Más de dos meses de gobierno de la Alianza Cambiemos ponen de manifiesto una avanzada indiscutible sobre el conjunto de la clase trabajadora, en pos de beneficiar a los capitalistas. La burocracia sindical de las tres CGTs avanza en unirse, pero su unidad no nos favorece como clase. Necesitamos poner en pie un frente único de lucha que priorice las grandes necesidades de la clase trabajadora por encima de toda mezquindad política.
La devaluación del peso, la eliminación y disminución de retenciones para la burguesía exportadora, los aumentos para las privatizadas como Edenor y Edesur, las renegociaciones con los fondos buitres, entre otras, son medidas que favorecen decididamente al empresariado, y perjudican sensiblemente a la clase trabajadora.
La tan anunciada modificación del impuesto al salario fue, en realidad, una gran estafa para los trabajadores, aplaudida por la plana mayor de la burocracia sindical durante el anuncio. Resulta que, con el cambio, ahora pagarán el impuesto unos 220 mil trabajadores más y más de 100 mil jubilados.
A esto se suma el pretendido techo a las paritarias que busca imponer el macrismo en un escenario de inflación galopante.
Unidad por arriba. Unidad por abajo
En este marco, se produce el encuentro de los dirigentes de las tres CGTs: la de Caló, Moyano y Barrionuevo, con la perspectiva de la reunificación.
La clase trabajadora necesita de la más amplia unidad para enfrentar y resistir el ajuste.
Pero la hipotética unidad de la CGT es una unidad burocrática, que no representa los intereses de la clase obrera, sino los de este sector particular que funciona como un agente de la ideología de las clases dominantes entre los trabajadores. Representa la defensa del capitalismo y la búsqueda de reformas, es la expresión de las políticas de conciliación de clases, y pone de manifiesto un enfrentamiento abierto contra el clasismo.
La burocracia sindical, cuyos máximos representantes son, también, empresarios, busca mantener atada a la clase trabajadora y evitar su acción independiente. Por esto, si bien bregamos por la unidad del movimiento obrero, no depositamos ninguna expectativa en la unidad de estas conducciones.
Los trabajadores y trabajadoras necesitamos, por el contrario, una nueva dirección sindical. Una dirección clasista.
Las experiencias acumuladas durante los últimos años por un sinnúmero de seccionales, comisiones internas y cuerpos de delegados recuperados dan cuenta de las potencialidades de la clase, y del movimiento antiburocrático.
Nos referimos a los aceiteros, a la 60, a los obreros de Cresta Roja, de Fate, del Sarmiento, de Kraft, de los Sutebas combativos, entre otras tantas experiencias de organización y lucha independiente.
Sin embargo, el reciente fracaso de la convocatoria unitaria para el encuentro obrero nacional del 5/3 en Racing evidencia que las organizaciones de izquierda mayoritarias, léase el FIT, tienen aún serios problemas para lograr la más básica unidad de clase para enfrentar el ajuste, porque no logran anteponer las grandes necesidades de la clase por sobre sus intereses partidarios inmediatos.
Es fundamental poner en pie un frente único de la clase trabajadora, basado en la independencia de clase, que lleve adelante un programa de lucha contra el ajuste.
Por paritarias sin techo, que eleven el salario al costo de la canasta familiar, con escala móvil mensual según la inflación; por la reincorporación de todos los despedidos, tanto del sector público como del privado; por la eliminación del impuesto al salario; por la universalización de las asignaciones familiares, contra la precarización laboral y contra la persecución y la represión.
En fin, poner, por encima de todo, las grandes necesidades e intereses de la clase trabajadora. Sin unidad, organización y lucha no podremos detener la avanzada de los capitalistas.