Deuda externa, aumento de las importaciones, recesión, inflación, aumento de la pobreza y la indigencia, cierre de fábricas, despidos y suspensiones, salario mínimo de pobreza, más flexibilización laboral. El gobierno y los capitalistas siguen adelante con su ajuste, y la burocracia sindical juega un rol abiertamente colaboracionista. Es urgente y necesaria la huelga general y un plan de lucha nacional por parte de las centrales obreras para parar tanto atropello.
Deuda por 100 años
La Alianza Cambiemos ha decidido recientemente contraer deuda externa por 2.750 millones de dólares a 100 años de plazo. Un verdadero escándalo. Con una tasa de interés alta, de casi el 8% anual, el bono en dólares se convertirá en la operación financiera más rentable para los grandes fondos de inversión internacional.
En lo que va de sus veinte meses de gestión, Macri ya emitió deuda por casi 100 mil millones de dólares, superando el ritmo de endeudamiento de la dictadura militar.
La deuda externa significa una sangría completa para los pueblos, recortes sociales y ajuste, miseria y hambre, y es un negocio siempre redondo para los capitalistas.
Balanza en rojo
Las políticas económicas del mejor equipo de los últimos 50 años van de mal en peor. La balanza comercial sigue arrojando saldos negativos mes tras mes desde el inicio del año. Para 2017, con importaciones creciendo sostenidamente y exportaciones descendiendo, se estima un déficit comercial de 1.866 millones de dólares.
Uno de los motivos es que Brasil, principal socio comercial, no logra dinamizar su economía. Eso repercute directamente en nuestro país, y las patronales aprovechan para pegar el zarpazo sobre las condiciones de vida y de trabajo de la clase trabajadora.
Fabricando pobres y más pobres
En su campaña, Macri prometió pobreza cero. Y este año, al inaugurar las sesiones legislativas, volvió con el mismo discurso. Pero la realidad demuestra que, desde que comenzó su gobierno, aumentaron la pobreza y la indigencia que dejó el anterior gobierno.
Hoy, hay 13 millones de pobres, 1,5 millones más que cuando comenzó su mandato. Y la indigencia alcanza a casi 3 millones. Debido a las políticas de ajuste, Argentina hoy se ubica entre uno de los países con mayor pobreza del continente.
Y la desocupación alcanza ya casi el 10% de la población.
Salarios de pobreza, cierre de fábricas y ola de despidos
Recientemente, el Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil consagró un sueldo de pobreza. Ante la falta de acuerdo entre capitalistas y burócratas sindicales, el gobierno fijo unilateralmente el monto en $10.000, en cuotas, ¡y a completar recién en julio de 2018! ¡Una verdadera provocación! Ya hoy ese monto está por debajo de la línea de pobreza, estimada en unos $15.000. Y hablamos sólo de los trabajadores registrados, pues no impacta sobre quienes trabajan en negro.
En el último mes, asistimos a una avanzada empresarial a través de varios cierres de fábricas y despidos masivos: en principio, la situación en PepsiCo, donde la patronal dejó 600 familias en la calle y los obreros están en pie de lucha por la reapertura de la fábrica; a lo cual debemos sumar el cierre de la gráfica Fangraf, de la química Lanxess, de la autopartista Hutchinson, y los despidos en Atucha, Walmart Sarandí, Tessicol, entre muchas otras, que se suman a los 380 despidos en AGR-Clarín a principios de año.
Las políticas gubernamentales vienen instalando la desocupación como una realidad concreta para cada vez más personas.
Paro, paro, paro, paro nacional
El gobierno sigue en su política de ajuste y no cesa en sus ataques. Altas tarifas, nuevo aumento de las naftas (que desde ya se trasladarán a los precios), crece la pobreza, la desocupación, sigue alta la inflación y los salarios de quienes aún tienen trabajo van por detrás.
Y debemos sumar la clara intención de las patronales de bajar sus costos de producción, destruir los convenios de trabajo actuales, y precarizar aún más las condiciones laborales.
La burocracia sindical juega un rol colaboracionista. Es parte del ajuste, junto con las patronales y el gobierno.
Ante esta situación, es necesaria la huelga general y un plan de lucha activo, salir a la calle a enfrentar el ajuste. Y a la vez, seguir dando la disputa en cada sindicato para desplazar a la burocracia traidora, que es cómplice del ajuste, y poner esos organismos al servicio de las necesidades y reivindicaciones de la clase trabajadora.