Todos los días aparece un nuevo episodio de la rosca de los partidos patronales. Desfilan por los medios candidatos de todo tipo y color mostrando una agenda que cada vez interesa menos, alejada de los problemas reales de la clase trabajadora. Pero la rosca no nos debe tapar el ajuste.
Un ajuste permanente
La política argentina se encamina a un nuevo circo electoral. Para que el espectáculo sea vendible todos los días aparece un nuevo conflicto entre precandidatos de los diferentes bloques de poder.
Juntos por el Cambio atesora la posibilidad de volver al gobierno luego del desastroso gobierno del peronismo. Ante esa posibilidad estallaron las internas para ver quien se lleva la candidatura a presidente. Debaten figuritas y en el fondo acumulaciones de poder de fracciones dentro del propio frente de Macristas y Radicales. La interna está al rojo vivo, pero la realidad es que no debaten realmente nada.
El Frente de Todos sigue administrando el ajuste fondomonetarista. Los datos son contundentes, aumento de la pobreza y de la precarización laboral por dónde se mire. La inflación castiga los salarios día a día dejando las paritarias por debajo de la inflación. En concreto el poder adquisitivo de los salarios disminuye y fuerza a la extensión de la jornada laboral o a conseguir otro empleo. En simultáneo el Ministerio de desarrollo social sigue ajustando planes Potenciar Trabajo para achicar el gasto estatal.
La Libertad Avanza, espacio de los conservadores, utraliberales y fascistas, sigue siendo promocionado por los medios masivos para que todo el descontento y la bronca que se vive sea dirigida hacia ese espacio que, en forma de marketing, habla contra la “casta” y gritonea enojo pero que proclama a los cuatro vientos un programa de ataque al conjunto de los derechos de la clase trabajadora, las mujeres y las disidencias.
La apatía se está volviendo bronca
El conflicto desatado por el asesinato de un colectivero, con paro y piquete incluido, tuvo su punto máximo cuando el milico Berni fue golpeado por los colectiveros. El método patotero y de super macho del ministro bonaerense se estrelló contra una piña de realidad. Más allá de posibles maniobras de Bullrich y su pandilla macrista intentando capitalizar el malestar por la muerte de un laburante, hay bronca. Hay bronca y no hay respuestas. La situación social poco a poco se convierte en un polvorín. El canto de los colectiveros de “que se vayan todos” prendió algunas alarmas.
La operación mediática posterior fue clarísima. Por el lado del Kirchnerismo, salieron a culpar a Cambiemos, en vez de reconocer que ya no tienen la tranquilidad de ir a cualquier conflicto, por el propio ajuste que llevan adelante. La derecha mediática y política salió a capitalizar el problema de inseguridad con una agenda represiva. Más allá, de un lado y del otro se ubican de cara a juntar votos, de espaldas a los problemas reales.
Finalmente el gobierno adoptó esa agenda represiva -nuevamente y contando…- con las detenciones de los choferes y con los cacheos en los colectivos al mejor estilo dictadura. Pero esta cosmética represiva no resuelve nada. Mientras impere la pobreza y la falta de perspectiva en la clase, la inseguridad seguirá existiendo como mecanismo de subsistencia de sectores de la población y como mecanismo de control social gestionado por las propias fuerzas represivas.
Convertir la bronca en organización y lucha
La bronca popular que existe sigue siendo contenida por las burocracias sindicales y piqueteras. El discurso de estos sectores es simple: elegir el mal menor porque la relación de fuerzas no da para otra cosa. El efecto que generan retroalimenta la situación, porque desmoralizan planteando que cualquier reclamo fortalece a la derecha y cuanto menos lucha y reclamos hay, más se envalentona la derecha corriendo la agenda pública.
Pero más grave aún, es que esa contención está dejando pasar un ajuste brutal del cual las burocracias sindicales y piqueteras son cómplices y gestoras. Ese ajuste que se está llevando adelante también corre todo el arco político burgués a derecha y envalentona a las patronales a plantear cada vez más fuerza la necesidad de atacar más frontalmente a la clase trabajadora en su conjunto.
El desafío que tenemos en esta situación es convertir el malestar y la bronca con la realidad en organización, para romper la desmoralización de que no se puede hacer nada y comenzar procesos de lucha que recompongan la subjetividad de la clase trabajadora. Los ejemplos del movimiento piquetero de la Unidad Piquetera, de las luchas docentes en varias provincias, de los obreros del neumático a fin de 2022 son puntos de apoyo para esto.
Debemos redoblar la discusión en los lugares de trabajo y estudio para superar la apatía que siembra el peronismo y prepararnos para grandes luchas en defensa de nuestros derechos.
PRC, 17/04/23.