La crisis sigue golpeando a lxs trabajadorxs. Poné la fecha la yuta que te parió

En un cuadro de empobrecimiento generalizado de la clase trabajadora, con altos niveles de inflación y precarización laboral, con aumento desenfrenado de la desocupación y con la pandemia azotando a las poblaciones con los contagios y muertes, se hace impostergable un plan de lucha de la clase trabajadora para revertir esta situación.

Argentina macrista empeorada

En 2017, al calor del deterioro de la situación económica para la clase trabajadora, el reclamo de un paro general a la CGT se hizo fuerte en la consigna de “poné la fecha”. Dos años de tregua de la burocracia sindical al macrismo habían dejado correr ya los tarifazos en la luz y el gas, las devaluaciones y las paritarias a la baja. 

En la actualidad, llevamos ya 6 años de pérdida de poder adquisitivo, con índices inflacionarios superiores al 30% y paritarias que nunca llegan a mantener el poder de compra. La política macrista de baja general del precio de la fuerza de trabajo tiene continuidad explícita en el gobierno de los Fernández.

La CGT y CTA se encuentran hoy, a diferencia de hace 4 años, integrados al gobierno y sin hacer nada, aun cuando la situación económica y social es peor. Firman paritarias a la baja tomando como verdad un número que es sólo un dibujo: la proyección de inflación anual del Poder Ejecutivo Nacional de 29%. Esa proyección ya se estrelló contra la realidad en tan sólo cuatro meses. A la fecha tenemos una inflación acumulada de 16,5% y, con el índice de mayo, se espera superar el 20%.

La consigna popular de hace 4 años reclamada a las centrales obreras en el marco del macrismo, cobra vigencia nuevamente dado el escenario de pobreza generalizada, aunque en un contexto no sólo de tregua de las burocracias sindicales sino de integración de las mismas al gobierno. Lxs trabajadorxs debemos impulsar una campaña por un plan de lucha nacional que ponga freno a esta voracidad patronal que nos está dejando en la lona, presionando a las conducciones sindicales burocráticas pero sin mayores ilusiones: harán lo que haga falta para mantenerse atornilladxs a sus lugares de privilegios. Por eso debemos retomar los ejemplos de lxs trabajadorxs de la salud en Neuquén, de los choferes de colectivos, de los obreros de la carne en Arrebeef, es decir, propiciar la organización y la movilización desde las bases más allá o a pesar de las conducciones sindicales.

La pobreza, la desocupación y la precarización aumentan

Es innegable que la pandemia de COVID-19 ha profundizado la recesión económica a nivel mundial que ya venía en curso. 

Además de la masiva destrucción de puestos de trabajo, la pandemia ha generado una enorme devaluación de las monedas fuertes como el dólar y el euro debido a la impresión masiva de billetes para sostener los planes de asistencia social. 

En este complejo escenario de crisis económica, social y sanitaria, la clase trabajadora es la que más ha sufrido la degradación de sus condiciones de vida a raíz de los despidos, la precarización laboral y los altos niveles de inflación. 

En nuestro país, un relevamiento del Observatorio de la Deuda Social (UCA) arrojó que el 27,4% del total de trabajadorxs en 2020 estuvo debajo de la línea de pobreza, lo que significa que 1 de cada 4 trabajadorxs es pobre. Por otra parte, lxs trabajadorxs que se desempeñan en la informalidad alcanzaron al 51,1% del total y por primera vez fueron la mayoría del mercado laboral. 

Si bien el porcentaje promedio de desocupación del 2020 es del 11,1% (lo que alcanzaría a 1,4 millones de personas), en lo que va del primer trimestre 2021 la tasa de desempleo subió al 13,9%. Estos números hubiesen llegado al 28,5% si no se tuviera en cuenta el denominado «efecto desaliento» (es decir muchas personas desocupadas no están en la búsqueda de un trabajo por diferentes razones), por lo que las estadísticas oficiales no los computan como desocupación. 

En este sentido, la prórroga anunciada por el gobierno en el cobro del Seguro de Desempleo a quienes hayan cobrado su última cuota en febrero, marzo y abril, y aún no se hayan re-insertado en el mercado laboral no hace sino confirmar este escenario de una mayor precarización para lxs trabajadorxs. 

Por otro lado, cabe señalar que en abril la Canasta Básica Alimentaria subió un 3,9% respecto a marzo, mientras que la Canasta Básica Total aumentó 3,4%. Esto significa que la CBA aumentó un 49,1% entre abril de 2020 e igual mes de este año, mientras que la Canasta Básica Total se incrementó un 47,8% en igual período. Ambas variaciones superaron a la inflación promedio registrada en los últimos doce meses, cuyo índice fue del 46,3%. 

En relación al costo de vida debido a la inflación, es escandaloso cómo operan las burocracias sindicales en las negociaciones paritarias. En estatales, por ejemplo, UPCN y ATE acaban de firmar un 35% de aumento salarial en 6 cuotas. El argumento de esta entrega por parte de las cúpulas sindicales es que el  incremento salarial definido se ubica varios puntos porcentuales por encima de la inflación anual del 29% estimada por el Poder Ejecutivo en el Presupuesto 2021, dejando bien en claro su connivencia con el oficialismo así como su negación absoluta de la realidad. 

En este desalentador panorama para la clase, no podemos dejar de señalar dos realidades dolorosas: por un lado, el altísimo nivel de vulnerabilidad en la que se encuentran las niñeces en nuestro país, donde más de la mitad (57,7%) de las personas de 0 a 14 años son pobres. Dentro de estas cifras, resaltamos que el 68,3% de les niñes que viven en hogares conducidos sólo por mujeres son pobres. Por otra parte, si bien el Anses anunció que las jubilaciones, pensiones y asignaciones aumentarán el 12,12% desde junio, este aumento significaría que, recién en junio, la jubilación mínima alcanzará los $23.064.

¿Y dónde están? Que no se ven… la CTA y la CGT

Todo 2020 y lo que va de 2021 las centrales sindicales se mantuvieron aceptando todas las arbitrariedades patronales y estatales. Cuando aparecieron fue para firmar rebajas salariales como el año pasado con la reducción del 25% a lxs trabajadorxs afectadxs por la suspensión de actividades.

Ante el escenario real que se vive, se impone la necesidad de un plan de lucha nacional que debería iniciar con un paro general y piquetes en todo el país. Pero debemos advertirlo, no romperán la tregua que mantienen con las patronales y el gobierno, más allá de algunos conflictos aislados, sin presión real desde las bases. La organización por abajo, acumular fuerzas -incluso “subterráneamente” si hace falta-, generar las condiciones propicias para golpear y, de ser posible, echarlos de nuestros sindicatos.

El primer reclamo de este paro nacional debería ser un IFE de $40.000 y un aumento del salario mínimo vital y móvil a $96.800 (que es lo que calculan lxs trabajadorxs de ATE INDEC como canasta familiar).

Estas consignas principales nos engloba al conjunto de la clase trabajadora, pues del Salario Mínimo, Vital y Móvil dependen las asignaciones, los planes sociales, la jubilación y el piso salarial del conjunto de la clase trabajadora.

El otro punto central del plan de lucha es la vacunación masiva, completa y lo más rápida posible de la población contra el COVID-19 y la necesidad de planificación de los cierres ante el aumento de los casos.

Ya ha quedado demostrado, a partir de la fuerte campaña impulsada por las organizaciones de Izquierda, que en Argentina se podían producir y envasar las vacunas. Declarar de utilidad pública el laboratorio mAbxience ubicado en la localidad de Garín es una necesidad, pues ya ha quedado demostrado que los laboratorios sólo están haciendo negocios, como siempre, con la salud de la población. 

Es central el reclamo del conjunto de la clase trabajadora por la vacunación prioritaria de lxs trabajadorxs formales e informales que son lxs que a diario arriesgan el pellejo en trenes, colectivos, escuelas y fábricas.

Debemos impulsar entonces una campaña por un plan de lucha nacional del conjunto de la clase trabajadora, exigiendo medidas a la CGT y a la CTA con pronunciamientos de los diferentes organismos sindicales de base, para desenmascarar a esta burocracia sindical (que está del lado de las patronales) y aportando a impulsar el desborde de las bases que son las que están realmente padeciendo esta situación de ajuste, miseria y desocupación.

Paro nacional y plan de lucha por:

  • IFE de $40.000
  • Salario Mínimo, Vital y Móvil de $96.800
  • Vacunación masiva y completa de toda la población. Expropiación de los laboratorios que producen vacunas
  • Centralización y nacionalización del sistema de salud
  • Basta de ajuste, precarización y pobreza. 
  • Impuesto permanente a las grandes fortunas

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