Con motivo de la compleja situación social, económica y política por el que atraviesa Venezuela y del intento de golpe institucional comandado por EEUU, se reavivan los debates dentro de la militancia revolucionaria. En tal sentido, nos parece oportuno publicar la intervención de Lenin hacia el partido bolchevique en el marco del golpe reaccionario encabezado por el general Kornilov contra el gobierno de Kerenski surgido de la revolución democrática de febrero de 1917, porque nos parece una herramienta fundamental para el análisis de las tácticas que las y los comunistas debemos desplegar ante las diferentes situaciones que se vienen dando no sólo en Venezuela sino en América latina.
¡No al golpe imperialista en Venezuela!
Partimos de la certeza de que si en Venezuela triunfara el intento de Guaidó y el golpe imperialista yanqui ello representará un fuerte retroceso para las masas en términos de conquistas sociales y políticas.
Pero esto no nos lleva a defender al gobierno de Maduro y al movimiento bolivariano, que ha sumido a la población trabajadora en una crisis de supervivencia a raíz de la descomposición del régimen.
Sabemos también que hay sectores de masas que se movilizan contra la carestía de la vida y que, por ello, siembran esperanzas en la salida golpista.
Sin embargo, como se demostró no hace mucho en Nicaragua contra el gobierno de Ortega, todo movimiento social que se plante contra el ajuste y por reivindicaciones justas pero que acepte la dirección de las “derechas” y el imperialismo está condenado a la derrota y a forjar un régimen que terminará yendo contra esos mismos movimientos de lucha.
Así mismo, la situación en Brasil, Honduras o incluso en Argentina nos muestra la imposibilidad que tienen las direcciones burguesas (reformistas, nacionales y populares) para conducir a la clase trabajadora hacia el enfrentamiento efectivo contra el golpe o la derecha.
Es por esto que, en el marco de lo que acontece en Venezuela por estos días, reivindicamos la táctica leninista de denunciar y enfrentar el golpe, tal como hiciera en su momento en Rusia contra Kornilov.
Y agregamos: dicho enfrentamiento debe ir acompañado con una propuesta programática clara y una salida socialista para la crisis social, económica y política que se vive en Venezuela.
Esta salida programática debe partir de armar al conjunto de la clase trabajadora, ocupada y desocupada, para enfrentar la injerencia del imperialismo yanqui, y también del imperialismo chino-ruso.
Y a la par proponer la constitución de organismos de poder obrero y popular en cada barrio, fábrica, escuela o lugar de trabajo, con un planteo de inmediata expropiación de todas las propiedades de los imperialistas y la nacionalización del conjunto de los recursos naturales y su explotación, así como de la banca y del comercio.
Sólo con un programa propio de la clase obrera y el conjunto del pueblo trabajador, que tenga una perspectiva socialista, se podrá saldar esta crisis por la que atraviesa Venezuela en un sentido favorable a la clase, transformador, de fondo.
Defensistas sólo después de alcanzar el poder obrero
En el contexto de 1917, en Rusia, tras la revolución democrática de febrero que había derrocado la monarquía y forzado la abdicación del Zar, se instauró un gobierno Provisional, primero al mando del príncipe liberal Lvov y luego a cargo del “socialista” menchevique Kerenski, un gobierno capitalista de corte reformista, de conciliación de clases.
Ese gobierno Provisional no llevó adelante las tareas que las masas habían planteado en febrero: una paz inmediata (Rusia era parte beligerante en la Primera Guerra Mundial), la entrega de la tierra al campesinado y el pan para la población.
Ante un gobierno Provisional que se mostraba débil y unos soviets dirigidos por mencheviques y eseritas -quienes intentaban empujar a las masas hacia compromisos con la burguesía rusa en el marco de una situación de poder dual con la clase obrera y el campesinado protagonizando una revolución-, el general Kornilov intenta derrocar al gobierno de Kerenski y enfrentar el poder obrero de los soviets y comités de fábrica.
Se trataba sin duda de un golpe claramente contrarrevolucionario, que tenía por objeto derrotar la revolución, liquidar los avances sociales y restaurar el poder zarista. Ante esta compleja situación, Lenin plantea claramente al partido: “nos haremos defensistas sólo después de que el poder pase al proletariado”.
Esta línea de principio expresada por el revolucionario ruso es clave para analizar la agitación y la propaganda, así como las acciones que debemos llevar adelante en contextos como los actuales, de giros reaccionarios o intentos restauracionistas, de derecha.
Enfrentar a los Kornilov sin apoyar a los kerenski
No somos defensistas de gobiernos burgueses aun cuando están amenazados por golpes de Estado o institucionales, intervenciones imperialistas (Venezuela), ascenso de fascistas al poder (Brasil).
¿Esto significa no llamar a enfrentar los golpes, las intervenciones o al fascismo? Para nada. Con Lenin, decimos: “Vamos a combatir y combatimos a Kornílov, como lo hacen las tropas de Kerenski, pero nosotros no apoyamos a Kerenski, sino que desenmascaramos su debilidad”.
Es decir, debemos enfrentar la intervención imperialista en Venezuela como en cualquier otro país. En tal sentido la militancia revolucionaria debe hacer unidad de acción con la clase y enfrentar el golpe institucional del autoproclamado Guaidó. Pero eso debe hacerse sin compromisos con el régimen encabezado por Maduro. Lenin, en su carta al partido, dice claramente: “Ni la caída de Riga ni la caída de Petrogrado nos harán defensistas”.
No nos podemos dejar llevar por la gravedad de los hechos e ir hacia políticas de compromiso con los gobiernos burgueses.
Los gobiernos “populistas” siguen siendo parte de nuestros enemigos de clase, pues sostienen el dominio de la burguesía y de su propiedad privada, base material sobre la que se restablece la derecha. Sin embargo, los movimientos de masas en lucha contra estas situaciones injustas y que tienen y confían en estas direcciones no son nuestros enemigos.
A esos movimientos de lucha les planteamos la necesidad de enfrentar estos golpes o intervenciones mediante los métodos revolucionarios, con un planteo de salida socialista, de poder obrero.
Combatimos el golpe codo a codo con todos aquellos que se movilizan, pero en debate con esos sectores para salir del defensismo, para saltar de la defensa del régimen chavista hacia la instauración de un gobierno obrero y popular que lleve adelante la expropiación de la burguesía, que arme a la clase trabajadora para enfrentar la intervención yanqui.
El eje de la intervención revolucionaria en este contexto es “hacer agitación en este mismo instante, no tanto directamente contra Kerenski, como indirectamente, pero también contra él, esto es: exigiendo una guerra activa, muy activa, auténticamente revolucionaria contra Kornílov”.
Es desde este punto de vista que se puede articular una política que no se suba a la presión imperialista sobre Venezuela, sino que la enfrente, pero al mismo tiempo no conceda al gobierno de Maduro, en gran parte responsable de la crisis social y el ajuste que vive la población.
Desde allí es que podemos salir de la falsa grieta entre gobiernos populares y gobiernos derechistas, superar la engañosa dicotomía que nos propone la burguesía entre democracia burguesa y derecha o fascismo, defender las libertades materiales y democráticas de la clase trabajadora, y a su vez plantear la necesidad de la organización de un poder obrero y popular con perspectiva socialista.
…
A continuación entonces publicamos la carta de Lenin al Comité Central del POSDR en forma completa para que esté a disposición de la militancia y sirva como herramienta para pensar las formas de intervención política en los contextos sociales que se están viviendo.
AL COMITÉ CENTRAL DEL POSDR
Escrito el 30 de agosto (12 de septiembre) de 1917 por Lenin. Publicado por vez primera el 7 de noviembre de 1920, en el núm. 250 de Pravda.
Es posible que estas líneas lleguen con retraso, pues los acontecimientos se desarrollan a veces con una velocidad verdaderamente vertiginosa. Escribo esto el miércoles 30 de agosto; los destinatarios lo leerán no antes del viernes 2 de septiembre, pero con todo y con eso, creo mi deber escribir lo siguiente: La sublevación de Kornílov representa un viraje de los acontecimientos en extremo inesperado (inesperado por el momento y por la forma) e increíblemente brusco. Como todo viraje brusco, exige una revisión y un cambio de táctica. Y como con toda revisión, con ésta hay que ser muy prudente para no caer en una falta de principios.
A mi juicio, incurren en una falta de principios quienes (como Volodarski) descienden hasta las posiciones del defensismo o (a modo de otros bolcheviques) hasta el bloque con los eseristas, hasta el apoyo al Gobierno Provisional. Esto es archiequivocado, es una falta de principios. Nos haremos defensistas sólo después de que el Poder pase al proletariado, después de proponer la paz, después de romper con los tratados secretos y los vínculos con los bancos, y sólo después. Ni la caída de Riga ni la caída de Petrogrado nos harán defensistas. (Rogaría que se dé a leer esto a Volodarski.) Hasta entonces estaremos por la revolución proletaria, contra la guerra y no seremos defensistas.
Nosotros no debemos apoyar el gobierno de Kerenski ni siquiera ahora. Es una falta de principios. Preguntarán: ¿es posible que no haya que luchar contra Kornílov? ¡Por cierto que sí! Pero no es lo mismo; hay un límite; y ese límite lo transponen algunos bolcheviques cayendo en una «posición conciliadora», dejándose arrastrar por la corriente de los acontecimientos.
Vamos a combatir y combatimos a Kornílov, como lo hacen las tropas de Kerenski, pero nosotros no apoyamos a Kerenski, sino que desenmascaramos su debilidad, ésa es la diferencia. Es una diferencia bastante sutil, pero archiesencial y no se la puede olvidar.
¿En qué consiste el cambio de nuestra táctica después de la sublevación de Kornílov? En que cambiamos la forma de nuestra lucha contra Kerenski. Sin debilitar un ápice nuestra hostilidad contra él, sin retirar una sola palabra dicha en su contra, sin renunciar al objetivo de derribar a Kerenski, decimos: hay que tomar en cuenta el momento; no vamos a derrocar a Kerenskí en seguida; ahora encararemos de otra manera la tarea de luchar contra él, o más precisamente, haciendo ver al pueblo (que lucha contra Kornílov) la debilidad y las vacilaciones de Kerenski. También antes hacía esto, pero ahora pasa a ser lo fundamental; en esto consiste el cambio.
Luego, el cambio consiste en que ponemos en un primer plano el intensificar la agitación en favor de lo que podríamos llamar «exigencias parciales» a Kerenski: que arreste a Miliukov, que arme a los obreros de Petrogrado, que llame a las tropas de Cronstadt, de Víborg y de Helsingfors a Petrogrado, que disuelva la Duma de Estado, que arreste a Rodzianko, que legalice la entrega de las tierras de los terratenientes a los campesinos, que implante el control obrero sobre el trigo y las fábricas, etc.,etc.
Y estas exigencias no las debemos presentar sólo a Kerenski, no tanto a Kerenski, como a los obreros; soldados y campesinos, ganados por la marcha de la lucha contra Kornílov. Seguir animándolos, alentarlos a que liquiden a los generales y oficial es que se han pronunciado a favor de Kornílov, insistir en que ellos exijan de inmediato la entrega de la tierra a los campesinos, sugerirles a ellos la idea sobre la necesidad de arrestar a Rodzianko y a Miliukov, de disolver la Duma de Estado, clausurar Riech y otros periódicos burgueses e iniciar una investigación judicial. A los eseristas de «izquierda» es a quienes más hay que empujar en esta dirección. Sería incorrecto pensar que nos hemos alejado del objetivo de la conquista del Poder por el proletariado.
No. Nos hemos acercado extraordinariamente a él, pero no en forma directa, sino de costado. Y hay que hacer agitación en este mismo instante, no tanto directamente contra Kerenski, como indirectamente, pero también contra él, esto es: exigiendo una guerra activa, muy activa, auténticamente revolucionaria contra Kornílov. El solo desarrollo de esta guerra puede conducirnos a nosotros al Poder, pero en la propaganda hay que hablar poco de eso (recordando firmemente que mañana mismo los acontecimientos nos pueden colocar en el Poder y entonces nosotros no lo dejaremos escapar). Me parece que debería comunicarse esto en una carta (no en la prensa) a las comisiones de agitación y propaganda y, en general, a los miembros del Partido. Hay que luchar despiadadamente contra las frases acerca de la defensa del país, del frente único de la democracia revolucionaria, del apoyo al Gobierno Provisional, etc., etc., demostrando precisamente que no son sin o frases. Ahora, hay que decirles, es el momento de obrar: vosotros, señores eseristas y mencheviques, hace tiempo que habéis gastado estas frases. Ahora es el momento de obrar. La guerra contra Kornílov hay que hacerla de manera revolucionaria, atrayendo a las masas, levantándolas, inflamándolas, enardeciéndolas (y Kerenski teme a las masas, teme al pueblo). En la guerra contra los alemanes, ahora precisamente es necesario obrar : de inmediato y de una manera absoluta hay que proponer la paz sobre la base de condiciones precisas. De hacer esto se Podrá lograr, ya sea una pronta paz, ya sea transformar la guerra en revolucionaria; de otro modo, todos los mencheviques y eseristas seguirán siendo lacayos del imperialismo.
- S.: Habiendo leído, Después de escribir esto, seis números de Rabochi 111 debo decir que coincidimos plenamente. Saludo de todo corazón los magníficos editoriales, el resumen de la prensa y los artículos firmados por V. M-n y Vol-i. Sobre el discurso de Volodarski leí su carta a la Redacción; esa carta también «anula» mis reproches.
Nuevamente, mis mejores votos y saludos.