Al calor de una nueva jornada de lucha mundial, como se ha impuesto el 8M Día de las Mujeres Trabajadoras con movilizaciones y huelgas, nos parece importante aportar al debate estratégico sobre la orientación del movimiento feminista.
El carácter de “movimiento” que tiene la lucha de las muejres y disidencias hace que confluyamos en él un conjunto de corrientes y compañerxs con ideas que muchas veces podemos coincidir en reclamos puntuales pero que resultan divergentes en planteos más de fondo.

No hay capitalismo que no sea patriarcal
Desde el PRC nos declaramos feministas, comunistas, y acordamos con la teoría unitaria y de la interseccionalidad.
¿Qué quiere decir? Que entendemos al capitalismo como un sistema de relaciones sociales de explotación, opresión y dominación que hace su aparición histórica valiéndose necesariamente del sistema de opresión patriarcal.
No acordamos con aquellos planteos que sostienen que un sistema (capitalismo y patriarcado) puede prescindir del otro, fundamentalmente porque el surgimiento y desarrollo del capitalismo se vale de la división sexual del trabajo para garantizar la reproducción de la fuerza de trabajo en forma gratuita.
Así, históricamente lo “femenino” ha sido relegado a tareas de reproducción y cuidado en el ámbito privado/hogar, se desvalorizó su trabajo, se restringió su actividad pública, etc.; en tanto lo “masculino” fue ligado a tareas de proveer al hogar, la ocupación del espacio público, el ejercicio de la política, etc.
La conformación de la familia como célula social fundamental con las características hegemónicas, es decir hetero-cis, monógama y con roles masculinos-femeninos definidos patriarcalmente (lo femenino subyugado a lo masculino), se desarrolló íntimamente ligada a las nuevas necesidades productivas, ya no en torno al feudo sino a la fábrica, ya no para extraer tributo del campesinado sino plusvalor del proletariado.
Así, el patriarcado y la explotación de mano de obra asalariada se interseccionan para dar como resultado al sistema capitalista tal como lo conocemos.
Por eso decimos que no hay forma de que el capitalismo pueda prescindir del patriarcado, aun cuando el feminismo pueda avanzar en la conquista de derechos. Porque el capital implica necesariamente relaciones sociales patriarcales para su reproducción.
Menos aún se sostiene la idea de sistemas de opresión prescindibles entre sí en la etapa actual del capitalismo, que atraviesa una profunda crisis.
Esta crisis requiere avanzar sobre las condiciones estructurales de explotación para relanzar la tasa de ganancia. ¿Se puede sostener seriamente que el capital puede reconocer la totalidad del trabajo no pago de cuidados que seguimos garantizando las mujeres? ¿Hay ganancias suficientes como para que los capitalistas respondan a la vieja demanda obrera de “a igual trabajo, igual salario”? ¿Pueden brindar el soporte material para romper con la matriz de privilegios patriarcales como para que todas las personas puedan desarrollarse en un plano de igualdad?
Alcanza solo con analizar los números acerca del reparto de la riqueza por género y por “raza” para darnos cuenta de que no.
Sin feminismo no hay socialismo
Caracterizar al capitalismo patriarcal como una unidad implica, necesariamente, que la lucha por los derechos de las mujeres, lesbianas, trans, travestis y no binaries, se inscribe en la lucha del conjunto de la clase trabajadora. No hay liberación de las mujeres si no se termina con la explotación en su conjunto y viceversa.
Enfrentarse a la miseria que genera este sistema desde una perspectiva feminista tal como la planteamos es pelear por cambiarlo todo.
Por eso es necesaria la organización y la lucha del conjunto de la clase con una perspectiva clasista y feminista, porque el capitalismo no se puede reformar, ya no tiene nada que ofrecerle a la humanidad. Porque no hay margen y es urgente, decimos que la lucha feminista debe ser también socialista.