El 29 y 30 de mayo se cumplen 50 años del Cordobazo, una gesta histórica y heroica de nuestra clase trabajadora durante la dictadura de Onganía. El Cordobazo no sólo cuestionó fuertemente al régimen impuesto por la burguesía, también abrió una situación revolucionaria en el país y dio curso a nuevas insurrecciones populares, a contramano de la política de Perón, el líder de la principal fuerza política del país, y su “desensillar hasta que aclare”, demostrando la enorme potencialidad que puede tener nuestra clase cuando se une y lucha.
La dictadura cívico militar de Onganía-Levingston-Lanusse
En Argentina, la necesidad de profundizar las acciones de guerra por parte de la burguesía imperialista y nacional llevó al golpe de Estado de 1966 de Onganía.
El proyecto político de la burguesía concentrada fue la instauración de una dictadura fuerte, con altos niveles represivos y cientos de presos políticos, con un plan de ajuste y estabilización que golpeó fuertemente a la clase trabajadora.
Ante esa dictadura, la política inicial del peronismo representada en el propio Perón fue de un apoyo solapado con su famoso “desensillar hasta que aclare”, mientras la fracción de Vandor y otros burócratas apoyó explícitamente la dictadura al inicio del golpe.
Sin embargo, la clase, en su mayoría de identificación peronista, no comulgaba con esta política de entrega. Así, se seguía profundizando la ruptura entre la dirección del PJ en sus niveles partidarios y burocráticos con la base, que venía haciendo la experiencia de enfrentamiento contra el régimen de democracia tutelada y restringida o de dictaduras iniciado por la burguesía con el golpe del 55.
El Cordobazo, un antes y un después
El enfrentamiento violento al régimen burgués es una conclusión de la experiencia de lucha de la propia clase trabajadora contra dos dictaduras fuertes (la Fusiladora y la de Onganía) y contra dos gobiernos de democracia restringida (el de Frondizi y el de Illia, ambos electos con la proscripción del PJ, la principal fuerza política).
Todo el cúmulo de acciones de lucha, desde los caños hasta las huelgas generales, desde las movilizaciones hasta las insurrecciones, desde los sabotajes hasta la toma de fábrica con rehenes, surge y se desarrolla en el seno de la clase.
El año 1969 marca un antes y un después en la lucha de clases en el país. Del Cordobazo en adelante se abre una situación revolucionaria en la Argentina, que va a permanecer abierta hasta 1975.
Los “azos” de Córdoba, Rosario y Tucumán ponen sobre la mesa una síntesis de todo el proceso combativo de años previos, combinando los elementos presentes en las luchas del período anterior y potenciándolos al máximo.
Una verdadera insurrección obrera y popular tiene desarrollo en Rosario (en mayo y luego en septiembre con la ciudad ya ocupada militarmente), en Córdoba (en mayo de 1969 el primero y en 1971 el segundo, conocido como Viborazo) y en Tucumán (en mayo el primero de los tres, el segundo en 1970 y el tercero en 1972).
Estas puebladas, de fuerte contenido insurreccional, son las que le ponen fecha de vencimiento a la dictadura. Asimismo, la respuesta de la burguesía y su partido militar fue la ocupación de ciudades, el establecimiento de tribunales marciales, el encarcelamiento de cientos de luchadoras y luchadores y el asesinato en las manifestaciones.
El desborde de las fuerzas policiales locales y la necesidad de intervención de las FFAA para controlar la situación social refuerzan la hipótesis de una situación de guerra civil que se desarrollaba en forma larvada y que, en ciertos momentos, adoptaba la forma de guerra abierta entre el ejército argentino y la burguesía monopolista, por un lado, y la clase trabajadora con sus organizaciones, por otro lado.
El proceso abierto por esas insurrecciones, entre las que se destaca el Cordobazo, es sumamente rico en experiencias de lucha y radicalización de las masas, de recuperación sindical y de desarrollo de la confrontación política contra la burguesía y el ejército.
La burguesía ensaya un nuevo engaño y trae a Perón
La dictadura fue herida entonces por las acciones de masas que iban radicalizando la confrontación con el régimen, a lo cual debemos sumar las operaciones guerrilleras de las organizaciones que mostraban su debilidad política.
Es imposible entender la apertura democrática del 73 y la vuelta de Perón sin la comprensión dialéctica entre las acciones de las masas y las acciones político-militares o guerrilleras contra la dictadura. La debilidad de la dictadura de Onganía se debió a esta ofensiva de la clase trabajadora junto a sus organizaciones.
Al inicio del gobierno de Cámpora debemos resaltar el Devotazo y la liberación de todos los presos políticos del país y la profundización de la conflictividad obrera y la movilización.
El gobierno de Perón, traído por la burguesía para dividir a la clase y desmovilizarla, es un gobierno de crisis de principio a fin.
Esto puede verse en su propuesta de pacto social, que las propias bases peronistas terminan rompiendo, y en el inicio del terrorismo de Estado con la triple A, estrenada en Ezeiza, así como con el operativo de aniquilamiento de la “subversión” y la implantación de sendos campos de concentración en Tucumán (Operativo Independencia), y los gobiernos fascistas de Córdoba (golpe policial-burocrático de Navarro en 1974) y Buenos Aires.
Aun en este contexto fuertemente represivo, la clase trabajadora va a forjar las coordinadoras interfabriles contra el Rodrigazo, imponiendo la huelga general a la CGT y las movilizaciones más grandes de la historia de la lucha de clases.
Lamentablemente, esos organismos de proto-doble poder no llegaron a desarrollarse en extensión como para plantear la lucha abierta por el poder en el contexto del turbulento año 1975. Pero su experiencia constituye uno de los hitos más importantes de la historia de nuestra clase que sólo puede explicarse tras la huella del Cordobazo.
Estas jornadas, así como el Villazo, pusieron de manifiesto la potencialidad de la clase obrera como sujeto revolucionario. Pero la crisis de gobernabilidad, a la vez, trazaba un camino hacia el golpe de Estado fascista.
La ofensiva burguesa, de la mano del golpe contrarrevolucionario de 1976, vino a clausurar esta situación ante el miedo concreto a que se desate la lucha revolucionaria por el poder.
Por el camino del Cordobazo
El Cordobazo y las insurrecciones obreras y populares que abrió lograron cuestionar al régimen dictatorial de entonces y su plan de ajuste.
A la vez, impugnó la política diletante de Perón y su “desensillar hasta que aclare”, similar al “Hay 2019” activado por el PJ K en febrero de 2018 tras las jornadas combativas de diciembre de 2017 contra las reformas de Macri, que incluyó enfrentamientos por varias horas con la policía, movilizaciones masivas por la noche, y que marcó un antes y un después en el gobierno de Cambiemos.
El Cordobazo, finalmente, nos muestra la potencialidad que podemos tener como clase cuando, en lugar de arrodillarnos ante los consensos o pactos de ajuste de la clase dominante y los partidos patronales, nos trazamos un camino de lucha independiente en defensa de nuestros intereses.