Las ilusiones, las relaciones de fuerza y la agenda capitalistas

Hay que romper la tregua del gobierno

Estamos asistiendo a un momento clave en el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Con el discurso de la herencia recibida se aprestan a descargar un descomunal ajuste sobre el conjunto de la clase trabajadora en beneficio de los grandes capitalistas, mientras acuerdan con el FMI un programa que nos someterá como clase durante 8 o 10 años.

Las ilusiones de un gobierno nuevo

La campaña electoral de 2019 y el triunfo de Alberto Fernández generaron muchas expectativas, esperanzas e ilusiones en importantes sectores de la clase trabajadora. 

La expectativa de que se vayan del gobierno los chetos del macrismo, quienes durante 4 años golpearon duramente al salario, a las jubilaciones y a las condiciones de vida de la población, se concentró en el voto a un Frente de Todos que se proponía como algo diferente. 

Lo diferente apareció en una de las frases de Alberto Fernández en campaña: “entre los jubilados y los bancos, vamos a elegir a los jubilados”. Además, la campaña por abajo era que “volvía el asado”, que “volvíamos a llenar la heladera”, y tantas otras promesas .

La realidad en cambio se muestra muy distinta. Cada vez que el gobierno del Frente de Todos tuvo que elegir, eligió a los bancos, a los empresarios como Vicentín, a los dueños de las grandes fortunas, a Techint, a los bonistas, en fin a los capitalistas en su conjunto. Y esto que decimos es empírico, son datos de la realidad.

Allí está el acuerdo con los “bonistas privados” (eufemismo para referirse a grandes grupos financieros que hacen negocios con las deudas de los Estados y de los privados), que impone condicionamientos a cualquier política económica de desarrollo que se quiera llevar adelante. 

Así, la fiesta de deuda y especulación del macrismo fue premiada con el acuerdo de deuda que llevó adelante Guzmán. A estos grupos se les pagó miles de millones de dólares al inicio del mandato de Fernández.

Ahora, con la tutela del FMI – que es siempre el mismo FMI – se viene un nuevo plan de ajuste, el cual va a implicar necesariamente pérdida general de poder adquisitivo, reducción de los presupuestos para salud y educación (como ya se ve en el presupuesto 2021). 

Pero no sólo. Este presupuesto tampoco va a responder a las enormes necesidades estructurales de la población que padece como la falta de vivienda, de tierra, de comida, de trabajo, de condiciones laborales dignas, en fin, de cierto bienestar.

Debilidad en la relación de fuerzas

El argumento que esgrime el gobierno (y también mucha de su base) es que no tiene relación de fuerzas. 

Dice que los empresarios le han impuesto su agenda, que ha tenido que “ceder” a las presiones, que hubo una corrida cambiaria que sólo se puede contener mediante planes de ajuste, que no se puede expropiar Vicentín y tantas cosas más.

No es más que el reconocimiento explícito de que la política se decide en otro lado, que los votos esperanzados por un “cambio de modelo” de nada sirven ante los poderes reales, que ningún cambio realmente transformador puede venir de esta casta política que, en verdad, accede con los votos del pueblo pero gobierna para el capital.

Los empresarios, los banqueros, los terratenientes imponen su política de ajustes y reformas laborales, de hambre al pueblo, para poder seguir acumulando grandes ganancias. 

El argumento de la falta de relación de fuerzas ante los poderosos desnuda a la democracia representativa como un régimen que encubre el verdadero poder que define y hace ejecutar las políticas.

El endiosamiento de Néstor Kirchner

A propósito del aniversario del fallecimiento de Néstor Kirchner, muchos fueron los homenajes del partido de gobierno con los cuales intentaron rodear de algo de épica al gobierno actual.

Pero la comparación de Fernández con el gobierno de Nestor Kirchner pretende endiosar una figura que también negoció con los poderes reales encubre otra cuestión. 

La relación de fuerzas en 2003 estaba condicionada por el argentinazo, por la rebelión popular que echó a De La Rúa del gobierno y a varios presidentes y que dijo basta de ajuste, que amenazó con construir sus asambleas populares en los barrios para enfrentar esa democracia representativa vacía que sólo ejecuta el guión de los poderosos.

El miedo de la burguesía, de los banqueros, de los terratenientes, de los dueños de las grandes fortunas a esa rebelión era la relación de fuerzas que permitió a Nestor Kichner dar algunas concesiones al pueblo. 

Y somos explícitos aquí: decimos sólo algunas concesiones, porque también se pagaron miles de millones de dólares al FMI y se negoció el reconocimiento de los mega endeudamientos de Cavallo y de la dictadura con los “bonistas”, entre otros muchos reclamos populares con los que ese gobierno de entonces no avanzó..

La política del gobierno de Kirchner fue la de consolidar las instituciones deslegitimadas del régimen, canalizando la lucha popular y callejera hacia instituciones que en última instancia, cuando las papas queman, no deciden porque quienes deciden son los poderosos, las 10.000 personas que no quieren pagar un impuesto a las grandes fortunas, mientras decenas de millones sufren la pobreza y les sacan hasta el mísero IFE.

Construir una relación de fuerzas favorable a nuestra clase

Las ilusiones del pueblo se avivan. Pero los gobiernos pasan, los ricos son cada vez más ricos y los problemas estructurales y elementales de la clase trabajadora siguen sin resolverse y en muchos casos empeoran. Ver nomás cómo se postergan una y otra vez las necesidades del pueblo y los dolorosos índices de desocupación, informalidad laboral, pobreza e indigencia, gobierne quien gobierne. 

En tanto, los gobiernos -supuestamente de opuesto signo- cumplen a rajatabla con las deudas de los burgueses extranjeros y locales.

La riqueza de unos pocos se basa en la pobreza de millones. La relación de fuerzas sólo se puede construir con lucha popular, con huelgas, piquetes, ocupaciones de tierras y fábricas, confrontando.

Todos los llamados a no movilizarse y a esperar y a confiar en el gobierno o en esta casta política son en definitiva llamados a consolidar la agenda de los capitalistas en un ajuste que vamos a sufrir durante años.

PRC, 23/11/2020.

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