Brasil: La naturaleza de los populismos latinoamericanos

dilmalula

El gigante sudamericano atraviesa un escándalo de corrupción en torno al ex presidente Lula Da Silva y a las marchas lideradas por partidos de derecha, que quieren aprovechar el contexto para volver al gobierno. Esta situación se inserta en un violento ajuste que ya venía aplicando el Partido de los Trabajadores (PT).

Los hechos muestran la naturaleza de estos proyectos populistas, que no dan mejoras sustanciales a la vida de las masas trabajadoras y, a su vez, son incapaces de frenar a una derecha que dicen combatir. En este sentido, son notables las similitudes con la Argentina.

El PT surge en el contexto del fin de la dictadura brasileña a partir del intento de las burocracias sindicales de constituir un partido obrero. A lo largo de los 80’ y 90’ fue progresivamente lavando sus discursos y su programa en su intento de aumentar su base electoral y llegar de este modo al gobierno. La coronación de este proceso fue la llegada a la presidencia en 2001, con Lula Da Silva a la cabeza, en alianza con un partido de la derecha brasileña.

Brasil, como otros países de América Latina, fue beneficiado en la década pasada por los altos precios internacionales de las materias primas, lo que se tradujo en ciertas concesiones a los sectores populares, pero sin modificar las condiciones estructurales de la clase trabajadora. El PT convivió así sin problemas con los terratenientes y la burguesía en general.

Entre tanto, las organizaciones de masas eran anquilosadas por la burocracia petista, ocupada en tener a las masas bajo control para que no protagonicen grandes cambios sociales que transformen verdaderamente el país.

Este es el contexto de los hechos de corrupción que hoy salen a la luz. La confirmación  del PT como un partido del régimen más, atado a las tranzas de la política burguesa brasileña para poder sobrevivir en el poder, incluían la corrupción.

En los últimos años, se acabó el marco favorable para repartir sin tocar la estructura, y el PT no dudó. Dilma se convirtió en la ejecutora de una política de devaluación y ajuste que fue minando las condiciones de vida de su base electoral. Esta situación es aprovechada hoy día por los demás partidos de derecha brasileña para llevar adelante un golpe blando.

El PT carece de herramientas para enfrentar esta situación, ya que el mismo fue el que llevó adelante el ajuste, con el consiguiente enfrentamiento a la clase trabajadora de la mano de una política desmovilización y represión a las bases.

Es necesario denunciar este golpe blando encabezado por la derecha, pero sabiendo que el mismo fue posibilitado por el gobierno populista.

En el futuro, la capacidad de derrotar a la derecha no pasa por amoldarse a ella para llegar al gobierno sino por construir organización autónoma de la clase trabajadora para el desarrollo de una revolución socialista que elimine las bases del poder de la burguesía. Caso contrario, la clase trabajadora está condenada a optar entre populistas y derechistas y sufrir cíclicamente situaciones como la que ocurre hoy en Brasil.

Lamentablemente, la ausencia de una construcción revolucionaria que encare esta tarea y se inserte en las organizaciones de la clase, dificulta la intervención de las masas trabajadoras en esta verdadera crisis de régimen para poder torcer la situación a su favor.

Esta debe ser la tarea prioritaria de quienes realmente queremos poner fin a los sometimientos de los trabajadores y trabajadoras de la región, la liberación de nuestra clase, a través de la construcción de un partido revolucionario de clase que se dé una estrategia de intervención junto a los trabajadores y trabajadoras para derrotar a la burguesía y construir el socialismo.

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