Situación nacional: Poner en práctica nuestra fuerza

El FMI, el gobierno y las patronales han comenzado el año ratificando el rumbo económico: despidos, suspensiones y cierres de fábricas por todos lados, reforma laboral de hecho, tarifazos, dólar alto, inflación y caída del salario. Urge plantarse en las calles ya con un plan de acción contra el ajuste de Cambiemos hasta derrotarlo.

Panorama oscuro

Recientemente el INDEC dio a conocer los datos inflacionarios de febrero: un aumento de 3,8%, sobre todo empujado por la suba del transporte y los alimentos.

El cálculo interanual (febrero ‘18-’19) da una cifra récord de 51,3%. Este dato, sumado a una nueva subida del dólar que ya alcanzó los $43, plantea en lo concreto que la caída del salario real (capacidad de compra) sigue en picada.

El gobierno de Cambiemos, condicionado por el FMI, tira manotazos de ahogado, por ejemplo al subir la tasa para las inversiones en pesos como forma de contrarrestar la subida de la moneda yanki.

Así, en este inicio de año nada parece que fuese a mejorar para las y los trabajadores. Más bien todo lo contrario.

 

Preventivos de crisis y reforma laboral

Al mismo tiempo se cuentan por miles las suspensiones en la industria automotriz (Peugeot, Iveco, Renault, Honda, Fiat y General Motors), los despidos y cierres de fábricas, algunas de larga tradición en el país como Metalpar (carrocerías de colectivos) que de un sacudón dejó 600 familias en la calle.

A esto se suma la política patronal y gubernamental de los Procedimientos Preventivos de Crisis (PPC). Esta maniobra judicial es utilizada como excusa para “reestructurar” la producción y así evitar supuestas crisis que podrían concluir con el cierre de la empresa.

Pero, en concreto, tras esos argumentos mentirosos, las patronales en verdad buscan flexibilizar las condiciones de trabajo.

Así, aquello que no logran hacer por la vía parlamentaria con la Reforma Laboral, lo buscan hacer pasar en los hechos.

Este es el objetivo que persiguen por esos días con los PPC las patronales en Fate, Lácteos Verónica, en la Línea 60, Coca Cola, Carrefour, entre otros.

Por supuesto, para la clase significa jornadas más extenuantes, condiciones más inseguras de trabajo, con la consecuencia de mayor cantidad de accidentes, enfermedades y muertes (asesinatos) laborales.

 

¿Adónde está que no se ve?

Frente a este panorama completamente adverso, la burocracia sindical de la CGT juega el vergonzoso papel de felpudo del gobierno, haciendo la plancha y amagando con quizás tal vez un día hacer paro.

El otro sector de la burocracia sindical -el moyanismo y las CTAs- tampoco plantea un plan de lucha o alguna medida seria que realmente se le plante al gobierno.

Así, se movilizan con antorchas y van a rezar a Luján para sacar siempre la misma conclusión: la derrota al macrismo deberá ser en las urnas, coronando así la complicidad de todo el arco peronista para que el ajuste avance.

El problema está en que, mientras ellos esperan las urnas, las consecuencias caen sobre nuestras espaldas.

Las disputas que se generan en torno a “la grieta” no tienen otro fin que el de hacerse con el mango de la sartén para comandar de distintos modos -más liberal o más intervencionista- alguna supuesta salida de la crisis, que garantice la explotación de la mano de obra con la mayor paz social posible.

 

Hay que plantarse

Como vienen demostrando las mujeres y disidencias sexuales en el paro internacional del 8M o como empiezan a hacer los obreros de Fate, no hay otro camino de lucha más que construir nuestros espacios deliberativos -la asamblea-, y el paro y la movilización como métodos.

La unidad de acción debe ser nuestro primer reflejo junto a todos los sectores dispuestos a enfrentar el ajuste del gobierno.

Es indispensable continuar con la movilización masiva en la calle para denunciar todos los atropellos que sufrimos a diario; recuperar con fuerza la solidaridad de clase frente a los despidos; el piquete y la toma de fábrica frente a los cierres; la puesta en marcha de las máquinas allí donde la patronal se borre; prepararnos a hacer todo lo que las burocracias no quieren.

Tenemos la fuerza, pongamosla en práctica.

 

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