En medio de una situación social y económica profunda y prolongada en Venezuela, el pasado 30 de abril el auto proclamado presidente encargado Guaidó, con el apoyo de los EEUU, intentó un golpe de Estado en Venezuela. El mismo fue rechazado masivamente en las calles por el pueblo trabajador, quien tiene el desafío de buscar una salida propia a la crisis.
Intento de golpe de Estado y respuesta popular
La madrugada del 30 de abril sorprendió con la noticia del levantamiento de un sector del ejército venezolano, que intentaba tomar la base aérea de La Carlota, siguiendo indicaciones del auto proclamado presidente Juan Guaidó quien llamó a “poner fin a la usurpación de Maduro”.
Con el correr de las horas, se fue despejando la polvareda provocada por la confusión mediática y se pudo tener una mejor imagen de lo que ocurría: apenas un puñado de militares se habían apostado en las inmediaciones de dicha base con el fin de profundizar la crisis política del gobierno de Maduro, intentar arrastrar a mayores sectores de las fuerzas armadas y buscar el golpe de gracia contra el chavismo.
La respuesta del gobierno fue movilizar a los sectores leales -que son ampliamente mayoritarios todavía- del ejército para desarticular la maniobra, lo que fue apoyado por la movilización de importantes sectores sociales que aún apoyan al chavismo.
Allí, se produjeron enfrentamientos con algunos manifestantes de la oposición y los grupos de lúmpenes que funcionan como fuerza de choque de la oposición cipaya.
Sin embargo, en esta ocasión, se mostró rápidamente que la burda maniobra carecía de fuerza suficiente y, si bien se mantiene la crisis política del chavismo, la derecha dejó en evidencia la ausencia de una estrategia clara y de contar con la fuerza necesaria para concretar el golpe de Estado.
De todos modos, la oposición derechista consiguió que el otro de sus líderes, Leopoldo López, aproveche la ocasión para burlar la prisión domiciliaria.
El imperialismo yanki maneja los hilos de la crisis
Ya abiertamente durante el día el mismo vicepresidente estadounidense Mike Pence agitó la movilización para sacar a Maduro.
Se trata de un capítulo más de los intentos por parte del gobierno de Trump para liquidar al populismo de América Latina y garantizar el total alineamiento del “patio trasero”.
La política imperialista de presión diplomática y comercial sobre Venezuela, lejos de ayudar, alienta la crisis social, además de echar mano a este tipo de maniobras cívico-militares.
La disputa por el acceso a los recursos y los mercados de toda la región se enmarca en la disputa comercial con Rusia y China, que también tienen intereses en el desarrollo de los acontecimientos.
Incluso es el respaldo y el comercio mantenido con esos países lo que da algo de oxígeno a Maduro, aunque es insuficiente para salir de la agudísima crisis social y económica en la que están sumergida Venezuela.
Para la clase trabajadora, todo
La situación venezolana no deja más camino para el pueblo trabajador que repeler los avances del imperialismo como una tarea urgente.
En medio, el proyecto bolivariano ha dado suficientes muestras de ser incapaz de dar salida a la crisis. No es confiando en las instituciones burguesas que habrá respuesta a las sentidas reivindicaciones de la clase trabajadora
Es necesario construir un programa de independencia de clase que rompa los compromisos con la boliburguesía y prepare la defensa seria y autónoma de la soberanía política.
Este programa debe avanzar sobre la propiedad privada de los medios de producción y plantear organismos democráticos de poder propios de la clase. Desarticular el capital para desarticular a la derecha y apropiarse socialmente de la riqueza nacional es la única opción de salida a la crisis venezolana.