
Organicemos un plan colectivo
Como todos sabemos ha estallado una pandemia mundial de un virus que tiene la característica de circular muy velozmente entre la población. Con su origen en China, ya se trasladó a Europa y América.
El capitalismo no puede contener la pandemia
Toda la lógica del sistema capitalista se basa en la apropiación privada de ganancias. Grandes empresas controlan la salud, la producción de medicamentos y alimentos, en fin, controlan la totalidad de la producción y circulación de bienes.
Pero esas empresas no siguen la lógica del beneficio social, sino la lógica de la ganancia, del beneficio particular de sus dueños. En este proceso, poco importa la vida o salud de las y los millones de trabajadores que día a día circulan por fábricas, comercios, oficinas, instituciones.
Por eso, en contextos de emergencia como éste, prima el caos, la falta de políticas uniformes y de centralización de recursos y, por supuesto, de criterios de razonabilidad.
Italia y España nos muestran blanco sobre negro cuáles son las consecuencias de no actuar en forma contundente ante la propagación del COVID-19. Sistemas de salud desbordados, imposibilidad de atención al conjunto de la población afectada, y resentimiento de la atención de población con otras situaciones de salud.
Detener la circulación de personas es una necesidad
Atendiendo a las experiencias que se vienen dando en el resto del mundo, la capacidad de frenar la circulación del COVID-19 está dada por la capacidad de la población de detener su circulación, evitando el contacto momentáneo con otras personas.
Pero, para que esto ocurra realmente, tenemos que desarrollar un plan colectivo, pensado desde la salud de la clase trabajadora y no desde las ganancias capitalistas.
En general, todos los cuadros de la burguesía, CEOs, políticos, gerentes están entrando en modo de trabajo desde sus casas, mientras ejércitos completos de obreras y obreros siguen circulando por los medios de transporte para llegar a su jornada laboral para conglomerarse en fábricas y oficinas.
El plan colectivo tiene que consistir en determinar las producciones y servicios esenciales que no pueden detenerse. Alimentos y medicamentos, electricidad, gas, salud y algún otro servicio de higiene como recolección de residuos. Fuera de estas actividades, las demás debería detenerse para evitar la circulación de personas en forma innecesaria.
La clase trabajadora ocupada, precarizada y desocupada
Es necesario establecer el pleno goce de haberes para el conjunto de la población que detenga sus actividades, sin disminución de haberes de ningún tipo, ni despidos.
Además, está todo el sector de la población que trabaja en forma precaria, como monotributistas, que, si no laburan el día, no logran su sustento. Para esta enorme población hay que disponer en forma urgente un salario de cuarentena diario que les permita afrontar los gastos de vida mientras dure la paralización del país.
Finalmente, para el sector desocupado, es necesario en forma urgente aumentar el monto de la tarjeta alimentar al doble, con el fin de evitar concentraciones en comedores escolares o populares, y aumentar la AUH todo lo que sea necesario para garantizar ingresos a las familias desocupadas y que no vean forzadas a movilizarse ni a padecer necesidades.
Mientras tanto, las personas que necesariamente debamos transitar por ser parte de las producciones o servicios esenciales, se nos podrá dispensar insumos para higiene y cuidado personal, posibilidad de distancia sin hacinamiento para movilizamos por los territorios, y mayor capacidad de cuidado y seguimiento en el sistema de salud.
En la emergencia, los recursos son sociales
Ante esta situación de pandemia, comienza a mostrarse lo ridículo de un sistema de salud sometido a la lógica del mercado.
En estos momentos, el sistema de salud debe funcionar como uno sólo y no puede haber centros de salud para ricos con espacios libres y hospitales públicos hacinados.
Lo mismo debe ocurrir con la producción de medicamentos e insumos para hospitales. No se puede dejar esta producción librado a la oferta y la demanda, a la anarquía del capital.
Dichas fábricas y la distribución de los medicamentos deben entrar a formar parte del sistema de salud, disminuyendo la producción innecesaria y aumentando la necesaria para afrontar la emergencia.
Los laboratorios privados deben dejar de existir. La medicina tiene que ser un bien público, puesta en un sentido humanista, al servicio del bienestar de la población.
Los ejemplos de Italia, España, Gran Bretaña y EE UU
En estos cuatros casos, vemos diferentes situaciones que combinan la desidia, el caos del mercado y la irracionalidad capitalista, generando un drama de salud mayor, afectando poblaciones enteras y con saldos todavía inconmensurables.
El «sálvese quién pueda» de Boris Johnson, premier inglés, queda fuera de análisis. Así piensan los liberales: que se mueran los que se tengan que morir, no hagamos estadísticas, no enfrentemos el virus. Es lisa y llanamente un ataque directo a la población trabajadora y más humilde de Inglaterra.
En Italia y España, la demora en tomar medidas contundentes produjo que la curva de propagación del virus ponga en jaque los sistemas de salud. La situación en estos momentos es bastante dramática en esos países, y los diferentes testimonios que nos llegan desde allá indican justamente que debemos hacer algo diferente a lo que hicieron estos países.
Entre esas cosas diferentes debemos tener en cuenta las diferentes huelgas y conflictos que se van produciendo para exigir la paralización de las actividades no esenciales, para evitar el contagio de obreros y obreras. Es decir, debemos comenzar desde cada lugar de trabajo a frenar la circulación de las personas desde el vamos de todo aquello que no sea esencial.
Las patronales, el Estado, la deuda y los impuestos
En este contexto de emergencia, está claro que la deuda externa debe ser desconocida, y volcar los recursos que mes a mes nos succionan los usureros internacionales a las políticas de emergencia. También es importante que se aumenten los impuestos sobre las patronales y las grandes fortunas para financiar las medidas extraordinarias en este marco.
Un párrafo aparte vamos a dedicar al típico llanto empresarial que pretende arrancar subsidios del estado en momentos de crisis. Mientras las patronales embolsan ganancias, defienden la propiedad privada, pero cuando tienen que afrontar situaciones de costos o pérdidas pretenden que esas pérdidas sí sean sociales. En este marco, si las patronales no pueden afrontar esta situación, las empresas deben ser expropiadas, sin indemnización y con administración bajo gestión obrera, junto a las fortunas de sus dueños para ponerlas al servicio de la emergencia.
Es necesario discutir este plan colectivo contra el caos del mercado, contra la lógica de la propiedad privada. En tal sentido, sólo la clase trabajadora puede llevar adelante un ordenamiento social en función de las necesidades sociales reales, de la vida, y no de la ganancia privada de unos pocos.
Sobre la base de este plan colectivo debemos prepararnos para enfrentar no sólo el COVID-19, sino al propio sistema capitalista, que es el que genera el caos y la muerte y no puede dar respuesta satisfactorias siquiera a las necesidades elementales de la humanidad.
PRC, 18/03/2020.
MUCHO ANIMO Y NO ESTEN DORMIDOS COMO LO A ESTADO EL GOBIERNO ESPAÑOL Y EL GOBIERNO D EUSKAL HERRIA QUE NOS AN MATAO EN VIVO. CUIDENSE Y AGAN QUE SE CUIDEN TOD@S Y AGAMONOS FUERTES PARA LUCHAR CONTRA EL IMPERIO CAPITALISTA QUE NOS ESTA MATANDO. SALUDOS DESDE EUSKAL HERRIA Y VIVA LA REVOLUCION INTERNACIONALISTA . BORROKA DA BIDE BAKARRA!!! JO TA KE !!! 🏴🏴✊✊ PODEIS VERNOS EN LA WEP. De herritartarbatasuna.es
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