No se nace machirulos, se hacen

Lo que el crimen de Fernando en Villa Gesell puso en evidencia, una vez más, es que la violencia patriarcal es estructural, es parte constitutiva del sistema Capitalista.

Frente a esta realidad que se nos impone, aparecen fallidos intentos de buscar explicaciones superficiales que logren tapar el sol con un dedo, tales como “el problema fue el alcohol” o “esta violencia la produce el deporte” o “es la educación que sus familias les dieron”. Es gracias al avance del feminismo que estas explicaciones ya no logran contentar a gran parte de la sociedad que reclama cambios más profundos y que se moviliza para exigirlos.
Es cada vez más claro que los asesinos de Fernando no actuaron por error sino que ejercieron su mandato de género y de clase, actuaron como hijos sanos del patriarcado, fueron consecuentes con su mandato de masculinidad. Y contaron para eso, producto de su posición de clase, con cierto aval social. Esto se manifiesta no solo en la impunidad con la que golpearon hasta la muerte en manada frente a los ojos de muches que no hicieron nada para impedirlo, posiblemente cruzado con ciertos parámetros sociales individualistas imperantes como el “no te metas”. Esto se evidencia también en el tratamiento mediático que recibe el caso. Se habla de los “rugbiers” y no de los asesinos llanamente. Se dice que fue una riña callejera y no un homicidio en manada. Consecuente con la posición de clase (económica, social y cultural) no se exhiben sus caras en todos los medios de comunicación ni se ventilan datos de sus vidas privadas. Si en lugar de ello, hubieran sido pibes de un barrio carenciado los que mataban, ya estarían a sus anchas pidiendo mano dura o bajar la edad de imputabilidad.
Lo que estos hechos ya no permiten ocultar es la necesidad de una deconstrucción profunda de estos mandatos y para eso, la ESI en las escuelas se vuelve una herramienta indispensable. Es necesario que también se ponga en práctica dentro de los clubes deportivos. Es la sociedad entera la que tiene la obligación de pensarse. Sin embargo, con eso tampoco alcanza, porque solo con una salida de fondo, con un cambio del sistema social será posible que las relaciones sociales se modifiquen totalmente. Necesitamos construir una sociedad justa, inclusiva, empática y sorora que solo se puede desarrollar en su plenitud en el marco de otras relaciones sociales opuestas a las existentes, es decir, en una sociedad socialista.

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