Al comenzar el ciclo lectivo 2019, las y los docentes discutimos en asamblea la necesidad de un plan de lucha que se sostenga hasta obtener un aumento no menor al 35%, más el 15% perdido en el 2018.
Debatimos sobre la experiencia del año pasado y sacamos la conclusión de que no nos sirvieron los paros aislados.
Esto se debe a la tesitura del gobierno provincial y nacional, que pretende mantener nuestro salario en niveles de pobreza, pero también a la burocracia sindical que no se pone a la cabeza de la lucha y se dedica a militar de lleno que la salida es “votar bien”.
Aun en esta situación, la CTERA -que abandonó el reclamo por la paritaria nacional-, tuvo que llamar a tres días de paro debido a la presión que ejerció por abajo la docencia, en unidad con el movimiento feminista que el 8 de marzo volvió a llenar las plazas de todo el país.
Las direcciones docentes se dedican a fragmentar la lucha. Por eso es necesario debatir en cada escuela y con la comunidad educativa que la escuela pública tiene que volver a ponerse en pie de lucha.
El estado lamentable de la infraestructura, la cantidad de estudiantes por salón, la falta de mobiliario, son producto de la desinversión en materia educativa de los distintos gobiernos.
Es que ningún gobierno patronal va a dejar de pagar la fraudulenta deuda externa para poner esa plata en salud y educación. Todos buscan hambrear a la docencia y vaciar la educación de contenido, porque necesitan seguir produciendo estudiantes que sean mano de obra barata y precarizada.
Como en Salta, donde, pese a la traición de CTERA y los gremios, la docencia siguió el paro y consiguió un 40% y el pago de los días de huelga, necesitamos un plan de lucha consecuente y construido desde abajo para conquistar un salario acorde a la canasta familiar y una educación pública, gratuita y al servicio de la clase trabajadora.