Tecnociencia: la política de Monsanto bajo los K y el PRO

En un país dependiente como la Argentina, sea con gobiernos populistas o liberales, la tecnociencia es otra de las áreas sociales puestas al servicio de los intereses imperialistas, lejos de las necesidades locales, y ni hablar de las del pueblo trabajador. Se necesita de un mayor y nuevo compromiso social entre los hombres y mujeres de la comunidad científica, que se enfrente a los intereses capitalistas y que se ligue a la lucha de los explotados, para alumbrar el nacimiento y desarrollo de una ciencia al servicio de las necesidades populares.

La política que tuvo el kirchnerismo puso a la Ciencia y Técnica (CyT) lejos de las necesidades de la clase trabajadora y al servicio de una economía agrominera exportadora.  En esta nota, veremos cómo todo esto lo escondió tras un discurso hipócrita y patriotero alejando a las grandes masas de las herramientas necesarias para reflexionar sobre estos temas. También, veremos cómo la continuidad del ministro Lino Barañao, lejos de ser una promesa de progresismo, es la continuidad de la política de Monsanto en el país.

 “Vender ciencia a los jóvenes como se les vende cerveza”

Esta frase que encabeza el apartado es un textual del ministro Lino Barañao[1]. Es una síntesis de las políticas publicitarias que se implementaron en CyT. Así, en la TV, en Tecnópolis, en los materiales del MinCyT, se “muestra” ciencia. Se exponen uno tras otros datos científicos. Algunos interesantes, otros irrelevantes.

Pero, principalmente, se omiten y se esquivan los debates más básicos de política científica: desde cuál debería ser la matriz energética para no destruir el planeta, a la vinculación de la ciencia con la guerra, por no mencionar aquellos debates que hacen a la aplicación de políticas tecnológicas en el país.

¿Para qué sirve una alfabetización científica que no sirve para discutir política científica? Para el mercado de trabajo, tan fragmentado como el sistema educativo, que requiere una mayoría ignorante con un acceso mínimo a códigos básicos de la CyT, con ser usuario de una netbook de Conectar Igualdad (programa K) o Sarmiento (programa PRO), basta. Esa es la orientación de la masiva y mediocre educación “científica” pos-reforma educativa.

La hipocresía: la formación de científicos

Gracias a la lucha sigue habiendo Universidad pública[2], claro que para la minoría que accede a las mejores escuelas secundarias y no necesita salir a trabajar. Pero el número de becarios que ingresan a doctorados excede ampliamente a los puestos de investigadores del CONICET que se abren (casi el único destino laboral que requiere tener un doctorado como prerrequisito excluyente). Esto es, se envía a trabajadores sobrecalificados a una industria retrasada, que no los necesita.

Por eso, muchos científicos formados con recursos públicos emigran. Luego, el gobierno los repatría montando toda una propaganda patriotera al respecto. Pero un científico que se ultra especializó en el exterior, difícilmente sepa cómo abordar temáticas locales. Más bien viene a ser un satélite de su laboratorio “madre” del «primer mundo», cuyas políticas científicas están bien lejos de las necesidades locales y mucho más de las necesidades de las masas laboriosas.

El hilo conductor Monsanto – K – PRO: Lino Barañao

Lino Barañao ministro K y PRO de CyT hizo carrera promoviendo un experimento cuestionado en todo el resto del mundo[3]: la venta al público sin controles toxicológicos de leche transgénica. Lo hizo para Monsanto.

Es que Monsanto no ha respetado nunca ningún principio bioético. Así, tras vender al  ejército norteamericano el agente naranja para usar en Vietnam, no tuvo prurito en vender el mismo como potente herbicida cancerígeno para la población[4].

Así, a principio de siglo, fue Lino Barañao el que le abrió a Monsanto y al Departamento de Agricultura norteamericano las puertas para plantar soja transgénica en estos suelos.

Eso, combinado con una suba internacional de los commodities[5], logró unos ingresos que le permitieron al gobierno K  llevarse los laureles de haber “salido adelante” de la crisis tras el 2001. Así, “Se cosechaban dólares a granel apenas a cambio de ‘una pizca’ de contaminación; difusión de agrotóxicos y de formas de vida sin antecedentes… que podían salir bien o no se sabe… genes sin experiencia alguna anterior.[6]

Muchos se sorprendieron y hasta lo calificaron de traidor a Lino Barañao cuando éste fue puesto por Macri como ministro en la cartera de CyT. Nada más lejos. La continuidad de Barañao en el gobierno de Cambiemos no se debe a que la CyT haya sido un polo de resistencia nac&pop; más bien ese sector nunca dejó de ser un nicho de la burguesía imperialista. Podrán pintarlo de celeste o de amarillo, pero es ciencia dependiente.

 CyT Argentina, tan colonial como en los ´60

Ya en 1969, cuando Varsavsky escribía “Ciencia, Política y cientificismo”, gran parte de la vanguardia que salía a luchar, tenía clara las intenciones del imperialismo sobre la ciencia local.

Veamos: “Esta nueva política norteamericana de fomentar nuestra ciencia ha desorientado a nuestros científicos politizados. (…) se aceptaba hasta hace muy poco sin discusión que el imperialismo era enemigo de que progresaran nuestra ciencia y nuestra tecnología. (…) ¿Por qué entonces tanto interés norteamericano, reflejado por los gobiernos títeres de nuestros países, en elevar nuestro nivel científico? No se trata de una ‘contradicción del capitalismo’; por el contrario, es una estrategia correcta para ellos, y si alguna contradicción hay es que la guerra de Vietnam y sus demás problemas no permiten a los Estados Unidos llevar adelante esta política con la intensidad deseada.”

Es necesario hoy recuperar esa claridad como herramienta de lucha para un compromiso científico enfrentado a los intereses imperialistas y a sus socias menores, las burguesías locales, a cuya cabeza se ubican los gobiernos títeres.

 El compromiso y la lucha que se necesitan

Solo intentando reflexionar sobre estos aspectos de nuestra sociedad podremos obligar a la política de CyT a servir, al menos, a una parte de las necesidades populares.

Necesitamos que las científicas y científicos tomen las necesidades del pueblo trabajador, así como necesitamos que la comunicación pública que hacen de la ciencia no sea publicitaria, sino que brinde herramientas para opinar sobre política en general.

Hoy hay trincheras en la extensión universitaria y comunicación pública de la ciencia independiente del aparato estatal. Pero la trinchera más importante es la que brega por una educación pública científica que no esté fragmentada como se encuentra actualmente y que permita acceder a la clase trabajadora a la Universidad si así lo desea.

Todas estas luchas tienen el potencial de convertirse por medio de la propaganda en luchas anticapitalistas, ya que se masifican sobre el imaginario de un Estado benefactor que no existe más y choca de frente contra la explotación descarnada del capitalismo.

La amplia organización de la población de científicos, docentes y estudiantes universitarios sólo podrá cambiar de raíz el rumbo de la política científica si converge con la movilización de las masas trabajadoras tras un programa revolucionario que vaya por los intereses históricos de nuestra clase.

El reformismo y el populismo que se alineó con los K ya demostró sus límites en la materia; ni hablar del macrismo.

Por PRC en Revista Voz Obrera N° 2.

[1]Le Monde Diplomatique, julio 2011. Hubieran puesto “Venderle ciencia a los jóvenes como se les vende paco” y la frase hubiera tenido más repercusión aún. Con este título, apenas tuvo una respuesta por parte del físico y divulgador Matías Alinovi en la revista Newsweek (http://www.elargentino.com/nota-147262-A-vender-cerveza.html).

[2]Igualmente, se intenta flexibilizar estas carreras para las necesidades del mercado con organismos interventores promovidos por el MinCyTcomo la CONEAU (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria, un organismo creado a expensas del Banco Mundial para permitir la injerencia de empresas en la educación Superior).

[3]Por pasar por encima de todo principio bioético.

[4]Ver las siguientes notas: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=12482 y http://www.rebelion.org/noticia.php?id=24234

[5]Productos que se venden a granel, como la soja.

[6] Ver http://www.contrainfo.com/17694/quien-es-lino-baranao-el-agente-de-monsanto-que-es-inamovible/

 

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