El movimiento feminista en los últimos años tuvo un continuo crecimiento en cantidad, combatividad y en la profundización de nuestras luchas.
Avanzamos en nuestras formas de organización promoviendo espacios de unidad para la construcción de los paros de mujeres y la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito en hospitales.
Al contrario de esta tendencia, las organizadoras del Encuentro Nacional de Mujeres han elegido como sede la ciudad más chica de todos los ENM hasta la fecha.
Elección realizada el año pasado con un método, por cierto, antidemocrático e irrisorio como es la medición de aplausos en los actos de cierre, donde participa una minoría de las mujeres que hacemos el ENM.
Esto generó que este año miles de mujeres se tengan que alojar en las ciudades aledañas, o que directamente no tengan alojamiento en escuelas, o que no puedan venir por lo caro que resulta viajar al sur de nuestro país. Todo esto además en un contexto de ajuste e inflación, a lo que debemos sumar la enorme dificultad de faltar al trabajo para asistir al ENM. Entonces, ¿el encuentro somos todas?
Saludamos el carácter federal del ENM y la necesidad de recorrer el país, porque sabemos que los recursos y situaciones son muy desiguales. Pero, en el momento de ajuste que estamos atravesando, el movimiento feminista tiene que mostrar toda su fuerza en el centro del poder político.
La crisis nos pega con mucha más fuerza a las mujeres, lesbianas, trans y travestis de la clase trabajadora.
Sabemos que los debates en los talleres son lo más rico del ENM, pero también tenemos que hacer escuchar las voces de un movimiento feminista que se posicione en la situación política que vivimos y golpee directo al gobierno de Macri.
Desde el PRC nos posicionamos por que el próximo ENM se realice en CABA con una marcha que finalice en Plaza de Mayo y frente a la Catedral.