Durante enero, Venezuela ha sido objeto de una maniobra imperialista digitada por Trump mediante la cual la oposición derechista al gobierno de Maduro quiso y aún pretende imponer un presidente títere de los EEUU. Desde el PRC repudiamos ese intento de golpe institucional y planteamos enfrentarlo, a la vez que llamamos a las y los trabajadores a construir una salida política de clase y socialista, única vía real para derrotar a la derecha.
El golpe imperialista
El pasado 23 de enero Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional en Venezuela, se autoproclamó “presidente interino”, desconociendo al presidente electo Nicolás Maduro, quien había asumido un nuevo mandato el 10 de enero.
Se trató de un intento de golpe institucional digitado desde Washington. El día anterior a la jura de Guaidó, el vicepresidente estadounidense Mike Pence llamaba al pueblo de Venezuela a protestar contra Maduro, a la vez que daba su apoyo a la oposición.
Enseguida, los gobiernos cipayos del continente aglutinados en el Grupo Lima salieron a alinearse con la Casa Blanca. Macri y Bolsonaro fueron primeros. Lo mismo hizo el Parlamento europeo hacia fines de enero.
La maniobra institucional de Trump de nombrar un presidente incluye además un aislamiento diplomático y un bloqueo económico.
Es lisa y llanamente una intromisión inaceptable a la soberanía de Venezuela, y un intento que busca en última instancia poder aplicar las recetas del FMI en ese país así como ganarle la pulseada por el acceso y control del petróleo al bloque imperialista ruso-chino, que también disputa intereses.
Desde ya que nada progresivo para el pueblo puede venir de la mano de los EEUU y la oposición de derecha. Repeler el ataque imperialista por todos los medios posibles es una tarea de primerísimo orden.
Una crisis social indudable
La clase trabajadora venezolana atraviesa una extendida crisis social y humanitaria, que entre otras cosas produjo una masiva migración.
Sobre ella recae principalmente el ajuste del gobierno, como consecuencia del desplome internacional del precio del petróleo, principal ingreso de divisas de ese país. El descontento popular ante esa situación sirve como base de maniobra para el intento golpista.
El imperialismo yanki, con Trump a la cabeza, aprovecha la miseria del pueblo, de la cual el régimen chavista es responsable en gran medida, para asestar el golpe de gracia al populismo venezolano.
Por eso, a la vez que llamamos a enfrentar la maniobra de la Casa Blanca, decimos que el camino que plantea el chavismo y que hoy encarna Maduro es una vía muerta para la clase trabajadora.
En estos 20 años al frente del poder el bolivarianismo no encaró jamás una ruptura seria y de fondo con la propiedad burguesa y la explotación capitalista. Es lo que permite que la derecha de ese país (como en cualquier otro) se rearme una y otra vez amenazando las conquistas populares.
Una sola alternativa
En este complejo marco, la lucha por una sociedad justa y digna deja sólo una alternativa.
La clase trabajadora movilizada contra el imperialismo debe desarrollar un programa político para una salida de fondo que avance sobre la propiedad privada de los medios de producción -puesto que la burguesía no dará esa pelea hasta las últimas consecuencias- y avanzar en la organización de milicias obreras que garanticen la defensa así como la provisión de los víveres básicos de la población -puesto que tampoco se puede confiar en las fuerzas armadas.
Y, a la par, desarrollar organismos democráticos de poder propios de la clase trabajadora, pues parte de las enseñanzas que nos deja el proceso venezolano es que no se puede confiar en las instituciones burguesas como la Asamblea Nacional o la Asamblea Constituyente, tal como están concebidas por la Constitución bolivariana.
¡Abajo el golpe imperialista en Venezuela!
¡Autodeterminación democrática del pueblo trabajador!