
La danza del ajuste
Todas las fuerzas políticas patronales, Frente de Todos (PJ, FR, FPV, PCR, Mov. Evita, PC), PRO, UCR, CC, PS y partidos provinciales dejan que las patronales hagan y deshagan a su antojo, mientras lxs que sufren las consecuencias de la cuarentena obligatoria por el COVID-19 somos lxs trabajadores ocupadxs y desocupadxs.
El ritmo lo ponen las patronales
El discurso del gobierno de Alberto Fernández comenzó siendo de cuidado de la salud, posicionándose, en el marco del debate internacional ante el COVID-19, del lado de los que privilegian la salud frente a la economía. Del otro lado, los que privilegian la economía, como Boris Johnson, Trump, Bolsonaro o Conte, argumentan que la economía no se puede parar por un virus y empujan al contagio masivo de sus poblaciones.
Hasta acá, de un lado se privilegia la salud y del otro los negocios.
Sin embargo, aquí y allá el ritmo lo imponen las patronales. Pareciera que pasó hace miles de años, pero, al inicio de la cuarentena, Techint, del multimillonario Paolo Rocca, despidió 1.500 obreros, lanzando entonces la ofensiva patronal, ofensiva que el gobierno dejó pasar sin dar mayor batalla.
De los despidos pasamos a las suspensiones, de las suspensiones a las rebajas salariales y al “acuerdo histórico” entre empresarios y burócratas sindicales, según las palabras del propio presidente. Ahí se sumó al baile la CGT, que vino a poner el gancho a lo que ya venía sucediendo, y sirvió para oficializar la política de las patronales.
Lxs trabajadorxs miramos como en ese baile licúan salarios, derechos, y nos dejan tirados a nuestra suerte. Como siempre, bajo cualquier gobierno, la fiesta la aprovechan otrxs mientras lxs trabajadorxs servimos la comida, hacemos las mesas y sillas, ponemos la música, cocinamos y limpiamos.
Los bailarines, al son del capital
Los “representantes” en el congreso, diputados y senadores votados por el pueblo, muestran hasta qué punto representan los intereses de las patronales y no de los votantes.
Si se hiciera un plebiscito, la gran mayoría de la población estaría de acuerdo en, al menos, un impuesto extraordinario a las grandes fortunas con el fin de lograr recursos económicos para afrontar la crisis sanitaria y alimentaria que vivimos lxs trabajadorxs ocupadxs y desocupadxs.
En esa cueva oscura, donde habitan diputados eternos y senadores longevos, y donde pululan asesores, lobbistas, secretarixs, tarjetas Banelco para aprobar leyes y tantas matufias más, bailan y bailan de un lado para otro con tal no de no poner en discusión ni siquiera un impuesto extraordinario a las grandes fortunas. Que sí, pero que mejor no. El baile del congreso también sigue el ritmo de las patronales.
Después de las discusiones de cómo sesionar -un verdadero mamarracho-, ahora se disponen a realizar la sesión. Pero en la agenda de pronto ya no existe el famoso impuesto. Y no fue magia.
Una verdadera impostura de los que se venden de populares pero danzan y danzan el mismo ritmo que lxs demás: el ritmo de las patronales, del capital.
No se proponen leyes en contra de los despidos, ni de las suspensiones, ni de las rebajas salariales, ni sobre la centralización del sistema de salud, ni de nada que sirva al pueblo trabajador.
Rechazan la invitación con la izquierda, sacarán a bailar con la derecha, bailarán sobre el consenso, sin arrojo ni pasos osados; no vaya a ser cosa que su pareja se incomode.
Tenemos que cambiar la música
Lxs trabajadorxs tenemos que imponer un cambio de ritmo. Esta música que suena y que bailan otrxs no nos sirve.
Algunas experiencias se empiezan a desarrollar
Al ritmo de la ocupación de planta, los obreros de Bed Time impusieron la reincorporación de los despedidos y el pago de sueldos adeudados. También los obreros de Penta vienen cambiando el ritmo, con sus marchas y cortes a pesar de la represión, pasos que, si bien no ha logrado aún revertir el cierre fraudulento del frigorífico, vienen mostrando que en medio de la cuarentena se puede luchar.
También los movimientos sociales independientes lanzan la movilización para lograr que se vuelquen recursos del Estado a los sectores más empobrecidos.
Además, lxs municipales de Villa María en Córdoba y de Tigre en Provincia de Buenos Aires se movilizan contra los despidos y recortes salariales. Mineros y Textiles en Neuquén, Médicxs y Enfermerxs en todo el país, docentes y estatales en Chubut y CABA , Mujeres y Disidencias en Merlo, Capilla del Monte, Escobar y en la zona sur bonaerense salen a la calle para exigir aparición de compañeras víctimas de femicidios o contra la violencia patriarcal.
Otra música de a poco se escucha al calor de las ollas populares; sólo necesitamos que esto sea un gran baile de todxs lxs que estamos padeciendo esta crisis. Un único y gran baile que suene en las calles del país, que corte las rutas, que paralice las actividades que están funcionando, que ocupe las fábricas que despiden o suspenden o rebajan sueldos.
Pero, ¿quién pone la música? Aquí tenemos que agudizar el ingenio. La coordinación de trabajadorxs ocupadxs y desocupadxs es fundamental, poniendo en pie asambleas de coordinación en cada localidad para lanzar un plan de lucha nacional. Esta crisis no la tenemos que pagar, no tiene por qué ser así.
¿De qué sirve en esta hora crítica un Estado “presente”, si éste baila al son del capital? Se necesita cambiar la pista, un gobierno obrero y popular con otro Estado que imponga una nueva agenda, una nueva forma de organizar la sociedad, para que todo lo producido esté en función de las necesidades de la población y no siga esta danza sin sentido de la apropiación individual y privada.
Una nueva música, que la bailemos todxs.