El gobierno de Macri avanza, en medio de la crisis política y económica, con los planes de ajuste contra la clase trabajadora.
La fortaleza relativa del gobierno depende de la debilidad del movimiento obrero para enfrentarlo.
Nuestra debilidad está marcada por la abierta colaboración de los diferentes dirigentes del movimiento obrero organizado, de los movimientos sociales y de los diferentes movimientos de lucha.
Nos referimos de esta forma a todas aquellas conducciones que, de una u otra manera, por acción u omisión, dejan pasar el plan de ajuste del gobierno sin poner en pie un vasto movimiento de resistencia.
Desde los kirchneristas que dirigen la CTA, la CTERA, Bancarios y otros, hasta los Moyano (que juegan a la oposición, pero que no llevan adelante la lucha consecuente contra estas políticas). Ni hablar del triunvirato de la CGT que, claramente, juega a favor del gobierno dilatando las medidas de lucha de carácter nacional y boicoteando la expresión de las y los trabajadores.
Lo mismo cabe para las conducciones de los movimientos sociales, que, luego de la marcha federal, no han llevado adelante ningún pan de lucha, pese a la precariedad que existe en las barriadas populares.
Es fundamental que todos aquellos que nos reconocemos en el clasismo, en el sindicalismo democrático y combativo, tomemos la tarea de unir por abajo lo que los dirigentes desunen por arriba.
El plenario del sindicalismo combativo de Lanús fue un paso importante, pero aún insuficiente.
Sobre la base del programa resuelto en ese plenario, tenemos el desafío de darle continuidad con pasos concretos, que empiecen a plantear la construcción de coordinadoras regionales y zonales donde podamos organizar la unidad de las luchas y desarrollar una perspectiva propia de los y las trabajadoras.

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