable de ajuste. El acuerdo con UPCN en provincia de Buenos Aires que intenta poner un techo salarial del 18% en cuotas, pretende ser la política oficial para este año. El acuerdo con la burocracia petrolera para flexibilizar las condiciones de trabajo, también se presenta como parte integrante de los planes oficiales. En el mismo sentido, va el decreto que reforma el régimen de las ART y la pretendida reforma jubilatoria para la docencia. La burocracia de la CGT y la CTA, entre tanto, da vía libre al macrismo.
El kirchnerismo, que vociferó resistir los planes de Macri brilla por su ausencia. El conflicto de AGR-Clarín resume en un acto toda esta situación. Mientras las patronales y el gobierno se proponen atropellar a la clase obrera, con despidos y proyectos de flexibilización, el kirchnerismo apenas pronuncia algún tímido discurso, pero, en los hechos no sólo no apoya la lucha de los obreros, sino que termina contribuyendo al cerco mediático e informativo. Sólo la clase obrera enfrenta el plan de ajuste y flexibilización de los capitalistas y el gobierno, con organización y con lucha.
La lucha de los obreros de AGR-Clarín pone de manifiesto una lucha de clase contra clase. Este conflicto comienza a tener una relevancia mayúscula para el devenir de la situación actual. Por eso, la necesidad de poner en pie un plan de lucha nacional y la huelga general es imperiosa.