«Estoy convencida de que el motor de cambio es el amor. El amor que nos negaron es nuestro impulso para cambiar el mundo. Todos los golpes y el desprecio que sufrí no se comparan con el amor infinito que me rodea en estos momentos. Furia Travesti Siempre”. Por supuesto, Lohana. Por supuesto, adherimos… Nuestro amor es hacia esa nueva humanidad que día a día proponemos construir. Para ello se nos hace imprescindible terminar con el capitalismo patriarcal y construir una sociedad comunista, sin opresorxs ni oprimidxs.
Este 28 de junio nos vuelve a convocar a las calles, a movilizarnos a resistir contra las permanentes embestidas que pretenden mantenernes ocultes, que buscan perpetuar la discriminación y el odio.
Hace unos días el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires emitió una resolución que prohíbe el uso del lenguaje inclusivo en el aula. Es claro que el motivo que alegaron dista mucho de reconocer los reales fundamentos que cimienta dicha decisión.
El ataque al lenguaje inclusivo intenta frenar una ola de luchas que tiene como fecha célebre el 28 de junio de 1969 pero que se gesta de antaño. Las Revueltas de Stonewall fue un levantamiento que marcó una línea divisoria en la historia del movimiento LGTBIQ+.
Aquella madrugada, la policía irrumpió violentamente en el pub Stonewall Inn ubicado en Greenwich Village, en Nueva York, lugar al que llegaban personas, en su mayoría adolescentes víctimas de discriminación por no seguir la heteronorma. Esa noche fue distinta: cuando uno de los agentes intentó meter a un móvil a la fuerza a una de las activistas, unas 200 personas expresaron su repudio y arrojaron piedras y botellas a la policía. Es así que se desarrolló una jornada antirrepresiva, de resistencia y acción directa contra las fuerzas represivas. Los días que siguieron, se organizaron enormes manifestaciones en las cuales hubo detenidxs, heridxs y muchxs hospitalizadxs. Al año siguiente, se realizó la primera marcha del orgullo gay en Nueva York, Los Ángeles y San Francisco. Desde ese entonces, esta marcha comenzó a realizarse todos los años en distintos países del mundo, hasta hoy en día y expresa una manifestación de resistencia y lucha por los derechos de las personas LGBTQ+.
Hablar y escribir con la E, nombrarnos irrumpir el espacio público, las escuelas, los lugares de trabajo, desnaturalizar la heteronorma es una de las tareas que tenemos como movimiento transfeminista.
La moral oscurantista, religiosa y la violencia patriarcal atacan toda expresión en disidencia que no se adapte a los estereotipos heterosexuales, funcionales y necesarios para el desarrollo capitalista.
Se invisibiliza el trabajo doméstico para ocultar que necesitan mujeres que trabajen gratis para la reproducción de mano de obra, se esconden las disidencias sexuales, se les somete a la completa precarización y se les priva de todo tipo de derechos porque aún se necesita de la familia patriarcal típica para la reproducción del capital.
Y es que, lo que no se nombra no existe, y lo que no existe no requiere regulación estatal. Lo que no existe no necesita políticas públicas. El estado tiene un rol fundamental en perpetuar las discriminaciones que las personas travestis, trans, lesbianas, gays, no binaries, intersex sufren en todos los ámbitos.
Hoy se manifiesta en la prohibición del lenguaje inclusivo pero nos sigue faltando Tehuel, un chico trans que buscando trabajo no volvió a su casa y desde hace más de quince meses no se sabe nada de él.
El cupo laboral trans se erige cómo otra de las reivindicaciones históricas del movimiento. No es posible pensar en existencias dignas si no se les asegura, ni siquiera, la inserción al mercado laboral.
A eso debe sumarse que la vida de las personas travestis, transexuales y transgénero están atravesadas por la estigmatización, criminalización y patologización sistemática por el sentido común machista y por las instituciones estatales que obstaculizan el efectivo ejercicio del derecho a la salud, a la educación, a una vivienda digna.