La burguesía, una vez más, pretende salvar sus ganancias a costa de aumentar la explotación sobre nuestra clase. No conforme con venir de una década en que la levantó en pala, ante la amenaza de una caída en sus ganancias, debido a la crisis económica mundial así como a problemas específicos de la economía argentina, intenta que seamos nosotros quienes paguemos por ellos.
Es de este modo que el gobierno actual comenzó sus primeros meses de gestión golpeando nuestros bolsillos con paritarias por debajo de la inflación, así como aumentos brutales en las tarifas de servicios públicos y transporte. En tanto que los grandes grupos económicos de la economía primario exportadora eran beneficiados con reducciones impositivas. Todo lo cual fue acompañado con la represión en todos los casos en los que las resistencias de los trabajadores así lo requirieron.
El mes que ha pasado continuó en esta senda, con la provocación del veto a la Ley de Emergencia Ocupacional (si bien sabemos que sólo la lucha puede impedir los despidos, el veto es una señal de que no están dispuestos ni siquiera a símbolos que limiten el poder de los patrones) o la sanción de la Ley de Emergencia Administrativa en la provincia de Buenos Aires (que profundiza la precarización laboral en el ámbito del empleo público).
Junio arranca con nuevas medidas de ofensiva de los capitalistas. Como otras veces, violan sus propias leyes burguesas, evaden millones de dólares que fugan al exterior, y ahora lanzan una autoamnistía mediante la llamada Ley de Blanqueo de Capitales, o de “sinceramiento fiscal” en el lenguaje lleno de eufemismos del que gusta el gobierno. Medida que viene acompañada de la extorsión de vincularla al pago de los juicios de los jubilados.
En este contexto, la burocracia sindical brilla por su inacción, ya sea porque tras las masivas movilizaciones previas al 1 de Mayo ahora no convocan a ninguna medida de fuerza (e incluso negocian paz por fondos de las obras sociales o la AFA), porque no apoyan o directamente impiden la organización en la base, o porque convocan a medidas aisladas, sin plan de lucha.
Estamos en momentos clave y los trabajadores y trabajadoras tenemos dos opciones. O somos los garantes de las ganancias de los patrones o defendemos nuestras condiciones de trabajo y de vida. Y para defendernos no podemos depositar ninguna confianza en la burocracia sindical y sus tranzas. Por el contrario, debemos seguir el ejemplo de lucha y huelga de aceiteros, bancarios o el SUTNA, o la presión de los compañeros estatales y docentes de diferentes provincias que impusieron el paro a sus direcciones.
Debemos organizarnos en los lugares de trabajo, con independencia de los patrones y los burócratas, para ser protagonistas y avanzar en la construcción de un plan de lucha que, llegando al paro nacional, le ponga fin al ajuste desatado por la burguesía.