Al ritmo de la crisis económica, política y social, la renuncia del ministro de Economía Guzmán vuelve a sacudir el ya maltrecho gobierno del FdT. La burguesía concentrada impulsa la crisis política y económica para generar una situación que le permita sancionar en términos sociales una nueva relación de fuerzas entre las clases más favorable a ella. La desmovilización a la que apuestan las conducciones burocráticas es funcional al ajuste. Es necesario empujar la movilización obrera y popular.
La burguesía empuja al abismo
La propia clase dominante ungió a Alberto Fernandez como el presidente peronista que podía “hacer lo que Cristina no podía”, es decir, negociar con el FMI y reestructurar la deuda e impulsar el ajuste que el macrismo había dejado pendiente.
Es ocioso en esta nota discutir si Cristina Kirchner podía o no podía llevar adelante ese programa. Es claro, que Cristina propició la candidatura de Alberto Fernandez junto a todos los sectores del FdT y que el sector político que ella dirige es parte fundamental del FdT y absolutamente responsable de esta situación.
La fuerte corrida contra el peso de las semanas anteriores demostraron cómo el programa económico gradualista de administración de la crisis de Guzmán estaba llegando a su fin. La propia burguesía fue tensando la situación por las restricciones que tiene la economía argentina en este contexto de crisis mundial, post pandemia y guerra en Europa.
Sin embargo, el ajuste que demandan los sectores de la burguesía más concentrada, que se expresa lisa y llanamente en un ataque frontal a las condiciones materiales de la clase trabajadora y el pueblo pobre, en los hechos implica llevar a millones a la inanición puesto que vienen exigiendo, en esta delicada situación social, un achique mayor del Estado o, lo que es lo mismo, un recorte brutal de sus gastos, sobre todo los que impactan como salarios indirectos (salud y educación pública, jubilación, subsidio a los servicios, etc.).
Ese programa económico que reclaman desde fachos hasta liberales, pasando por varios partidos de la oposición y que Guzmán estaba llevando adelante en forma gradual pero contundente, es un factor más de crisis política, porque la implementación de semejante ajuste necesita avanzar sobre la organización popular existente en el país.
Las burocracias peronistas
La CGT, la CTA, la CTEP, la UTEP, la CCC, el Movimiento Evita y todos los movimientos que tienen direcciones peronistas o del FdT están en silencio y trabajando para la quietud del pueblo.
Asustan con la derecha, con la crisis, con que podemos estar peor, con Macri, con Trump, con todo lo que se pueda. ¿Por qué dirigentes del movimiento obrero y popular trabajan tanto con el miedo de lxs compañerxs? Evidentemente ayuda a creer que este gobierno es lo único posible, aunque sea una verdadera porquería.
De esta forma, desmovilizando a la clase, las burocracias peronistas convalidan la pulverización de nuestras condiciones de vida y, ante ese panorama, la burguesía aprieta para que el ajuste sea más profundo y así pueda pasar un plan de estabilización que nos va a traer más penurias.
La quietud o desmovilización a las que apuestan las conducciones sindicales son funcionales al ajuste que estamos padeciendo y le allanan el camino a una derrota peor para nuestra clase. Es por eso que debemos denunciarlos y enfrentarlos, mostrando que existe otra perspectiva que la resignación a un ajuste cada vez mayor.
Movilización para enfrentar el ajuste
Es claro que hay que echar a todxs lxs que no quieren movilizar contra este ajuste. Pero para eso necesitamos impulsar la deliberación en los barrios y lugares de trabajo, en escuelas y universidades, con el objetivo de liberarnos de las garras del quietismo que imponen lxs peronistas.
Las organizaciones y movimientos populares, sindicatos, centros de estudiantes, movimiento piquetero, movimiento de mujeres, movimiento ambiental, entre otros, debemos profundizar un proceso de movilización urgente con una serie de consignas como basta de ajuste, abajo el acuerdo con el FMI, aumento del salario mínimo, vital y móvil, impuesto permanente a las fortunas que empuje hacia otra salida social distinta y opuesta a la que nos está proponiendo la burguesía.
También es necesario que vuelvan a tomar dinámica los espacios de frente único impulsados por las organizaciones de izquierda que apostamos a la movilización obrera y popular y desde allí acordar una campaña unificada para intervenir en la situación política. La propuesta de movilizar el 9 de julio próximo es importante para desplegar una dinámica movilizadora, un plan de hostilidades contra el gobierno.
Sabemos muy bien que únicamente con lucha y organización podemos conseguir las demandas más sentidas. A la vez que es la forma de construir y acumular poder obrero y popular para plantarle a la sociedad una alternativa política ante este capitalismo en decadencia que, sea de la mano del FdT o de Cambiemos, sólo promete más ajuste.