Editorial Voz Obrera Abril: «La lucha es de clase contra clase»

La fuerza de los trabajadores debe expresarse en un programa propio

La crisis, la recesión, los despidos, las suspensiones, la inflación y un innumerable etcétera son el telón de fondo sobre el que viene cobrando protagonismo la lucha de la clase trabajadora. Nuestra clase ha estado en el primer plano de las luchas del primer trimestre del año. Pero el gobierno sigue adelante con sus políticas de ajuste, y envalentonando a sectores derechistas. El resultado, un fenómeno de polarización y confrontaciones sociales.

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Claramente, la resistencia a las políticas antiobreras ha dado un giro este 2017.

El año pasado, la resistencia fue fragmentada y no logró expresarse en forma contundente, centralmente por la tregua concedida por la CGT y la CTA.

En 2017, estas experiencias aparecieron concentradas y arrancaron con la lucha y la ocupación del Ministerio de Educación. Luego, la lucha de AGR-Clarín expresó una capacidad de resistencia diferente por la ocupación de la planta, que ya lleva casi tres meses, y por las acciones de solidaridad.

La huelga y las inmensas movilizaciones docentes marcan el pico de las resistencias a los planes de ajuste del gobierno. Esta lucha ha encontrado una simpatía popular enorme porque se sabe que el techo del 18% es para toda la clase.

La movilización del 7/3 de la CGT mostró un escenario inédito en la historia post-dictatorial, con el desborde de las bases movilizadas. Ese hecho expresa la crisis que tienen las políticas de compromisos con las patronales, y pone en agenda la necesidad de un polo clasista para intervenir sobre el movimiento de masas con un programa de independencia de clase.

La marcha del 8, en el marco del paro internacional de mujeres, también presentó la continuidad de un movimiento muy fuerte, que expresa una política antipatriarcal y antigubernamental.

La marcha federal educativa y la del 24 de marzo fueron gigantescas demostraciones contra el gobierno y los genocidas. Y las movilizaciones continuaron el 30…  Y esta dinámica de masas no ha finalizado y no finalizará en tanto el gobierno sigue cerrado en su postura.

La huelga general, tardía, de la CGT fue contundente. Obligadas a convocarla, la CGT y la CTA intentaron hacer un paro dominguero. Pero el movimiento obrero clasista, junto a la izquierda, logró darle un carácter activo con piquetes en los principales accesos y ciudades del país.

El gobierno, entre tanto, dio luz verde a las movilizaciones de derecha y ordenó la represión desde el “mini Davos”, como única respuesta a las demandas contra el ajuste.

La tendencia a la polarización social está firme y ha llegado a la calle. Los medios masivos y los partidos patronales buscan polarizar entre macristas y kirchnersitas.

Pero sabemos que, en verdad, la polarización se da entre los intereses de la clase obrera y los de los capitalistas.

Los desbordes están a la orden del día. Como clase trabajadora, debemos estar atentos a esta situación e impulsar, por un lado, la continuidad de las acciones de lucha y la radicalización de las mismas, con las consignas de la huelga general para derrotar al gobierno y la necesidad de una salida a la crisis pensada desde las y los trabajadores.

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