Los dos hechos que sobresalen al finalizar el escrutinio de las PASO es la consolidación de la Alianza Cambiemos en la franja central del país y la crisis del peronismo, que, en sus diferentes variantes, no logra hacer pie.
Que la Alianza CAMBIEMOS haya consolidado un tercio de los sufragios es un dato de importancia para el gobierno y sus planes de reforma antipopular y de ajuste.
En este sentido, las y los trabajadores debemos tener en claro que en ninguna elección se derrota un plan de ajuste y estabilización, como el que está en curso.
Sólo con la lucha en los lugares de trabajo, unificando cada reclamo en un plan de lucha nacional con paros generales, ocupaciones de fábricas y cortes de ruta, podremos frenar esta política.
Las derrotas de Rodriguez Saa en San Luis y Schiaretti en Córdoba cierran los caminos del peronismo PRO y habilitan a Cambiemos a avanzar sobre esos espacios, ya que el propio macrismo los ha derrotado.
Por otro lado, lo que pretendía ser la opción intermedia entre el macrismo y el kirchnerismo también fue derrotada. El massismo hizo una elección pobre en los lugares que fue como fuerza propia; y, en muchas provincias, fue directamente con Cambiemos. Incluso Randazzo ha quedado totalmente desdibujado, lo que puede generar una merma de votos de su espacio hacia Unidad Ciudadana en octubre.
El escaso triunfo de Cristina sobre Bullrich muestra que la provincia de Buenos Aires tiene un sector que ha apostado fuerte por el gobierno de Macri y Vidal. Y muestra que el peronismo, incluso con su principal figura pública, no logra representar esa bronca contra el ajuste.
Es que los discursos de campaña son sólo eso, discursos. Los sectores kirchneristas, que están al frente de sindicatos o movimientos sociales, vienen llevando la misma tregua que los que se alinean en el massismo o directamente en el pro.
El kirchnrismo ha apostado con fuerza a la alianza de clases entre patronales “nacionales” (en general, negreras y brutalmente explotadoras) y los ciudadanos, desdibujando a las y los trabajadores como clase.
Por otro lado, se sigue confirmando que ninguna de las fuerzas que busca ocupar el escenario electoral con discursos de centro izquierda ha logrado pasar las PASO. Esta tendencia viene consolidándose luego de que el kirchnerismo tomara el lugar del progresismo.
Estos sectores, encabezados por De Gennaro, Pino Solanas y otros, que pretenden hacer alianzas digeribles para la clase media, han quedado totalmente desdibujados, ya que sus programas de conciliación de clases los representa el kirchnerismo, en tanto los programas de enfrentamiento al régimen los representa el FIT.
Finalmente, el FIT consolida su espacio, logrando pasar en todas las jurisdicciones en que se presentó, llegando a casi un millón de votos, con una proyección de crecimiento para octubre interesante.
El voto al FIT sigue reflejando el crecimiento de la izquierda en el período. Hasta hoy, ese crecimiento no ha logrado plasmarse en una política de acción común por fuera de lo electoral. Para nosotros ese es el principal desafío de los partidos que integran el FIT junto a todos aquellos que llamamos a votar por un programa de independencia de clase: unificar las fuerzas, desarrollar espacios estables de coordinación de las representaciones reales de las y los trabajadores para mostrar una dirección alternativa al peronismo.
Desde la clase trabajadora, debemos prepararnos para afrontar grandes batallas contra el gobierno actual. Pero sin olvidar que el andamiaje que utiliza Cambiemos en casi todas las reformas que pretende es el que dejó el kirchnerismo, tanto en lo represivo como en lo económico y político.
Por eso es que las y los trabajadores debemos desarrollar organizaciones políticas propias que tengan por objetivo imponer un gobierno de y para nuestra clase.
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