El 8M fue un hito por la magnitud a nivel internacional. En Argentina, se destacó por el carácter de clase expresado en las reivindicaciones.
Tras semanas de organización en asambleas llegamos a esa inmensa movilización. El paro este año fue más fuerte y se impuso desde abajo en algunos gremios, como en docentes y estatales.
Quedó claro que las mujeres, lesbianas, trans y travestis que construimos el 8M pertenecemos al pueblo trabajador. Además de movilizarnos por el aborto legal, lo hicimos contra el ajuste, los despidos y la represión.
La fuerza hizo que hoy el proyecto sobre el aborto legal, seguro y gratuito llegue al Congreso, luego de siete presentaciones.
A Cambiemos no le importa la vida de las mujeres trabajadoras que mueren por miles en abortos clandestinos, y toma el tema en forma oportunista. Se muestra abierto al debate, a la vez que saca a la derecha clerical a la calle.
El desafío del movimiento feminista es profundizar su orientación anticapitalista para que no caiga detrás de proyectos políticos de conciliación, que, a la hora de gobernar, se negaron a tratar el aborto y a poner los recursos necesarios para combatir la violencia de género y los femicidios.
¡Por un feminismo que luche por el socialismo, por un socialismo feminista! ¡Por el fin de todas las opresiones!