La organización contra el ajuste debe ser feminista y socialista

A las mujeres, lesbianas, trans y travas la crisis nos pega doble.

No hay novedad al decir que somos las que lideramos las tasas de desocupación, subocupación, las más precarizadas; con trabajos no registrados, por menos horas, con menos salario. Y que somos las primeras en correr el riesgo de perder nuestro trabajo en un contexto de crisis económica.

Somos las que perdemos el presentismo por cuidar a nuestrxs familiares. Somos las que volvemos a casa hacer todas las tareas que los patrones y el Estado se ahorran: todo el trabajo doméstico.

Pero la crisis no pega sólo en nuestra vida laboral. Vivimos en un mundo donde la violencia de género es moneda corriente.

Violencia que, en un contexto de crisis, recrudece no sólo por la descomposición social (que tiene consecuencias en nuestra vida familiar), sino también por la falta de presupuesto y políticas públicas (falta de subsidios, de refugios para mujeres y niñes, achicamiento de programas, despidos a lxs trabajadorxs de los call center que responden sobre la violencia doméstica, etc.)

Es por esto que las mujeres, lesbianas, trans y travestis vemos cómo la crisis tiene un efecto mucho más profundo, debido a la doble opresión y explotación que vivimos por nuestra condición de género y clase.

Es por esto que, en este contexto, se torna fundamental que la organización de lxs trabajadorxs tome como parte de su programa la lucha por los derechos y la igualdad de las mujeres, lesbianas, trans y travas.

No sólo porque somos una parte fundamental de la clase trabajadora que se ve doblemente explotada, sino también para erradicar las violencias que vivimos en nuestros trabajos y nuestra vida.

Para poner un freno al ajuste: sigamos los pasos del feminismo

Como consecuencia de las políticas de ajuste del gobierno, el FMI y los gobernadores, atravesamos una crisis económica y política.

Ante esta situación, está la burocracia sindical.

Por un lado, un sector de la CGT, colaboracionista al mango con el gobierno (garantizando la paz social con paros tardíos, aislados y domingueros), y cumpliendo la función de válvula de escape ante la presión que van haciendo las bases trabajadoras.

Por otro lado, una burocracia representada en el espacio llamado “21F”, que se quiere mostrar como más combativa para ganar la interna de la CGT a la vez que supeditada a la estrategia del PJ K, pero sin un verdadero plan de lucha contra el ajuste capitalista.

Su planteo es “votar bien” en 2019. Ello tiene dos problemas: uno, coyuntural, que la clase trabajadora no puede llegar a 2019 con el brutal ataque que el gobierno está desplegando; dos, de tipo estratégico, mantenernos dentro de la lógica capitalista planteando la conciliación de clases con un supuesto sector productivo nacional y las Pymes, pero sin ver que la raíz de la crisis está en el régimen de explotación de una clase sobre la otra: el capitalismo.

Es momento de tomar las estrategias del movimiento de mujeres y el feminismo, que, con asambleas de base, movilizaciones masivas, paros internacionales ha logrado conseguir una agenda de lucha retomando lo mejor de las experiencias de nuestra clase.

Debemos unificar las luchas de nuestra clase tanto de género como contra el ajuste y la explotación capitalista, que supere la posición “antimacri”, y que unifique las luchas por el fin de la opresión y la explotación, que van indefectiblemente de la mano.

            ¡Es momento de luchar por el socialismo!

 

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