El anuncio de Macri, de llevar a Pichetto como vicepresidente de cara a las elecciones 2019, más las fórmulas Fernández-Fernández y Lavagna-Urtubey, confirma que el Partido Justicialista juega en todos los frentes, mostrando que se trata de un partido de gobierno, del régimen, más allá de los programas y las supuestas ideologías.
La estrategia de polarización
Tanto el PJ Kirchnerista (Frente de todos) como Cambiemos pejotizado (Juntos por el cambio) alimentan la polarización electoral en torno a dos listas para garantizar una mayor cantidad de votos por cualquiera de las fórmulas que gane. Esta apuesta es parte de reforzar el régimen de gobierno, el que, vestido de democracia, lleva a las grandes mayorías a la miseria, la precarización laboral y el ajuste.
Las elecciones proponen una forma de participación política absolutamente pasiva. Hacer una fila, esperar el turno, ingresar en soledad a un cuarto oscuro, y elegir una cara impresa en un papel. Luego de este acto, se duerme la participación política hasta las próximas elecciones.
Sin embargo, el régimen político transforma esa participación pasiva en poder de legitimación. Los porcentajes o los millones de votantes son presentados como avales a las políticas que los elegidos van a llevar adelante, aunque jamás se discuta seriamente qué es lo que se va a hacer.
El hecho -perfectamente posible- de que Pichetto hubiese cerrado filas con el PJ K o Massa con el macrismo habla justamente de esa necesidad fundamental y urgente de que sea quien sea que gane en octubre cuente con la mayor legitimidad posible para su gestión. Dicho de otro modo, esta caricatura de “debate” político es justamente expresión de un régimen político en crisis, dentro del cual se echa mano a cualquier maniobra en pos de intentar garantizar la gobernabilidad.
La polarización electoral, entonces, sirve para presentar mayores caudales de votos a cada una de las fórmulas. Es decir, es un negocio compartido por Alberto y Cristina Fernández y por Macri y Pichetto. Bajo este análisis, mayor cantidad de votos es igual a mayor respaldo social para garantizar las reformas que exigen el conjunto de los capitalistas extranjeros y nacionales y el FMI.
PJ y UCR, maquinarias electorales
Los dos partidos políticos con estructuras nacionales se encuentran presentes en ambas listas. Se trata de maquinarias electorales sin principios, que se ponen en movimiento cada dos años. El festival de rosca, pases de un lado a otro, y la falta de coherencia entre lo que se dice y se hace es una característica de este tipo de estructuras.
Por otro lado, Alternativa Federal y Lavagna han quedado absolutamente desdibujados en el escenario electoral actual. La intención de dividir al electorado en tres tercios, como pretendían los pejotistas de Alternativa Federal, ha quedado en el olvido. Por esto, es que Massa ha cerrado acuerdo con Fernández y Pichetto con Macri, porque ese tercio que pretendían representar no existe.
Por fuera de estos dos partidos nacionales, verdaderos aparatos al servicio de candidaturas, quedan los diferentes partidos provinciales, que sistemáticamente acuerdan con el oficialismo de turno. Así ha sido con el gobierno de Mauricio Macri o con el de Cristina Fernández, y así será con la fórmula que gane las próximas elecciones.
De hecho, la tendencia que se viene observando en las elecciones provinciales es el triunfo de los oficialismos. En el contexto de polarización electoral, los gobernadores han decidido en muchos casos separarse de los comicios nacionales para garantizar sus propias re-elecciones (o continuidad de sus partidos), para entonces luego negociar con quien se imponga en las elecciones generales.
Insistimos, es lo que pasó durante todo el período macrista. Que el peronismo vaya ganando las elecciones provinciales no es un dato de que algo está cambiando, ya que son esos mismos gobernadores los que durante estos cuatro años acompañaron la gestión de Macri y le firmaron, por ejemplo, el pacto fiscal y el robo a las jubilaciones.
Enfrentemos el régimen de ajuste
Desde el Partido por la Revolución y el Comunismo – PRC venimos analizando los diferentes planteos de las listas patronales para encontrar el hilo común entre ellas: gestionar la crisis actual, mientras se paga la deuda externa y se mantiene el acuerdo con el FMI. Este hilo común hace que el debate se reduzca a matices de cómo aplicar el ajuste a las jubilaciones, la reforma laboral y previsional y la rebaja de impuestos a las patronales.
En este marco, llamamos a la clase trabajadora a apoyar al Frente de Izquierda y los Trabajadores – Unidad, única fuerza que expresa un programa antiajuste y para beneficio de la mayoría, que plantea la necesidad de desconocer la deuda usuraria y la ruptura con el FMI, y poner toda la riqueza social al servicio de quienes la producimos.
Su planteo programático sirve además, a las fuerzas revolucionarias, para concretar una agitación de ruptura con el régimen que sólo promete recorte social y reformas antiobreras. Desde ya que, en el marco de la polarización electoral, esta agitación será sumamente difícil, pero una tarea más de las que las y los revolucionarios llevaremos adelante.
La campaña electoral del FIT-Unidad debe ser asumida por el conjunto de las organizaciones revolucionarias para llevar adelante una alerta sobre las expectativas de cambio en las elecciones que hoy tienen vastos sectores de la población.
Gane quien gane, no hay tregua: la clase trabajadora debe mantenerse movilizada y profundizar su organización y coordinación para batallar contra el ajuste del FMI, el próximo ejecutivo y los gobernadores.
PRC, 13/06/2019.