Efemérides: Domingo “el Gringo” Menna, por Gregorio “el Goyo” Flores

El 19 de julio se cumplen 43 años del golpe dado por el Ejército a la dirección del PRT, que incluyó la desaparición de 6 compañerxs revolucionarixs de nuestra clase. Uno de ellos, Domingo “El Gringo” Menna, lo recordamos reproduciendo una semblanza que “el Goyo” Flores, dirigente obrero del SITRAC/SITRAM y compañero de militancia de Menna, le escribió en su libro “Lecciones de batalla”.

“Después de asumir la nueva dirección de SITRAC/SITRAM, a instancias de Cuqui Curutchet, junto con el sindicato de obras sanitarias, se formó una comisión de solidaridad con los presos políticos, que se encontraban detenidos en la cárcel de encausados de Córdoba. Recuerdo haber ido junto con otros compañeros a llevarles nuestra solidaridad política y también material (cigarrillos,  azúcar, yerba, etc), que recaudábamos entre la gente, explicándoles que quienes luchaban con las armas también luchan por la causa de los explotados. En la inmensa mayoría de los casos, esto era entendido por los compañeros de base, demostrando fuera de toda duda que había una marcada simpatía por el accionar armado. Lo que no significa que la lucha armada por sí sola genera conciencia. Algo que muchos compañeros del PRT-ERP defendían a capa y espada.

Allí en esas concurrencias a la cárcel que se realizaban todos los sábados, conocía a los primeros guerrilleros. Había montoneros, los que habían hecho el asalto a La Caldera. Recuerdo a Lozada, al Nacho Vélez, de Montoneros. De las FAR estaban Marcos Osatinsky, Carlitos Astudillo, Alfredo Kohon, Alberto Camps y el Ivo Konikura. Del PRT había cinco o seis, aunque el que más sobresalía era Domingo Menna. Con los miembros de FAR y con Menna nos volvimos a juntar en Rawson, estando yo también en calidad de detenido. En la cárcel de Rawson fue donde realmente conocí a Domingo Menna. Era realmente un tipo fuera de serie. Cuando llegamos a la cárcel ya estaban instalados los guerrilleros que venían de encausados de Córdoba. A todos los que veníamos de General Roca, nos instalaron en el pabellón número 8 donde estaban los de las FAR. Ahí estuvo ya con anterioridad Roberto Quieto, que también pertenecía las FAR.

Al Mingo Menna le tocó en suerte el pabellón número 4 en la planta baja y, junto con él, había gente para todos los gustos. Algunos de esos que caen en las redadas policiales, pero que no tenían que ver con nada. Había lúmpenes, desclasados, algunos que habían andado por los burdeles de Tucumán y muchos changos que habían tomado la militancia como un pasatiempo y al ser detenidos como guerrilleros los torturaban y a muchos de ellos los quebraban en la tortura. En ese pabellón también había ladrones comunes y hasta rateros de poca monta. El Mingo Menna consiguió organizarlos de una manera ejemplar. Los organizó por grupo de estudios, les dio tareas e incluso recuperó a muchos jóvenes que en un primer momento habían acusado el cimbronazo del miedo. Menna los volvió a integrar al PRT-ERP y hasta logró ganar para la guerrilla al Pichón Jiménez, uno de los primeros compañeros asesinados durante el gobierno de Cámpora. A través del tiempo creo que pocos dirigentes de cualquier organización, tienen la calidad humana y capacidad de persuasión, con un buen caudal de tolerancia para lograr convivir en armonía con gente de niveles sociales tan diferentes. Esto que estoy contando no fue sólo percibido por mí sino que era la admiración de los otros pabellones. Claro, contaban con el apoyo de otros compañeros del PRT que seguramente acompañaban sus decisiones. Por ejemplo, en ese pabellón, además estaban Polti y Suárez. Los tres fueron fusilados en Trelew. Seguramente la colaboración de otros compañeros ayudó, pero lo cierto es que el Mingo Domingo Menna fue el artífice principal. Otra tarea destacada de Menna fue, sin duda, ganarse un guardiacárcel para preparar la fuga del penal de Rawson, que se realizó el 15 de agosto de 1972, donde los principales jefes guerrilleros lograron fugarse.

Mientras estuve detenido me contó Menna que la operación que realizaron en la puerta de la fábrica Fiat Concord en 1970 había sido preparada por él junto con otro compañero muy corpulento, que nosotros conocíamos como el Pichón (nada tiene que ver con el Pichón Jiménez). Esa toma para la propaganda armada se realiza entre las 5:30 y 6 de la mañana, antes de que abrieran los portones de entrada para el primer turno. La acción armada consistió en copar a la guardia y arengar a los trabajadores explicando el por qué de la decisión de empuñar las armas y, además, el por qué los patrones se aprovechaban del obrero para apropiarse de lo que ellos producen. El gran impacto que causó en la gente fue cuando una mujer muy menudita empuñando una ametralladora, obligó a un guardia de la empresa a marchar frente a los obreros mientras le pegaba patadas en los tobillos y delante de los obreros le decía: “Así que a vos te gusta verduguear a los obreros, por qué no lo hacés ahora, cagón de mierda”. Le recuerdo para el que no lo sabe que la guardia de seguridad de la empresa Fiat eran militares retirados. Dejo a cargo del lector para que se imagine cómo debe haber quedado herido el orgullo militar.

El Mingo Domingo Menna era un tipo muy singular. Simpático, siempre de buen humor y con una sonrisa. Aunque, como tenía sangre italiana, es muy posible que por ahí tuviera sus buenas chinches. De ser así -a mí no me consta- lo hacía para demostrar que era humano.

Gregorio Flores interviniendo durante un congreso del FAS

El 29 de mayo de 1973, en un acto, el más masivo que se hizo para conmemorar el Cordobazo (se calculaban en alrededor de 20.000 personas), después de otros oradores habló Domingo Menna. Su intervención rompió la gran expectativa que teníamos muchos obreros de fábrica de qué hablara Santucho, que estaba allí presente. ¡Nunca supe porqué no habló Santucho en esa oportunidad, cuando estaba lo mejor del movimiento obrero! En 1975, cuando yo vivía en Buenos Aires fui a rendir examen a una fábrica de José León Suárez. Cuando salgo, a los pocos metros, miro y en una parada de colectivo estaba el Mingo Menna con su amplia sonrisa. Por entonces, yo seguía en el MSB y el FAS. Después del golpe de Videla lo encontré en una reunión que se hizo en la Capital, de todos los frentes obreros. Estuvo Menna y el Tatú Oropel, de los que yo más recuerdo. Y también mi responsable, Luis, delegado de la Eaton, quien fue secuestrado y está desaparecido. Esto sucedió después de la caída de Menna y Santucho. Como ya dije, Luis sabía dónde yo vivía, conocía mi trabajo, mi nombre y mi apellido. Sé que lo torturaron, pero como muchos otros compañeros se llevaron el secreto a la tumba. Sobre la caída de Domingo Menna poco se sabe, aunque abundan las versiones de los opinadores (después del temporal sobran los bla, bla, bla). Existe un dato que me parece el más creíble: al Mingo lo agarró una patrulla del Ejército y lo llevaron vivo a Campo de Mayo. Allí, seguramente lo asesinaron. Igual final le cupo a la compañera, que estaba embarazada de ocho meses y cuyo destino y el de su hijo o hija, se desconoce. El mismo final se supone ocurrió con la esposa de Mario Roberto santucho, Liliana Delfino. El Mingo fue un tipo entrañable de esos que uno tuvo el privilegio de haber conocido.”

Extraído del libro de Gregorio “Goyo” Flores, Lecciones de batalla, una historia personal de los 70 (año 2006)

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