Si hay algo que ha que ha quedado claro durante estos dos últimos años es la enorme fuerza que tiene la clase trabajadora y el pueblo pobre. Ante cada ataque hemos sabido reaccionar enfrentándolo con los métodos de la movilización de masas y el de la presión sobre las dirigencias burocráticas y centristas.
Sin embargo, esa enorme fuerza desplegada no ha alcanzado hasta a hoy para derrotar el plan de ajuste del gobierno nacional, los gobernadores y el FMI. Es que sobre esta tendencia han operado las fuerzas que tienen hoy la dirección del movimiento obrero, del movimiento de mujeres y del movimiento estudiantil. Esas fuerzas, con sus variantes, responden a concepciones y prácticas propias del sistema capitalista y por tanto sirven en los hechos como mecanismos de contención. Es decir, permiten la expresión parcial de la resistencia a las políticas de hambre pero luego las discontinúan.
En este mismo sentido, los sectores alineados con el Kirchnerismo, llaman a la conciliación permanente con diferentes sectores reaccionarios como la iglesia y el movimiento antiderechos de pañuelos celestes, con la UIA y los empresarios negreros de las PyMES, con los gobernadores que aplican el mismo ajuste que Macri y con los diputados y senadores que le aprobaron todas las leyes de ajuste.
Esta lógica que se expresa en el “fuera Macri” a secas, sin añadir la necesidad de enfrentar al régimen de conjunto, en los hechos, juega a favor del fortalecimiento del gobierno y de la derecha en general. Esperar que un frente electoral anti-macri solucione los problemas reales de la clase trabajadora es una ilusión absoluta, ya que todos esos sectores que se alistan para ese hipotético frente parten en general de la necesidad de mantener el orden social intacto.
La izquierda en este escenario
Nos debemos un fuerte debate del conjunto de las fuerzas revolucionarias y de izquierda que no hemos podido constituir un polo de referencia real en las calles para enfrentar el ajuste. Las enormes movilizaciones de masas de estos dos años abrieron un escenario para que las fuerzas revolucionarias intervengamos con un programa de independencia de clases en la disputa de qué hacer ante la situación actual. Las disputas sectarias y la falta de audacia para ponernos como alternativa política han impedido que logremos aprovechar ese escenario.
El 2019 ya comienza a ser instalado por los esbirros del poder, tratando de llevar todo a la contienda electoral. Sabemos que en esa contienda no vamos a poder desarrollar la política que pueda poner en cuestionamiento al régimen. Sin embargo, incluso en ese escenario adverso que son las elecciones, creemos que tenemos posibilidades de consolidar a la izquierda como una fuerza material de la clase obrera y el pueblo trabajador. Es sumamente necesario que la mayor de las referencias que hoy existe en términos electorales y en la opinión pública, que es el Frente de Izquierda y lxs Trabajadorxs pueda transformarse en una herramienta en la lucha cotidiana de miles de activistas que ven en las políticas de conciliación del Kirchnerismo y el progresismo un callejón sin salida. Para ello, consideramos que el FIT podría abrir su espacio a aquellas representaciones reales que existen en el movimiento de masas fomentando la propaganda de una salida socialista para la crisis actual.