Canje de Deuda, quita y negocios


El negocio de la Reestructuración de Deuda
El gobierno argentino a cargo de Alberto Fernández presentó en la voz de su ministro de Economía, Martín Guzmán, una propuesta de reestructuración de la deuda con una quita del 5% del capital y una rebaja de alrededor del 60% de los intereses y extensión de los plazos. La negociación en cuestión sólo comprende al 20% de la deuda externa en manos de acreedores privados.


Continuidad de la usura
La danza de cacareos mediáticos en torno a la deuda externa va a ir en aumento ahora que el gobierno argentino finalmente presentó su propuesta de canje a una parte pequeña de los bonistas privados.
Los fondos de la timba mundial son instituciones poderosas y con gran capacidad de acción mediática. Por eso, en las próximas semanas, vamos a escuchar por la vía de analistas y periodistas las voces de los tenedores de bonos. El objetivo de este sector es claro: generar clima para mejorar la negociación y rapiñar algún punto porcentual, que son miles de millones de dólares.
También vamos a escuchar al Estado y a los periodistas oficialistas hablar de la epopeya del gobierno que se planta y que hace una quita sustancial, además de conseguir un período de gracia sin pagar de tres años. La imagen del gobierno va a ser trabajada como un gobierno que se planta ante los acreedores.
Pero ni de un lado ni del otro hablan de la continuidad del negocio usurario que expolia los recursos del país. Nos referimos a la deuda externa, su origen, y sus sucesivas reestructuraciones que sólo llevan a países como el nuestro a nuevas crisis de deuda.


La reestructuración es negocio y nueva deuda
El canje de bonos que no se pueden pagar por nuevos bonos que se van a poder pagar es el eje del discurso Albertista-Kirchnerista.
Esto no es nuevo. Fue Néstor Kirchner quien le pagó en efectivo más de U$D 9000 millones al odioso FMI. Ese acto fue presentado en su momento como un acto de soberanía, pero en los hechos fue el regalo de miles de millones de dólares que se podrían haber volcados en su momento al presupuesto de salud. Lo mismo puede decirse del gobierno de Cristina Kirchner, que se autodefinió como “pagadores seriales” de deuda externa.
La realidad es que la reestructuración de deuda es parte de un negocio que sigue para adelante. Un bono se convierte en otro, los grandes bancos cobran comisiones en este festín de bonos, como cuando la inmobiliaria te vuelve a cobra la comisión por renovar el alquiler, pero en escalas de miles de millones de dólares.
Los bonos actuales que entran al canje y que comprenden el 20% del total de deuda del país en verdad cotizaban en baja, pero a partir de la oferta del gobierno los mismos comienzan a recuperar valores. Así, el negocio de los bonos entonces se vuelve rentable a partir de la reestructuración.
Los nuevos bonos serán pagados más adelante sin investigar el origen de ese endeudamiento, ni los destinos de esos fondos, que, como sabemos, se fugaron en masa convertidos a dólares.
La reestructuración de la deuda que lleva adelante el gobierno de Fernández, en resumen, no es soberanía, pues se acepta el origen y destino de esa deuda a libro cerrado, tal como hicieron todos los gobiernos; no es soberanía, es negocio, sólo que uno nuevo; no es soberanía, es sometimiento del país al capital financiero internacional sólo que a más largo plazo; no es soberanía, se inscribe en las directivas del FMI.


Repudiar la deuda y romper con la usura internacional
Hoy estamos en un contexto sumamente excepcional, que permite ver lo que hasta aquí eran secretos a voces.
Que la mayoría de la población es pobre o vive muy al día, que las patronales no les interesa la salud de lxs trabajadores en lo más mínimo, que una minoría de 15.000 personas acumula las riquezas más grandes del país, mientras millones padecen el día a día, que el sistema de salud está precarizado, privatizado y desfinanciado, que faltan recursos por todos lados para hacer frente a la vida cotidiana.
Por esto, las y los trabajadores debemos salir de la lógica del posibilismo, de lo que se puede porque la realidad es esta y punto. Es necesario que levantemos el programa contra el pago de un solo peso a los usureros internacionales y nacionales.
Lo mismo debe hacerse con la deuda del FMI, que revoleó miles de millones de dólares para sostener al gobierno de Macri -aún cuando se sabía que esa deuda era impagable- y que será una dura mochila por años y años para la población.
Para salir del atraso y la dependencia, para empezar un camino verdaderamente soberano, se debe cortar con toda injerencia del FMI, repudiando la deuda y rompiendo relaciones con ese organismo internacional que está a las órdenes de las grandes potencias mundiales para imponer sus planes de ajuste, atraso, pobreza y expoliación.
Ni un peso para la deuda; toda la plata para salud y alimentos.
Ruptura de relaciones con el FMI.
Impuesto permanente a las grandes fortunas individuales y empresariales.
Salario universal equivalente a la canasta básica.

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