Ayer, 8 de octubre, se cumplió el 51 aniversario de la caída en combate de Ernesto Che Guevara.
Nos interesa traer al presente y refrescar un texto que fue elaborado por la Fracción Roja del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) en el año 1973.
En él, las y los compañeros se encargan de marcar los puntos políticos que tuvieron en común León Trotsky y Ernesto Guevara, los cuales, aún sin haberse conocido y siendo cada uno parte de procesos históricos distintos, llegarán cada uno por caminos diferentes a conclusiones políticas similares, y a actuar en forma consecuente con esas conclusiones.
Por otro lado, es bueno también recordar cómo en aquel periodo histórico de la lucha de clases (los 70) a nivel mundial, los aportes de Trotsky se complementaban con los del Che, sintetizado en una corriente histórica de la cual nos sentimos parte y que denominamos «Trotskismo de combate».
Sin duda, tanto Trotsky como el Che fueron los continuadores y los mayores exponentes de aquella consigna que será una de las bases de la lucha política para la emancipación de lxs trabajadorxs, y que fue planteada por Marx en 1850 cuando les aconsejaba a lxs revolucionarixs alemanes de la Liga comunista: Su grito de guerra debe ser: «La Revolución permanente”[1] .
Cuarta Internacional (Nº 2, Octubre de 1973) [2]

En la tapa de nuestra revista Cuarta Internacional asociamos hoy dos nombres que el marxismo revolucionario reivindica con particular énfasis: los de León Trotsky y de Ernesto “Che” Guevara.
Para nosotros, aproximar en esta ocasión los nombres de Trotsky y del Che constituye un programa y un compromiso revolucionario. Su vigencia no podía ser mayor para los que hoy luchamos por la liberación de América Latina.
Ambos fueron asesinados en nuestro continente. Trotsky murió en manos de un agente de la burocracia stalinista, en 1940, en Méjico. El Che murió asesinado por las Fuerzas Armadas burguesas, en 1967, en Bolivia. Pero cualquiera que haya sido la mano asesina que les dio el golpe final, ambos murieron luchando en América Latina contra los mismos enemigos. Cómplices del asesinato de Trotsky fueron las burguesías de todos los países capitalistas que transformaron el mundo entero en un “planeta sin visa” para el revolucionario ruso exiliado por orden de Stalin. Cómplices de los asesinos del Che fueron los burócratas como Monje, Kolle y otros representantes del stalinismo boliviano que traicionaron la confianza en ellos depositada por la dirección del ELN.
Pero más todavía que por las dramáticas circunstancias de sus muertes, es legítimo acercar los nombres de Trotsky y del Che por todo aquello que defendieron en vida.
Trotsky, a partir de la experiencia de la revolución rusa de 1905, defendió la teoría de la revolución permanente como planteo estratégico para la revolución en los países coloniales y semicoloniales, dominados por el imperialismo: afirmaba la necesaria dirección de la clase obrera y dinámica socialista en el proceso de liberación. Idea similar sería la sintetizada por el Che en su consigna: revolución socialista o caricatura de revolución.
El internacionalismo fue una constante en la vida de Trotsky, que encontraba una sólida fundamentación justamente en su concepción de la revolución permanente. Así fue desde el reducido núcleo de la llamada “izquierda zimmerwaldiana” que salvó el honor del proletariado durante la Primera Guerra Mundial, traicionado por la IIª Internacional Socialdemócrata. Así fue durante los primeros cuatro congresos de la IIIª Internacional fundada en 1919, y de la que Trotsky fue, junto a Lenin, uno de los principales dirigentes.
Así fue durante los años de burocratización, retroceso y derrotas auspiciadas por el stalinismo, cuando consagró todas sus energías a la fundación de la IVª Internacional. Argentino por nacimiento, cubano por adopción, latinoamericano por vocación, el Che Guevara fue el primer dirigente revolucionario de proyección que planteó una clara perspectiva internacionalista después de años de hegemonía stalinista en el movimiento obrero internacional. En su Carta a la Tricontinental proclamaba la necesidad de una estrategia revolucionaria internacional para enfrentar a la estrategia mundial del imperialismo. Para ayudar a la revolución vietnamita, “trágicamente sola” por responsabilidad de aquellas grandes potencias que se habían negado a hacer de su territorio una parte inviolable del campo socialista, el Che lanzaba su célebre consigna: Crear 2, 3, muchos Vietnam. Su combate en Bolivia es el más claro testimonio de la coherencia de sus planteos.
Hombres de acción, verdaderos dirigentes revolucionarios, fueron tanto Trotsky como el Che Guevara. No solamente en la conducción del Ejército Rojo y del Ejército Rebelde, respectivamente, sino también en la experiencia creadora de la construcción del socialismo. Como luchadores o como hombres de Estado su coherencia revolucionaria es la misma. Incluso en preocupaciones comunes sobre la transformación del hombre paralela a la transformación de la sociedad que podemos encontrar en Trotsky en Problemas de la vida cotidiana, Literatura y Revolución, etc. y en las reflexiones del Che sobre el hombre nuevo.
La coherencia de sus trayectorias militantes se prolonga naturalmente en el plano teórico. El marxismo revolucionario de Trotsky rompió con los esquemas de la seudoortodoxia de su tiempo (Plejánov, Kautsky) para ubicarse en la continuidad de la tradición revolucionaria de Marx y Engels. Después de la burocratización stalinista de la URSS y de la IIª Internacional, toda su lucha en el plano teórico fue justamente para rescatar las tradiciones revolucionarias de Octubre de 1917 y del leninismo contra las deformaciones de sus usurpadores. A las conquistas teóricas del marxismo revolucionario incorporó también el análisis científico de la burocracia, cuyo ascenso le tocó combatir.
Aunque generalmente se lo considere menos bajo este aspecto, también el Che ocupa un lugar de importancia en la historia del marxismo revolucionario latinoamericano. Las reflexiones teóricas del Che Guevara representan un resurgimiento de las tradiciones del marxismo revolucionario que en nuestro continente habían encarnado Recabarren, Mariátegui, Mella. Y como no podía dejar de ser, él también debió enfrentar la seudoortodoxia de su tiempo: los Blas Roca, Codovilla, Ghioldi, Arismendi, etc.
Los asesinos de Trotsky y del Che creyeron dar un golpe decisivo con su despreciable crimen. Pero qué mezquinas aparecen sus intenciones cuando vemos hoy el pensamiento y el ejemplo de ambos revolucionarios vivos en miles de combatientes y militantes de los cinco continentes.
Los marxistas revolucionarios de la IVº Internacional se cuentan entre esos miles de hombres conscientes para quienes Trotsky y el Che se han convertido en banderas y armas de lucha. En América Latina, son hoy las nuevas generaciones quienes han asumido ese programa y ese compromiso revolucionario. Las generaciones a las que pertenecieron nuestros compañeros el argentino Luis Pujals, el brasileño Luis Eduardo Merlino, el boliviano Tomás Chambi, caídos en la lucha por la liberación de América Latina y por la revolución socialista.
[1] Carlos Marx circular del comité central a la liga comunista marzo de 1850
[2] Revista Cuarta Internacional (para la difusión del Marxismo revolucionario de nuestro tiempo) octubre de 1973.