Este 25 de mayo se cumplió un nuevo aniversario de la fundación del Partido Revolucionario de los Trabajadores, surgido en 1965 a partir de la fusión del Frente Revolucionario Indoamericano Popular (FRIP) liderado por los hermanos Santucho y Palabra Obrera (PO) liderado por Moreno. Mucho es el desconocimiento de esta organización entre vastos sectores de la militancia aún hoy, desconocimiento genuino y también interesado. Se trató, para nosotrxs, de la experiencia revolucionaria más alta de la clase trabajadora en Argentina durante los 60/70, entre otras organizaciones que inscribimos dentro de la corriente política que hemos denominado “Trotskismo de Combate”. Para recordar aquella experiencia partidaria, iremos publicando en esta semana por partes un capítulo de nuestro folleto “La corriente política negada. Una reivindicación histórica del trotskismo de combate en los 70”, en el que desarrollamos brevemente los principales aspectos de la intervención política desplegada por el Partido Revolucionario de los Trabajadores – PRT.

III Parte: Derechos humanos, la cultura y el movimiento estudiantil
El PRT en los DDHH
El PRT intervino en el terreno antirrepresivo, desarrollado también en coordinación con otras organizaciones.
A partir de 1969, el contexto represivo impactó fuertemente en las organizaciones político-militares. El PRT fue una de las organizaciones más golpeadas por su desarrollo político y la eficacia de las fuerzas represivas, incrementando el número de detenidxs. En 1971, tuvo el primer caso de desaparición, el de Luis Pujals, uno de los principales dirigentes de la organización.
Ante esta coyuntura, el PRT comenzó a llevar una política de denuncia de la represión estatal interviniendo en las organizaciones de solidaridad con lxs presxs políticxs.
Varixs militantes del FATRAC (Frente Antiimperialista de Trabajadores de la Cultura) se incorporaron al Movimiento Nacional contra la Tortura y la Represión, una organización creada en junio de 1971 y que duró hasta principios de 1972, vinculada a las organizaciones revolucionarias marxistas y peronistas.
En 1971 se creó la COFAPPEG (Comisión de Familiares de Presos Políticos, Estudiantes y Gremiales), que se desempeñó en Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Tucumán, Santa Fe y luego en Capital Federal. La comisión aglutinaba a lxs familiares de militantes de las organizaciones de izquierda como así también peronistas. En junio de 1972, elaboró «Torturas en Argentina», un documento integrado mayormente por testimonios de detenidxs.
El PRT en estudiantil
El PRT también desplegó militancia en el frente estudiantil, donde volcó más fuerzas sobre todo a partir del golpe militar del ‘66.
Desde el congreso de unificación del FRIP y Palabra Obrera que dio nacimiento al PRT, se ponderó a los sindicatos y el movimiento obrero como sujeto revolucionario. Pero se tomó gran consideración del sector estudiantil universitario como sostén de la unidad entre lxs obrerxs y estudiantes.
Luego del golpe de Onganía en 1966, la caracterización sobre el estudiantado varió. Si bien el plan político de Onganía estaba claramente dirigido hacia lxs trabajadorxs, también tuvo como eje la intervención de las universidades. La ley 16.912, entre otras medidas represivas, coartaba la autonomía interna de las universidades. Ante esta nueva situación, el PRT va a desplegar una política de contención defensiva en las universidades.
El PRT en la cultura
El PRT también desplegó política en el terreno cultural, donde tuvieron una intervención muy rica con la experiencia del FATRAC, el Cine de la Base, el Teatro Libre, etc.
El FATRAC, Frente Antiimperialista de Trabajadores de la Cultura, fue la herramienta que impulsó el PRT para nuclear diversxs artistas e intelectuales. Fundado en 1968, durante una radicalización política de lxs artistas y otros sectores, intentó centralizar su trabajo en las zonas de mayor agitación política-cultural como Buenos Aires y Rosario.
A través de sus años, el FATRAC funcionó como un frente de masas que aglutinó y logró darle un carácter de clase y un rol a lxs trabajadorxs de la cultura dentro del proceso de guerra popular revolucionaria -tal como el PRT caracterizaba la situación en Argentina-, levantando las banderas contra la penetración cultural imperialista y la necesidad de intervenir en los conflictos del proletariado.
A su vez, todos los grupos que conformaban el FATRAC rompieron con la construcción tradicional de los espacios en los que intervenían, intentando modificar la forma de relacionarse entre lxs participantes, transformando el proceso constructivo en un proceso de creación colectiva.
Si bien la línea entre el frente y el partido no era explicita por una cuestión táctica, el FATRAC estuvo atravesado por la perspectiva política del PRT, intentando construir una contrahegemonía que sirviera para combatir la ideología burguesa, utilizando el arte como una herramienta de la militancia, llevándolo a las bases, habilitando espacios de discusión política en los sectores populares, en fin, utilizando el arte al servicio de la revolución.