Editorial Voz Obrera Nº 5: «Ajuste: La burguesía en acción»

El gobierno de la Alianza Cambiemos descarga un gran ajuste sobre los trabajadores. La oposición peronista más poderosa, como las 3 CGT, los diputados, senadores, gobernadores, se quejan un poco, pero a la vez negocian con el gobierno. Los progresistas se dedican a una “resistencia cultural” mientras el ajuste avanza a paso firme. Es necesaria la más amplia unidad obrera en las calles para poder frenar esta política contra nuestra clase.

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Dentro del capitalismo mundial y para la burguesía a nivel local, el rol de Argentina es el de proveedor de materias primas. Ese es el sector más productivo y el que aporta dólares al país. La industria, por su parte, crece o decrece coyunturalmente, es poco productiva y no exporta al mundo.

Luego de 2002 y la megadevaluación, sumado a buenos precios internacionales de las materias primas, Argentina comenzó a exportar muchos bienes agrícolas y entraban dólares al país.

En ese contexto, el kirchnerismo pudo realizar algunas concesiones a la clase trabajadora y recomponer la institucionalidad, muy cuestionada durante las grandes jornadas de lucha de 2001.

Así, protegió el capital sin tocar los beneficios de los poderosos y dio millones para sojeros, mineras y dueños de empresas privatizadas subsidiadas casi sin realizar inversiones productivas, y sostuvo un sistema impositivo regresivo mediante el cual los que pagábamos más impuestos éramos los trabajadores a través del I.V.A y ganancias.

Pero en los últimos años, los trabajadores nos volvimos demasiado “caros” de vuelta para los burgueses. ¿Por qué? En parte, por la falta de dólares debido a la crisis internacional, lo cual repercutió en el país, con menores exportaciones y baja de los precios de las materias primas. Así es que el conjunto de la burguesía comenzó a coincidir en la necesidad de un nuevo ajustazo y devaluación.

Por eso, el programa de los candidatos en  2015 iba en este sentido. Cambiemos terminó resultando el elegido para llevar adelante el ajuste, aunque todos los candidatos coincidían en que había que hacerlo y sólo diferían en los matices.

Por eso es que hoy día vemos cómo la oposición peronista transa directamente. Y, en el caso de los “nacionales y populares”, no lanzan un plan serio para luchar contra el mismo y, en cambio, se vuelcan a garantizarle la gobernabilidad a Macri, avalando la política del recorte.

En este marco, es un error que los trabajadores y trabajadoras busquen nuclearse dentro del PJ para fortalecer y revivir una estructura copada por empresarios y burócratas, que no sirve para la lucha.

Cambiemos vino a profundizar una estructura que ya estaba planteada: baja o eliminación de retenciones para los sectores primarios exportadores, que la venían levantando en pala, a fin de que la economía reciba dólares; aumento de tarifas para garantizar los ingresos de las privatizadas mientras continúa la falta de inversiones; profundización del sistema impositivo regresivo, esto es, los ricos pagan menos a fin de atraerlos al país, en tanto más trabajadores tributarán ganancias.

Luego de una década en que Argentina volcó millones de dólares al pago de la deuda externa, se arregla con los buitres a fin de obtener dólares a tasas más bajas y, aprovechando la precarización laboral que creció durante el kirchnerismo, se despiden miles de personas.

Esto no quiere decir que no haya matices entre ellos, como el acercamiento a Estados Unidos reflejado en la visita de Obama o el especial odio hacia los trabajadores del Estado o hacia aquellos que reciben planes sociales.

El peronismo se queja por tv o en mateadas, pero no hace nada. Sus direcciones sindicales dilatan las medidas de acción o evitan la lucha a fondo, y sólo la presión de las bases los obliga finalmente a salir, como pasó el último 24 de febrero con la medida de ATE.

Es fundamental seguir saliendo a las calles para plantar la resistencia contra un plan económico antipopular, que sólo favorece a los empresarios. Sólo la acción autónoma de los trabajadores en unidad puede en estas circunstancias proponer un programa de lucha contra el ajuste.

Y, a más largo plazo, sólo el socialismo, el gobierno de la clase trabajadora, puede hacer que el país deje de ser un mero proveedor mundial de alimentos y minerales y se desarrolle en forma consistente, dejando atrás los cíclicos ajustes a los que nos someten los burgueses.

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