Muchas de las luchas que viene dando el proletariado en distintos lugares del mundo son muy importantes, pero en la mayoría de los casos son capitalizadas por sectores adversos a la clase trabajadora. ¿Cómo podemos contribuir desde la izquierda en dar pasos firmes para desandar la derrota histórica que sufrió nuestra clase?
Contexto general de las luchas
La situación de la lucha de clases a nivel mundial, regional y local, más allá de particularidades y matices, indican como rasgo fundamental una muy desfavorable correlación de fuerzas para la clase obrera.
Pero no sólo eso. Incluso donde se dan grandes movilizaciones de masas contra planes de ajuste o por libertades democráticas, con huelgas y acción directa radicalizada, como en Francia, Haití o Argelia, la dirección de esos movimientos es difusa, y, por lo general, esa fuerza termina siendo capitalizada por el reformismo o, directamente, por la extrema derecha.
Partimos de una derrota histórica
Con la caída del muro de Berlín, cayó tras de sí, para enormes sectores obreros, la realidad de que el capitalismo puede ser superado, que se puede acabar con la propiedad privada de los medios de producción, que se puede construir una sociedad igualitaria, pero sin las atrocidades de los Estados obreros degenerados dirigidos por el stalinismo.
En fin, cayó la idea de que la revolución obrera y socialista no sólo es posible sino necesaria.
El problema, entonces, está en cómo intervenir ante la realidad actual con una política revolucionaria, teniendo en cuenta este escenario.
En principio decir con total claridad que el proletariado mundial no se recuperará de esta derrota política e ideológica de un día para el otro.
Para retomar la idea -que supo ser más palpable en otro momento de la historia- de la necesidad y superioridad del socialismo, la clase deberá hacer su experiencia en la lucha cotidiana y sacar ella misma la conclusión de esta necesidad.
Pero esto debe ser acompañado de la propaganda socialista por parte de la vanguardia de la clase que poco a poco se organiza políticamente, entiende la necesidad de la revolución y del partido para el desarrollo de la lucha contra el orden burgués en todos los planos.
Este trabajo de “explicar pacientemente”, por supuesto, no se hace desde “afuera”, sino participando activamente en los gremios, barrios, lugares de estudio, etc.
Es necesaria la unidad de la izquierda
Actualmente, en nuestro país se da la particular situación de que existe un gran número de corrientes políticas que se enmarcan en el marxismo revolucionario (es decir, que luchan por el socialismo y practican la independencia de clase, sin compromisos con ningún partido patronal ni con la burocracia sindical) y que coincidimos en un importante arco de planteos.
Aspectos tales como el rechazo al ajuste del FMI, Macri y lxs gobernadores, el no pago de la deuda, promover la ocupación y gestión obrera de cada fábrica que cierre, la defensa de todos los puestos de trabajo, el rechazo a toda forma de flexibilización laboral, la lucha contra la violencia machista en todas sus formas, la demanda de aborto legal, seguro y gratuito, la lucha contra la violencia institucional y la represión, la apuesta a una educación y una salud pública y de calidad, entre otros.
Ello debería permitirnos, más allá de las diferencias, construir una plataforma común que nos plante con claridad, y que pueda constituirse en una referencia para todos los sectores que salen a luchar.
Es indispensable dar los debates fundamentales sobre cómo alcanzar un gobierno obrero que expropie a la clase capitalista y dé soluciones sociales de fondo para la clase trabajadora, soluciones que no pueden dar ni el peronismo en todas sus variantes y mucho menos el macrismo u otras versiones derechistas.
Para empezar a desandar aquella derrota ideológica, en la actualidad es necesario un Frente polìtico único de la izquierda, que potencie las luchas en curso en la perspectiva de construir poder obrero y no sólo -pero también- electoral.