
Ahora, este no es un tema nuevo, aunque algunxs lo hayan olvidado, ya antes de la revolución rusa Alexandra Kollontai, decía en 1907 en el texto “Las relaciones sexuales y la lucha de clases”: «…Es imperdonable nuestra actitud de indiferencia ante una de las tareas esenciales de la clase obrera. Es inexplicable e injustificable que el vital problema sexual se relegue hipócritamente al casillero de las cuestiones “puramente privadas”. ¿Por qué negamos a este problema el auxilio de la energía y de la atención de la colectividad? Las relaciones entre los sexos y la elaboración de un código sexual que rija estas relaciones aparecen en la historia de la humanidad, de una manera invariable, como uno de los factores esenciales de la lucha social. Nada más cierto que la influencia fundamental y decisiva de las relaciones sexuales de un grupo social determinado en el resultado de la lucha de esta clase con otra de intereses opuestos…» a lo que luego agrega «…Debemos recordar que el código de la moral sexual, en armonía con las tareas fundamentales de la clase obrera, puede convertirse en poderoso instrumento que refuerce la posición de lucha de la clase ascendente. ¿Por qué no servirse de este instrumento, en interés de la clase obrera, en su lucha por el establecimiento de un sistema comunista y, a la vez también, por establecer nuevas relaciones entre los sexos, que sean más perfectas y felices?»
Parte de la lucha contra el capitalismo es la lucha contra el patriarcado, desde nuestra perspectiva no existe un sistema patriarcal con reglas de funcionamiento y perpetuación autónomos del capitalismo, históricamente el capitalismo ha sido siempre patriarcal y se ha valido de todas las herramientas (materiales y simbólicas) para la opresión y explotación de las mujeres, las disidencias sexuales y toda la clase obrera en su conjunto. Es por esto que dentro de las necesidades históricas de la lucha revolucionaria se encuentra la lucha contra el patriarcado. Existe una unidad inquebrantable entre la lucha revolucionaria y la lucha de géneros. En el camino de la abolición de los mismos, en tanto categoría social y la consecuencia de eso: la construcción de nuevas relaciones sociales, basadas en la solidaridad y la libertad.
Es por esto que en los partidos revolucionarios no hay lugar para la violencia de género.
Somos concientes que nosotrxs, como militantes que luchamos por la revolución social, no estamos por eso excentxs de los condicionamientos sociales que el capitalismo nos propone; las relaciones basadas en la propiedad privada, el individualismo, la competencia. Pero, sí somos conscientes que justamente debemos darnos la tarea militante de crear otras formas de relacionarnos entre compañerxs de clase, y desterrar ciertas prácticas que reproducen tanto al capital, como al patriarcado. No creemos que sea posible ser socialista, sin ser feminista.
Intentar hacer avanzar a las masas obreras en una perspectiva socialista, nos obliga a llevar adelante no sólo el compromiso con la revolución sino el ejemplo revolucionario que permita la emulación en los organismos de masas en los que militamos.
Menos que menos podemos dejar en manos de la justicia burguesa y patriarcal, la reglamentación y la legislación sobre la situación interna de nuestras organizaciones, como organizaciones revolucionarias tenemos nuestras reglas internas, el perfil del/a militante que queremos construir, con la perspectiva de elevar la conciencia de toda la clase obrera y el pueblo trabajador; no podemos tener una doble moral donde se critique la violencia de género en la sociedad y no tener una estricta vigilancia revolucionaria hacia nuestrxs militantes.
Es una tarea fundamental combatir la violencia y la desigualdad de género dentro de nuestras organizaciones, de toda la clase y sus organismos. Aquellas organizaciones que no puedan o no quieran hacerlo se encontrarán perimidas para llevar una verdadera lucha contra este capitalismo que es patriarcal, necesitamos las herramientas mas adecuadas para que la clase obrera se sacuda el yugo de esa doble opresión, sin un feminismo de clase no habrá socialismo.
En este camino en el que estamos queremos darle un gran abrazo fraternal, a todas las compañeras que han tenido que dar estas peleas, en soledad y colectivamente, adentro o afuera de sus organizaciones para que mueva todo el avispero revolucionario, desnude las violencias invisibilizadas y podamos construir entre todxs una izquierda revolucionaria: anticapitalista, antipatriarcal y por el socialismo.
Creo que costruyendo una IZQUIERA no se resuelvelo que necesitamos es el partido revolucionario marxista leninista como herramienta de la clase obrera para hacer la revolucion e imponer ladictadura del proletariado
La izquierda no significa clasismo
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