Estamos junto a quienes hoy lo lloran y en contra de los gobiernos burgueses, imperialistas y gusanos de todo pelaje que festejan la muerte del líder.

El hombre es producto de sus circunstancias socio históricas y de su educación pero a la vez la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.
No son momentos para hacer grandes reflexiones, pero como marxistas tampoco podemos caer en simplismos. Las circunstancias históricas nos presentaron diferentes facetas de quien sin duda fue un símbolo de la revolución más importante del continente americano.
Cuando Fidel Castro entraba a La Habana en los primeros días de 1959, aprovechando que los trabajadores y el pueblo cubano con una huelga general de cinco días abrían las puertas de la ciudad, contaba con el apoyo de un sector del imperialismo yanqui y de la propia burguesía y la iglesia cubana. Este triunfo, en un principio, fue celebrado y compartido por la inmensa mayoría de la burguesía latinoamericana, como Frondizi en la Argentina y Betancourt de Venezuela.
Pero, ya en el primer año, toda la burguesía se alinea contra Castro. El gobierno presionado por el movimiento obrero y la situación internacional, adopta una serie de medidas progresivas: instaura oficialmente las milicias armadas, profundiza la reforma agraria, se enfrenta decididamente al imperialismo yanqui y llega a ejercer el control sobre las grandes empresas industriales extranjeras y comienzan los preparativos para las expropiaciones masivas.
Las dos principales conclusiones del castrismo en aquel momento son: que no hay otro camino para el triunfo de la revolución latinoamericana y mundial que el de la lucha de clases con su corolario inevitable, la lucha armada, para destruir el aparato de represión estatal del régimen. Y que este proceso de lucha armada es el comienzo de una revolución permanente o, como dijera Guevara, que cada vez se profundiza más. Estas dos ideas centrales del castrismo dividen aguas entre revolucionarios y reformistas quienes creen justamente lo contrario: que no es imprescindible la lucha de clases y armada y que la revolución democrático-burguesa no debe profundizarse más y más y que se puede llevar a cabo en grandes etapas históricas.
El fin de la etapa revolucionaria mundial y la debacle económica hacen girar al gobierno cubano.
Los primeros 20 años de la revolución Cubana estuvieron signados, por un lado, por el bloqueo estadounidense y, por otro, por los altibajos del precio del azúcar que hicieron que Castro decida ingresar al COMECOM (Submercado mundial controlado por la burocracia stalinista). Esta dependencia económica lo hace apoyar la invasión soviética contra el levantamiento obrero de Praga en 1968. Un año antes con la muerte del Che Guevara pierde Castro, quizás, el contrapeso político, tanto a su dependencia la URSS como del aislamiento de la revolución fruto en gran parte de esta dependencia.
Más adelante, en los ’80 y ’90, el castrismo, luego de haberles provisto armamento a las guerrillas que se desarrollaban en Centroamérica aconsejándoles que luchen cada uno fronteras adentro de sus respectivos países, apoya la política imperialista de «paz y democracia» con que sientan a negociar a las direcciones guerrilleras asegurándose que Nicaragua, El Salvador y Guatemala no se conviertan en nuevas cubas.
Desde entonces la economía nacionalizada en Cuba viene siendo minada por las medidas «pro mercado» llegando al fin del bloqueo que, más que un alivio, amenaza con ser la puerta de ingreso de Cuba al mercado mundial restaurando así el capitalismo en la isla. Dicha restauración se acelera en el marco de la etapa desfavorable de la lucha de clases mundial, pero también debido al aislamiento no sólo impuesto con el bloqueo de 50 años con el que el imperialismo sometió a la isla, y además por la teoría stalinista del socialismo en un solo país.
Desde el Partido por la Revolución y el Comunismo – PRC afirmamos que sólo un gobierno de los trabajadores enfrentará consecuentemente al imperialismo y a todo proyecto capitalista, avanzando en la construcción del socialismo que será internacional o no será. Y ante estos acontecimientos que dividen aguas estamos en la trinchera de los trabajadores y pueblos que lloran la muerte de Castro y nos declaramos enemigos inclaudicables de quienes la festejan viendo en su muerte el fin el fin del proyecto revolucionario que supo encarnar.
PRC 28/11/2016.
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