El 13 de noviembre trascendió la noticia de que la UOM Tierra del Fuego, presionada por el gobierno central, provincial y las cámaras empresarias (AFARTE), había aceptado sin presentar batalla un acuerdo vergonzoso: congelar salarios hasta 2020 a cambio de ningún despido ni suspensión. Una extorsión totalmente inaceptable.
El gobierno nacional salió enseguida a festejar el acuerdo y a promocionarlo con el objetivo de poner en regla a toda la clase trabajadora. En palabras del ministro de Producción de la Nación, Francisco Cabrera: “Se trata de un acuerdo histórico en el cual todas las partes involucradas se comprometen a realizar su aporte para un objetivo común.”
En línea con el gobierno y las patronales, como siempre, el entreguista de Antonio Caló fue quien firmó el acuerdo, al que calificó de “muy bueno”, y declaró: ”Esto es como la perinola: para que el país avance todos tenemos que poner algo.”.
Pero las bases metalúrgicas fueguinas no se arrodillaron como sus dirigentes. Por el contrario, se rebelaron ante el acuerdo firmado por la burocracia, y le dijeron no al dunga-dunga del gobierno y las empresas.
El 5/12, tras un proceso de deliberación, asambleas fabriles y movilización, finalmente la UOM Río Grande declaró públicamente que no homologará el acuerdo, como resultado de un congreso sindical de delegados.
Tal como están demostrando los metalúrgicos en el sur, es posible oponerse a los planes ajustadores del gobierno y las cámaras empresariales, y voltear los acuerdos que firman los burócratas sindicales en contra de las y los trabajadores. ¡Sigamos su ejemplo!